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DINAR LINEAS AEREAS


COMO FUE EL PRIMER MAZAZO DE RESPUESTA A LOS ATENTADOS DEL 11
Cinco horas, 50 misiles, 100 raids

Empezó. La campaña anglonorteamericana para expulsar del poder a los talibanes, capturar vivo o muerto a Osama bin Laden y destruir la base afgana de su organización al-Qaida se descargó anoche sobre Kabul, Kandahar y Mazar-i-Sharif con una tempestad de fuego aéreo contra las defensas del país.

Por Julian Borger,
Ian Traynor, Luke Harding
y Ewan McAskill *
Desde Washington, algún lugar de Afganistán, Islamabad y Londres

Estados Unidos y Gran Bretaña lanzaron anoche una masiva avalancha de ataques aéreos, incluyendo 50 misiles de crucero y ola tras ola de misiones de bombarderos pesados, en el mazazo de apertura de lo que el presidente George Bush prometió que sería una campaña “sostenida, abarcativa e inexorable” contra Osama bin Laden y sus partidarios. Los ataques misilísticos iniciales, apuntados a invalidar las defensas antiaéreas, fueron seguidos por misiones de bombardeo de alta altitud por bombarderos furtivos, en salidas aéreas desde el Golfo Pérsico. También se sugirió que fueron usadas la isla Diego García en el Océano Indico –que es gobernada por Gran Bretaña– y bases militares en Estados Unidos mismo.
La fulminante campaña de bombardeos, a casi un mes de las masacres terroristas del 11 de septiembre en Nueva York y Washington, fue apuntada a devastar las fuerzas de la milicia gobernante en Afganistán, el Talibán, y la andrajosa infraestructura de la organización al-Qaida de Bin Laden. La primera señal de que había empezado la campaña vino cuando se informó de varias explosiones de alto volumen sonoro desde Kabul y los suministros de electricidad fueron cortados. Portaaviones que se cree que están en el Océano Indico lanzaron 25 misiones de ataque. Hasta 15 bombarderos basados en tierra, incluyendo aviones furtivos B-2, también estuvieron involucrados en las salidas, así como bombarderos de largo alcance B-1 y B-52 despegando desde Estados Unidos y reabastecidos en vuelo. Al mismo tiempo, aeronaves de transporte de Estados Unidos lanzaron desde los cielos envíos de comida y medicinas dirigidos a los refugiados y los civiles afganos.
Tres horas después de los primeros ataques, Zaeef, el representante talibán en Islamabad, afirmó que tanto Bin Laden como el líder talibán, el mullah Mohamed Omar, seguían vivos. Los talibanes también dijeron haber derribado una aeronave norteamericana o británica. En una respuesta pregrabada, Bin Laden advirtió a los norteamericanos que “nunca van a sentirse seguros hasta que nosotros no nos sintamos seguros en nuestras propias tierras”, refiriéndose a la totalidad del mundo islámico (ver ampliación en pág. 8). La respuesta, cuidadosamente calibrada, fue entregada en un video a la oficina en Kabul de la cadena de televisión de Qatar Al Jazeera. A Bin Laden se lo vio en ropa de fajina y armado con un rifle de asalto. A su lado se encontraba su segundo egipcio y principal ideólogo, Ayman Zawahri, quien también advirtió de una pesada represalia.
El presidente Bush pronunció un discurso televisado en vivo pocos minutos después que comenzaran los ataques. Dijo que los bombardeos estaban apuntados a Bin Laden y los talibanes, pero agregó que “la batalla es más amplia” y advirtió que cualquier gobierno que siga patrocinando al terrorismo también será un blanco. “Cada nación tiene una opción que tomar. En esta guerra, no hay territorio neutral.” Tony Blair, el primer ministro británico, fue el segundo en hablar, con un discurso televisado en que señaló los objetivos de la campaña como la erradicación de “la red de terror de Osama bin Laden y actuar contra el régimen talibán que la asila”. Dijo que los talibanes “tuvieron la oportunidad de ponerse del lado de la justicia o del terrorismo. Eligieron ponerse del lado del terrorismo”.
A medida que los ataques se producían, las explosiones iluminaron la noche alrededor de la capital, Kabul, el cuartel general talibán en Kandahar y otros bastiones talibanes en todo Afganistán, desde los que se reportó que aeródromos, estaciones de radar, baterías antiaéreas y bases militares fueron destruidas. Sólo un esporádico fuego antiaéreo se resistió a los ataques.
Los ataques de ayer parecieron apuntar principalmente a la paralización de quienes protegen a Bin Laden, la milicia talibán, preparando el escenario para las operaciones de las fuerzas especiales norteamericanas y británicas, que intentarán capturar a Bin Laden y a su organización al- Qaida. Los primeros blancos fueron las defensas antiaéreas y los aviones talibanes, para permitir operaciones posteriores de bombarderos norteamericanos, que volarán a más baja altura para alcanzar a los tanques y otros equipos militares de los talibanes. En un discurso televisado anoche, Bush dijo que “inicialmente los terroristas se esconderán en cuevas más profundas y otros escondites intrincados. Nuestra acción militar también está diseñada para dejar el camino libre para otras operaciones, sostenidas y abarcativas, para capturarlos y llevarlos a la justicia”.
La Alianza del Norte antitalibán, que tenía conocimiento previo de los ataques, golpeó posiciones talibanas en los alrededores de Kabul y en otros frentes al norte del país. El “canciller” de la Alianza, Abdullah, predijo que las líneas talibanas en la capital afgana no resistirán “más que unos días”. De todos modos, en privado, los líderes de la Alianza del Norte son más cautelosos. Agentes de la Alianza, que fueron hacia las líneas enemigas en tareas de espionaje, informaron que la moral entre los talibanes se mantiene alta, que están bien equipados y que parecen perfectamente preparados para sacrificar sus vidas en una guerra santa.
Los informes del Pentágono y de la Alianza del Norte, además de información recogida de varias zonas de Afganistán, indican que los ataques fueron abarcativos y extendidos. Entre los blancos figuraron: los aeródromos militares, el nervio central de los rudimentarios sistemas de defensa antiaérea y de radar de los talibanes; las bases talibanas y de Al Qaida en Kandahar, incluyendo la casa del mullah Mohamed Omar, líder de los talibanes; las bases de Al Qaida en Jalalabad, y las posiciones talibanas en el norte del país, en Mazar-i-Sharif.
Se espera que la base aérea de Bagram, 35 kilómetros al norte de Kabul, se convierta en un campo de batalla central. El general Babajan, comandante de la Alianza del Norte en la base, dijo que los talibanes levantaron sus defensas entre el aeropuerto de Kabul y la montaña de Kohi Sufi, bloqueando la entrada de la capital por el norte, y desplegaron 5000 hombres en el área. Abdullah dijo que una vez que las fuerzas de la oposición puedan echar a los combatientes talibanes fuera de Bagram, esta base aérea será utilizable por los aviones norteamericanos para lanzar desde allí los bombardeos de baja altura que apuntarán a tanques y otros equipos militares talibanes.
Todos los norteamericanos fuera del país fueron puestos en alta alerta.
* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

