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COMO VIVE MENEM A CUATRO MESES DE SU ENCIERRO
Días de hastío y ansiedad

Hoy se cumplen cuatro meses desde que el juez Jorge Urso dispuso su prisión preventiva por considerarlo jefe de una asociación ilícita que traficó armas a Ecuador y Croacia. Sus hábitos, su salud, las visitas, los comentarios, las esperanzas.

Hace cuatro meses que Menem habita la quinta de su amigo Armando Gostanian en Don Torcuato.

Por Diego Schurman

Carlos Menem agradece con un ademán. La mucama, una señora atenta con acento extranjero, se retira con el platito vacío. El alprazolam, una droga para disminuir la ansiedad, acaba de traspasar su garganta. La escena se repite periódicamente en el living de Don Torcuato en medio de un silencio sepulcral. Por eso un amigo que frecuenta la quinta se esmera en ponerle palabras. “Está inquieto, para no decir hinchado las pelotas. Hace rato que no tiene buenas noticias y las que tiene no son malas, directamente son catastróficas”.
La vida del ex presidente, al cumplirse hoy cuatro meses de su detención, se está tornando densa. Mantiene las rutinas de los primeros días pero incorpora a menudo nuevas preocupaciones, que suele amortiguar con el aliento personal y telefónico que le hacen llegar hombres de su entorno y del propio gobierno.
Las siguientes son pinceladas de su encierro:
Gimnasia. No resuelve la intranquilidad ni el malhumor sólo con ansiolíticos. En los primeros días de su detención, un personal trainer le fijó una rutina de flexiones, que ahora se esfuerza en cumplir. También combina bicicleta fija y cinta mecánica durante media hora. Le regalaron un golfito para no perder el hábito. Pero no practica demasiado: lo suyo son los green de 18 hoyos.

Pastillas. Alejandro Tfeli, su médico personal y visitante matinal, no necesitó realizar ninguna tarea de persuasión. Después de la operación de carótida, Menem es un reloj suizo a la hora de tomar su antiagregante plaquetario, una pastilla para evitar que se obstruyan las arterias. Las malas lenguas –y varios libros– aseguran que además toma Viagra. Pero rápidamente su laderos juran y perjuran que su jefe, como árabe que se digne, no necesita de nada más que su deseo.

Habanos. En soledad suele cuidarse con las comidas. Verduras hervidas, pollo a la parrilla y sin piel. ¿Bebidas?: gaseosa dietética y mucho agua mineral. Pero en las reuniones sociales que convoca en la quinta de Armando Gostanián no se priva del asado, los manjares árabes, algunas copitas de vino (de su bodega y chilenos que le obsequia su suegro) y esos robustos habanos que agradece a Fidel Castro, aunque pocos creen que el líder cubano le siga enviando cajas de Cohiba como en los años dorados del menemismo.
Contenedora. Con su esposa, Cecilia Bolocco, los une el techo, pero no las costumbres. El ya no madruga, pero amanece temprano, cerca de las 7. Ella recién ve la luz al mediodía, y a veces después. Los amigos del ex presidente aseguran que muchas veces ni siquiera baja del primer piso: se queda en las habitaciones bordando tapices. El problema es a la noche. “Ella siempre quiere prolongar las sobremesas hasta la madrugada, pero él a las 11 ya pide pista para dormir”. Todos hablan de “amor”, resaltan la manera en que se prodigan “mimos” en público. “Ubicada”, “inteligente”, “contenedora”, la ensalzan. Y se ríen de los que especulan que la chilena es una agente de la CIA o está junto a Menem por contrato.

Debilidad. Nadie vio al ex presidente llorar. Pero la sola mención de Zulemita, su talón de Aquiles, logró humedecerle los ojos más de una vez. Hay una orden tácita de no hablar de ella. Los que transgreden el “Top Secret” aseguran que aún no hubo contacto pese al doble interés de Menem. Es que no sólo hay una deuda afectiva sino que también se necesitan judicialmente ya que su hija aparece en la ruta del dinero por su supuesto enriquecimiento ilícito.

Encuentro. Más de una vez se olvida de todo, incluso de la venta ilegal de armas. Uno de esos días fue un viernes de setiembre en el que festejó, con pastas y asado, junto a varios ex funcionarios de su gabinete. Estuvieron en “Torcuato” –como dicen los íntimos evitando el “Don”– Guido Di Tella, Carlos Corach, Alberto Kohan, Eduardo Bauzá, Jorge Rodríguez, Roque Fernández, José Uriburu, Alberto Mazza y Raúl Granillo Ocampo. Faltó, con aviso, Manuel García Solá.

Aguante. Un pequeño círculo familiar hace el “aguante”. Allí están su hermano Eduardo y sus sobrinos Adrián y Martín. A ellos se suman los colaboradores de siempre: los secretarios Ramón Hernández –que hace un tiempo atrás estuvo internado en una clínica de Hurlingham en el mayor de los silencios– y Humberto Keller y el vocero Federico Azzarini. También el mismísimo Gostanián y sus hijos, los dueños de la casa. Para las tareas de hogar, personal extranjero: nombres como Igor y Vladimir, apellidos como Kreschentska y Filipovitch. Bolocco cuenta secretaria y mucama propia: Ximena Campbel Montaldo y Lilian Alvarado.

