RODOLFO TERRAGNO, EL CANDIDATO Se postula a senador nacional por la Alianza. Rodolfo Terragno dice que su discurso no es �esquizofrénico� pero dice casi todo lo contrario que el presidente Fernando de la Rúa. |
Por Miguel Bonasso "La clave consiste en que nos saquemos de encima esta deuda
escandalosa. Salvo
Nigeria, no hay ningún país del mundo que pague estos intereses. No hay
salida de la recesión si no se reestructura la deuda", insiste una y
otra vez Rodolfo Terragno. El candidato a senador por la Capital bajo la
divisa (¿contradictoria? ¿maltrecha?) de la Alianza, recordará también
que hasta su famoso crítico, el estadounidense Rudiger Dornbusch (que
alguna vez propuso mandar al ex periodista al zoológico) propone
reestructurar y de una manera más drástica, menos negociada, como la que
propone el dueño de casa. El diálogo será fluido y sin reservas y el
hombre que alguna vez presidió la Unión Cívica Radical y ocupó la
jefatura de gabinete en los primeros tramos del gobierno actual, deberá
acudir a toda su capacidad dialéctica para explicar la paradoja de que el
candidato aliancista base su campaña en la oposición a la línea económica
del Ejecutivo aliancista. Para encontrar, al final, una interesante
coincidencia con su rival Elisa Carrió en relación con el "Estado
mafioso" y la transversalidad de una corrupción "que no empezó
el 8 de julio de 1989 ni terminó el 10 de diciembre de 1999". --John Gay, ex asesor de
Margaret Thatcher dice en su libro "Los dos liberalismos" que el
mercado debe proveer las necesidades de los ciudadanos y que cuando no lo
consigue puede ser razonablemente transformado. Pensando en Argentina, ¿qué
opinión le merece la conducta de un mercado que hasta ahora no ha tenido
ley?
--Ante
todo hay que comprender que sin Estado no hay mercado, hay ley de la
selva. Para que exista el mercado tiene que haber reglas y autoridad de
aplicación, de la misma manera que para que haya fútbol tiene que haber
reglamento y referí. Oponer Estado y mercado implica no entender siquiera
lo que es el mercado. La idea de muchos liberales argentinos no es ni
siquiera liberal, es previa a Adam Smith, es fisiócrata. Representa una
regresión a un pensamiento económico muy primitivo, que sólo puede
favorecer a los más fuertes que son los menos y que termina creando
sociedades tan disfuncionales que después no pueden operar.
--Esa ley de la selva permite, por ejemplo, que empresas como
Repsol extraigan mucho,
exploren poco, exporten más allá de lo que permitiría un manejo
racional de un recurso no renovable y que, de postre, nos vendan caro
nuestro propio petróleo. ¿Si llega al Senado planteará un cambio
de los marcos regulatorios que evite semejantes abusos?
--Antes de hablar de regulación hay que hablar de servicios públicos
monopólicos. Allí en donde no hay competencia hay que emularla. La
emulación la hace el Estado para evitar que los usuarios se conviertan en
rehenes. En eso hay mucho por hacer. Fíjese que nosotros tenemos
regulaciones débiles, ni siquiera comparables con las regulaciones que
puede imponer un gobierno social-demócrata. Incluso estamos lejos de la
Carta de los Derechos de los Ciudadanos del gobierno conservador británico
de John Major, que planteó el tema de los usuarios de una manera que aquí
sería acusada de socializante. Y no sólo eso, alguna gente dice que es
imposible avanzar sin incumplir las obligaciones del Estado e incurrir en
faltas que deriven en indemnizaciones. Una cosa es incumplir y otra cosa
es sentarse a la mesa a negociar. Todo se puede negociar. Empezando por
ciertas indexaciones que se miden por la inflación de Estados Unidos
cuando aquí hay deflación...
--Como ocurre con las tarifas telefónicas...