Claves
- Ayer comenzó la ofensiva anglonorteamericana sobre Afganistán. Apuntó a las defensas antiaéreas y bases militares talibanas.
- Las fuerzas de la antitalibán Alianza del Norte están listas para lanzar la ofensiva terrestre sobre Mazar-i-Sharif y la capital Kabul.
- Los bombardeos de ayer son el preludio de bombardeos de más precisión para preparar el terreno a las fuerzas especiales norteamericanas
y británicas que buscarán a Bin Laden en territorio afgano
- Osama bin Laden prometió ayer que “EE.UU. no conocerá más la seguridad”
- En Washington y Peshawar (Pakistán), el comienzo de los ataques fue vivido con relativa indiferencia.

 

Primeras imágenes de la guerra verde

En Washington preguntaban “¿Qué mierda es esto?” (página 11). En Peshawar, Pakistán, alguien explicaba “Cada vez que veo una pantalla verde me acuerdo de Sarajevo, de Bagdad: cada vez que veo una pantalla verde sé que están humillando a un país islámico” (página 7). Estas imágenes verdes fueron las únicas que se pudieron ver ayer de la guerra que ayer, paradójicamente, se hizo visible. Las primeras imágenes de una guerra que promete ser larga, verde, y donde la desinformación también promete ser larga, profunda, y verde como las pantallas de ayer.