Juegos. La diversión pasa por los juegos de mesas. Siempre hay un mazo de cartas a disposición. Menem suele mostrar sus dotes en el poker. La otra opción es la lectura. En el living están a la vista las biografías de Napoleón, Alejandro Magno y Juan Domingo Perón. La Biblia y el Corán descansan en su habitación. Todo queda a un lado cuando juega River. En la pantalla de su televisor gigante muy de vez en cuando ve alguna película o, sobre todo tras el atentado a las Torres Gemelas, la CNN en español.

Bolsa. Un hábito que arrastra desde su primer mandato es saber a cada rato el estado de la bolsa. Si bien dispone de mayor tiempo, no apela a la televisión o a la radio. Ni siquiera navega por Internet. Simplemente da la orden y sus secretarios le facilitan los movimientos bursátiles, además del índice riesgo país. En los últimos días se entusiasmó ya que, producto de la crisis, los llamados para escuchar su parecer sobre el tema se incrementaron.

Trajes. Son contadas las veces que se pone un traje. Lo hizo para su cumpleaños y también para ir a declarar a Tribunales. Pero habitualmente se lo ve de jeans o pantalón sport, camisa, una camperita y mocasines. Y recibe a las visitas en uno de los sillones de un cuerpo del living. Ese es el “trono” desde donde, según sus fieles amigos, muestra su “orgullo”, “temple”, “fortaleza”, “integridad”, “enojo”, y “debate sobre temas de actualidad”. Por estos días disfruta cómo en el propio Gobierno debaten “su” propuesta de dolarización.

Prode. El fiscal Carlos Stornelli y el juez Jorge Urso son su peor pesadilla. Y deja en claro su “indignación” ante sus abogados Oscar Roger y Oscar Salvi. Con ellos ahora practica desde hace rato un particular Prode sobre el inminente fallo de la Sala II de la Cámara Federal ¿Será 21, 1-2, 3-0 o 0-3? A Menem le desespera y le da “impotencia” no tener a esta altura del proceso un mínimo indicio de lo que decidirán Horacio Cattani, Martín Irurzun y Eduardo Luraschi. “Dios dirá”, le dice a cada una de sus visitas. “Dios dirá”.

 

Desde la Rosada y la UCR
Por D. S.

Si bien algunos funcionarios del Gobierno transitaron entre el silencio y la negación, el teléfono rojo de Don Torcuato recibió varios llamados desde la Casa Rosada. El ranking es liderado por el ministro del Interior, Ramón Mestre. Fue el primero en comunicarse. Y también el último: la semana pasada aclaró en persona las declaraciones en las que vinculó directamente al ex presidente con el atentado a la AMIA. El titular de la SIDE, Carlos Becerra, también habló. ¿La razón?: “Secreto de Estado”, respondieron los menemistas. Lo que sí trascendió fue que hubo numerosas charlas –más de cinco– con Enrique Nosiglia, quien sin tener un cargo público es considerado un integrante en las “sombras” del Gobierno. La más significativa “fue cuando corrió fuerte una versión que decía que De la Rúa era el factotum de su detención. Quería aclarar que no era así”, señalaron a Página/12 desde adentro de la quinta. La más reciente, según relatan allegados al dirigente radical, fue posterior a una charla de Coti con Eduardo Bauzá quien le habría pedido que hablara con el ex presidente quien estaba “muy bajoneado”. Los menemistas mencionaron a tres personas más: el jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, el ministro de Economía, Domingo Cavallo –con quien comparte no sólo la preocupación por el caso armas sino también una lista de candidatos porteños– y el ahora aspirante a senador bonaerense Raúl Alfonsín. Los primeros dos no confirmaron ni desmintieron el contacto. El ex presidente radical, en cambio, admitió haber enviado saludos, pero a través de un tercero, el senador Carlos Corach. Un gesto que el propio Menem agradeció públicamente.

 

Llamados y visitantes
Por. D. S.

Los siguientes son los nombres de los principales llamados y visitas que recibió Carlos Menem en Don Torcuato, divididos por rubro:
Deportistas: Diego Maradona, el Pato Fillol, Fernando Navarro Montoya, Osvaldo Alonso, Ramón Díaz, Hugo Gatti, Jorge “La Hiena” Barrios y José Sanfilippo;
Empresarios: Carlos y Alejandro Bulgheroni; Roberto y Juan Alemann, Julio Werthein, Constancio Vigil, Daniel Lalín, Jorge Avila, Carlos Rodríguez, Mauricio y Franco Macri.
Ex y actuales mandatarios extranjeros: George Bush padre (Estados Unidos), Bill Clinton (Estados Unidos), Ernesto Samper (Colombia), Andrés Pastrana (Colombia), Luis Lacalle (Uruguay) y Eduardo Frei (Chile)
Artistas: Charly García, Carlos Perciavalle, Susana Giménez, Alain Delon, Víctor Bo, Ethel Rojo y Juan José Camero.
Medios: Bernardo Neustadt, Gerardo Sofovich, Marcelo Longobardi, Daniel Hadad, Luis Beldi y Mauro Viale.
Políticos: José Manuel de la Sota, Carlos Reutemann, Julio Miranda, Eduardo Menem, Ramón Ortega, Daniel Scioli, José Luis Gioja, Humberto Roggero, Rodolfo Barra, Antonio Cafiero, Herminio Iglesias, Jorge Castro, Víctor Alderete, Alberto Lestelle, José Luis Manzano, María Julia Alsogaray, Adelina D’Alessio y Javier Mouriño.
Jueces: Roberto Marquevich.
Sindicalistas: Rodolfo Daer, Andrés Rodríguez, Antonio Cassia y Jorge Triaca.

 

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