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Menotti,
en alemán
Por Osvaldo Bayer
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Aquí, en Alemania y Austria, los entendidos en fútbol
están leyendo un sorprendente libro. Se llama: César Luis
Menotti, dejar correr la pelota y al contrario. El autor es el periodista
austríaco Harald Irnberger y lo ha editado Eichbauer Verlag, de
Viena. Un libro para entendidos, estrategas, sabios y teóricos
del fútbol y la política. Porque en sí, el meollo
está en la problemática: ¿fútbol de izquierda
o de derecha? Para este sabio cronista de tribuna, que es el autor del
libro, Menotti es el creador del fútbol de izquierda. Y en esto
el entrenador argentino tiene un aliado: el crack holandés Johann
Cruyff. Los dos dignificaron al fútbol. Dejaron su huella. ¿Qué
es el fútbol de izquierda?: aquel que trae placer, que no se hace
por dinero, por deporte en sí, que desaprueba los negocios, las
sociedades anónimas futboleras, la venta de jugadores, los presidentes
de clubes como presidentes de sociedades anónimas, el terrorismo
de las hinchadas, la violencia de las controversias. Todo lo último,
por supuesto, es el fútbol de derecha, que es el que vivimos en
todo el mundo globalizado.
El fútbol es como la vida, sólo algo más palpitante
dice Menotti en el libro. Y agrega el autor: César
Luis Menotti sintió siempre el deber hacia aquellos que concurren
a los estadios de darles por lo menos algo de alegría. Pero él
no quiso nunca dar opio para los pueblos sino demostrar lo que son capaces
de entregar los hijos de la pequeña gente al poder hacer uso de
su fuerza individual y fantasía, uniéndolas a una fuerza
colectiva. Su mensaje a la multitud es: ¡miren de lo que somos capaces!.
Y continúa el autor definiendo el pensamiento de Menotti: Pero
la demostración del valor del Ser en la actualidad es llevada a
cabo de acuerdo a la divisa: Yo consumo, entonces valgo. La
gente se orienta en la superficialidad barata en un mundo cada vez más
necio en donde los mediocres sin escrúpulos han logrado proclamarse
los dictadores del deporte, medida de todas las cosas. Así es en
la política y el arte, en la economía y en la ciencia...
y, por supuesto, en el fútbol. Así como el proletariado
de entonces, por lo menos en los países del primer mundo, se ha
convertido en una pequeña burguesía lumpen y con toda consecuencia
se ha transformado en el rebaño de los votos para los políticos
más tontos, pero al mismo tiempo despiadados (que por supuesto
conforman el espectro de la política), de la misma manera casi
todos los grandes clubes de fútbol de antigua prosapia proletaria
han caído en manos de brutales nuevos ricos de la peor sustancia,
que pasaron a ser presidentes o hasta dueños de esos clubes. Y
esto no molesta a la mayor parte de las hinchadas. Se dejan comprar barato
en tanto los dueños del deporte de vez en cuando hacen una adquisición
record de jugadores.
Por supuesto que siempre quedará flotando la pregunta de por qué
Menotti aceptó ser el entrenador para el campeonato de 1978 que
fortaleció a la dictadura. Un buen capítulo del libro se
dedica a ello. El lector puede conformarse o no. Siempre quedará
esa duda. Pero el capítulo acerca de este tema termina con las
palabras de Valdano, un admirador sin tapujos del arte y del hombre Menotti.