El día que los antitalibanes esperan para tomar Kabul

Por Luke Harding
y Ian Traynor
Desde Islamabad y Jabal Saraj, Afganistán

Ahora se espera que la Alianza del Norte antitalibán lance una amplia ofensiva luego de los ataques aéreos norteamericanos. Pero aún se plantean dudas sobre su capacidad para tomar la capital Kabul. La Alianza del Norte está ansiosa de capitalizar el desbande talibán y el estado de revuelta popular que ya se vivía en muchas provincias clave de Afganistán antes del comienzo de los ataques aéreos de ayer. Muy poco tiempo antes de que comenzaran los bombardeos, un alto oficial de la Alianza del Norte, el general Abdul Basir, prometió que bastaba un chiflido desde lo alto de la organización para que un heterogéneo pero feroz ejército de combatientes salga de sus casas con sus Kalashnikovs y sus misiles antitanques para marchar hacia las montañas que rodean Kabul. “Estamos listos para combatir en una hora, no bien llegue la orden.”
“Estamos contando los minutos y los segundos. Incluso cuando vemos volar una mosca, pensamos que es un avión”, confesó el general Del Agha, comandante general de la brigada Salang de la Alianza del Norte y ex oficial de inteligencia mujaidín, justo antes de que los ataques comenzaran. “Las cosas ahora son muy diferentes aquí. Y la política en Afganistán cambia muy, pero muy rápidamente.” Las palabras que se escuchan en Jabal Saraj no versan demasiado sobre Osama bin Laden, el hombre más buscado del mundo, sino más bien sobre los talibanes y cómo serán castigados. “Podemos arrojar a toda la gente que vive bajo el régimen talibán en el Golfo Pérsico”, explica el general Del Agha. “Pero, ¿por qué el mundo nos está ayudando si ve a nuestra gente como un reflejo de Osama bin Laden?”
Pocos analistas creen que la Alianza del Norte tenga la capacidad militar inmediata para derribar a los apaleados talibanes. Señalan que la dinámica básica de la larga guerra civil en Afganistán no ha cambiado. Los talibanes siguen controlando el 95 por ciento del país, y tiene un ejército muy superior en número a los de la oposición: 45000 combatientes contra solamente 15000. Mientras la Alianza del Norte espera nuevo equipamiento militar de parte de los aliados de Estados Unidos, tiene que arreglarse con un equipamiento que es patéticamente inadecuado. La oposición afgana tiene apenas cinco helicópteros de transporte Mi17, unos pocos tanques y un suministro amplio de lanzamisiles. El general Rashid Dostum, el señor de la guerra uzbeko que ahora está buscando reconquistar la ciudad norteña de Mazar-i-Sharif, admitió recientemente que muchos de sus combatientes no tienen ni siquiera un par de botas. La oposición también enfrenta otros problemas, principalmente el de mantener las líneas de abastecimiento de las tropas que están luchando en los enclaves remotos de Baghdis, Ghor y Balkh.
Sin embargo, algunos observadores creían anoche que los ataques aéreos pueden desatar lo que llamaron una “reacción en cadena”. Lo que todavía no queda claro es cuántos comandantes mujaidines están ahora cambiando de bando en la creencia de que la caída de los talibanes es inminente. Al menos 12 comandantes en el este de Afganistán desertaron, según estas fuentes. Abdul Haq, ex líder mujaidín que volvió a Peshawar (Pakistán) para organizar el derrocamiento de los talibanes, dijo que la revuelta podría comenzar enseguida en todo el país. “Queremos comenzar nuestra actividad en varios lugares al mismo tiempo, y no en un punto determinado, en el cual los talibanes podrían presionarnos. Estamos hablando de 20 o 30 lugares distintos”, dijo.
Algunos informes sugieren que el sentimiento antitalibán en las volátiles provincias orientales del país podría convertirse rápidamente en rebelión abierta. Los talibanes parecen estar perdiendo el control de estas zonas y el levantamiento en una provincia puede contagiarse enseguida en otra. Entonces, la revuelta podría extenderse desde el este a las provincias del norte de Afganistán, como Kunduz y Takhar. La Alianza del Norte estará lista para retomar Mazar-i-Sharif, que fue la última ciudad importante de Afganistán en caer en manos de los talibanes, en 1997. Los talibanes también son odiados entre la población de la ciudad de Herat. Las tropas leales del ex gobernador de Herat, Ismail Khan, están esperando para reconquistar la ciudad si los talibanes se muestran vulnerables.
Algunos observadores creen que luego de los bombardeos norteamericanos, los talibanes, cuya etnia dominante son los pashtunes, se retirarán hacia el sur del país, que es su tierra. “Veo a los talibanes retrocediendo hasta Kandahar”, dijo un analista afgano. Las tropas talibanas ya movieron algunas armas pesadas a Oruzgan, la provincia montañosa remota en la que creció el mullah Mohammad Omar, el líder talibán. Oruzgan es un lugar ideal para una última estancia. Pero la gran cuestión es Kabul. La capital es relativamente fácil de capturar: al Ejército Rojo le tomó apenas unos días, utilizando tanques, en 1979. Sin embargo, es muy difícil de defender. Las montañas nevadas que rodean Kabul son un territorio ideal para que pequeños grupos guerrilleros lancen misiles contra la fuerza ocupante.
Rodeado por fuerzas talibanas en tres frentes, el último comandante de la Alianza del Norte, Ahmed Shah Massud, decidió abandonar Kabul en septiembre de 1996 antes que arriesgarse a una aniquilación completa de sus tropas. Quizás los talibanes repitan la táctica. Después es posible que se reagrupen y comiencen a bombardear. La vida de cualquiera que permanezca en Kabul será por lo menos peligrosa. Algunas personas realistas dentro de la oposición admiten que llevará mucho tiempo antes de que los talibanes sean completamente derrotados. “Estamos hablando de meses, más que de semanas”, señaló el comandante Haq.

 

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