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OPINION

La hora del Dr. Lecter

Por Claudio Uriarte

Esto que empezó ayer dista de ser lo peor que se viene. Detrás o por debajo del mazazo de fuego aéreo –y que continuará por varios días–, del peine más fino de los bombardeos de baja altitud que es la próxima etapa, de la entrada triunfal en Kabul de la Alianza del Norte respaldada por cortinas de fuego aliado, de la instalación al frente del nuevo gobierno del decorativo rey Zahir Shah –de 86 años, y actualmente exiliado en Roma– y de la peligrosísima entrada de las fuerzas especiales norteamericanas y británicas en el laberinto de bases terroristas excavadas bajo piedra por Osama bin Laden y su organización al-Qaida, otro ejército de las sombras, muchísimo más pavoroso y frankensteiniano de lo que se haya visto hasta ahora, se prepara para entrar en acción. Llamémoslo el ejército del Dr. Lecter.
Días pasados, el vicepresidente y verdadero “hombre fuerte” norteamericano Dick Cheney advirtió de modo ominoso al pueblo estadounidense que “en el futuro, y para esta sórdida guerra que se prepara, deberemos entablar trato con gente cuya sola existencia nos repugna, gente depravada y sin ningún principio ético”. Cheney dijo esto en el contexto de las discusiones sobre el revocamiento de la prohibición de asesinar que el ex presidente Jimmy Carter impuso a la CIA hace 26 años, pero sería ingenuo creer que un hombre tan duro o implacable como Cheney se refería con su alusión a meros asesinos o torturadores a sueldo, que la CIA ya emplea sin duda: la prohibición de asesinar de Carter simplemente significa, leída correctamente, que “la casa” no se hará responsable de los asesinatos cometidos por sus agentes si éstos son atrapados in fraganti con las manos en la masa.
La gente a la que alude Cheney está en una escala de peligrosidad infinitamente superior a la del Chacal de Frederick Forsyth o al más local Tigre Acosta. Está, entre otras palabras, en la lista de los 10 individuos más buscados por el FBI, lista que incluye a Bin Laden y, en la ficción cinematográfica, al psicopático Dr. Hannibal Lecter. Gente que, desarmada y sin más que una gillete (¿suena familiar?) puede matar a sus guardias y mantener en el pavor más absoluto a una docena de policías armados hasta los dientes; gente capaz de drogar a un perverso para incitarlo a irse cortajeando la cara hasta quedar irreconocible, gente capaz de drogar a otro infeliz para serrarle el cráneo para luego levantárselo limpiamente, cortarle un trozo de cerebro, freírlo y dárselo a comer. Gente terrorífica, porque la barbarie del enemigo barbariza a la vez, y la humanidad debe prepararse para cosas cada vez más horribles.


 

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