Dice Valdano: Luego que estuve en España me di cuenta de
que Menotti era un hombre de izquierda. En todo caso, en todos los problemas
acerca del fútbol ponía en claro su pensar progresista,
sin pelos en la lengua. El comenzó a hacerse conocer como de izquierda
cuando la dictadura entró en problemas. En esa situación
Menotti comenzó a hablar y a exigir el regreso de los intelectuales
exiliados así como declaró que la dictadura había
perseguido a la cultura. Pero, claro, en tiempos de los militares, Menotti
en su calidad de entrenador de la Selección nacional
se encontraba en una situación esquizofrénica, a la cual
no se puede describir en forma abstracta. Por ejemplo: con el tiempo,
leímos el sufrimiento de los torturados que en la cárcel
oían los gritos de júbilo de los hinchas cuando fuimos campeones
del mundo. Esto es algo terrible. En defensa de Menotti debo decir que
yo oí las palabras que él dirigió a los jugadores
antes de la final. El dijo: Nosotros somos el pueblo, pertenecemos
a las clases perjudicadas, nosotros somos las víctimas y nosotros
representamos lo único legítimo en este país: el
fútbol. Nosotros no jugamos para las tribunas oficiales llenas
de militares sino que jugamos para la gente. Nosotros no defendemos la
dictadura sino la Libertad.
Menotti y el fútbol. El autor del libro, Irnberger, define a Menotti
y lo que piensa del balompié con la frase pronunciada alguna vez
por éste: Jamás meter un gol con violencia.
Y sostiene que la forma de jugar al fútbol de los argentinos les
viene de una visita que el club húngaro Ferencvaros Budapest hizo
a Buenos Aires en 1922, y que le vienen muy bien las palabras de Menotti
sobre lo que debe ser el fútbol: Quiero ganar porque mi equipo
ha jugado mejor y no porque he impedido jugar al contrario. El fútbol
debe ser velocidad más precisión, con el agregado de la
improvisación.
Y hay palabras precisas en las respuestas de Menotti: El fútbol
es un juego que debe encontrar su origen. Es una fiesta alegre en la cual
los seres humanos deben participar porque expresa sus sentimientos y les
entrega alegría de vivir. Si no, ese deporte se convierte en otro
consumo más sin importancia, propulsado por negociantes.
Y vuelve a la política: Una casta de funcionarios mediocres
opina que el fútbol debe ser apolítico. Eso es una completa
idiotez. En cada sociedad hay algo que mejorar y los jugadores deben aprovechar
su popularidad justo para mejorar esa sociedad. Y pasa a las definiciones:
Hay un fútbol de derecha y otro de izquierda: El fútbol
de derecha nos quiere sugerir: la vida es lucha, exige sacrificios, debemos
volvernos de acero y ganar con todos los métodos. El entrenador
les dice a los jugadores que para no disgustarse con el presidente del
club se abstiene de decir sus ideas políticas. Obedecer y funcionar,
eso es lo que quieren los del poder con respecto a los jugadores. Así
van creando cada vez más tarados, los idiotas útiles que
acompañan al sistema. Y lo dice bien claro, para que no haya
dudas: Se puede idiotizar a la gente y producir mierda permanentemente,
como Julio Iglesias, o se puede llevar a cabo una escenificación
de Shakespeare como esa obra de arte que hizo Laurence Olivier.
Esta todo dicho, alguien diría: Un exquisito, este Menotti,
pero, sin ninguna duda, gente así se hace necesaria para que no
todo caiga en el tacho de la basura. Y cerremos con la famosa frase de
Albert Camus que, además de escribir obras señeras, fue
arquero, escribió esto para pensar: Todo lo que hoy sé
de moral, lo aprendí del fútbol.
Podríamos seguir con las discusiones de Menotti y del holandés
Cruyff con los potentados del fútbol español, por ejemplo,
pero lo dejamos para el lector del libro, que ojalá se dé
a conocer en la Argentina. Un libro que hace pensar. Y por esto tenemos
que darles las gracias a Menotti y al autor de este libro, Harald Irnberger.
(Una anécdota, antes de terminar: a Menotti lo vi jugar en Rosario
Central, en sus principios. No corría nunca, caminaba la cancha,
pero cuando agarraba la pelota era gol. Rattín lástima
de hombre, hoy, ayudante en las urnas de torturadores contaba que
cuando Menotti jugaba en Boca, una vez que estaban perdiendo, le dijo:
Corré, pibe, que estamos perdiendo y Menotti, tranquilo,
le contestó: Ahora, lo único que falta es que para
jugar al fútbol tenga que correr). Original, el hombre.
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