--¡Claro! Tampoco hay una adecuada auditoría de los cumplimientos
de las obligaciones ni de la calidad de los servicios. Hace falta una acción
muy fuerte del Estado. Uno de los problemas que yo veo es que muchos entes
reguladores han sido constituidos como parte de esos joint ventures
que hacen los partidos políticos para repartir puestos, con el mismo
criterio con el cual se manejaban las empresas públicas. Porque no es que
haya algo ontológico que haga que una empresa estatal tenga que ser
deficitaria. La Renault sigue siendo una empresa estatal francesa y es
eficiente. Lo que hizo que nuestras empresas fueran un desastre es que
significaban un botín de militares y políticos. --Acá hubo una verdadera devastación del Estado y del
concepto de lo público que se manifestó en el gobierno de Menem, pero
siguió con De la Rúa. ¿Es posible reconstruir lo público sin un bloque
social y político como el que posibilitó la Alianza o ese bloque está
pulverizado?
--No,
el bloque no está pulverizado porque, a mi juicio, la Alianza siempre fue
esa masa de votantes que obligó a dirigentes que no querían aliarse a
formar una unión. Se habla a veces de los padres de la Alianza y de quiénes
fueron los artífices, y creo que fueron Zuleta Puceiro, o Graciela Römer,
es decir los encuestadores. La gente no aceptaba que la obligasen a votar
dividida, porque tenían los mismos intereses los radicales, los
frepasistas y los independientes. No admitían que por aspiraciones
partidarias los dividiéramos en el cuarto oscuro. Ahora
bien, muchos se convencieron de que era necesario ir en alianza pero no se
convencieron de la necesidad de un cambio. Había mucha gente que pensaba
que nosotros debíamos distinguirnos del menemismo atacando la corrupción,
la frivolidad y la idea de perpetuarse en el poder, pero que en materia
económica no había mucho margen para hacer cosas distintas y que había
que agregarle una pizca de solidaridad social al modelo. Bueno, incluso
Menem fue preso y no nos afirmamos en el poder por la falta de un modelo
económico distinto a ese proyecto concentrador y conservador que comenzó
durante el menemismo.
--Usted es el candidato a senador por la Alianza y tiene un
discurso opuesto al del Presidente, que también pertenece a la Alianza.
¿No ve en esto una situación un tanto esquizofrénica?
--Yo no veo la esquizofrenia, lo que veo es que hay en la Argentina
un gobierno de coalición, y cuando hay una coalición pasa siempre esto.
--¿Pero esa coalición no se rompió el 5 de octubre del año
pasado cuando De la Rúa lo alejó a usted del gabinete?
--Cuando hablo de coalición no me refiero a la Alianza. Con la
incorporación de Cavallo al Gobierno se torna una coalición al estilo
del "Pentapartit", donde pueden coexistir el Partido Comunista y
el Partido Demócrata Cristiano, y eso no quiere decir que los comunistas
se hagan democristianos, ni que los democristianos comunistas. Es una
situación a la que no estamos acostumbrados. Aquí está muy clara la
situación. En un momento de crisis, acosado por los números, por los
sectores liberales y por los sectores financieros internos y externos, De
la Rúa creyó necesario entregarle el Ministerio de Economía a un
partido que no tenía absolutamente nada que ver. Esta elección viene a
poner claridad sobre esto, porque parece que aquí hay mucha gente que
hasta ahora no se había dado cuenta de que la Alianza era una cosa y que
el Ministerio de Economía estaba en manos de un partido que no tiene nada
que ver. Hizo falta que llegara esta elección para que lo advirtieran. Sólo
que algunos creen que la incongruencia está en la elección y no en la
conformación del gobierno.
--En su campaña actual el punto cenital es la renegociación de
la deuda externa: ¿Cuántos fondos cree que se liberarían renegociando
la deuda en buenos términos?
--Tomando solamente intereses, yo creo que se elimina el déficit.
Porque hoy en día la Argentina tiene un importante superávit primario,
la Nación Argentina recauda más de lo que gasta, a no ser por los
intereses, que son unos 11.000 millones. Teniendo en cuenta que el déficit
está aproximadamente en 6 mil, bajando el servicio de la deuda a la mitad
está resuelto el problema del déficit.
--¿Qué alternativa ve para salir de la maldita recesión?
--Si se reestructura la deuda desaparece el déficit y por lo tanto
la necesidad de medidas recesivas. Rudy Dornbusch, que no es precisamente
un socialista, que fue un gran propagandista de la convertibilidad y
sponsor de Cavallo, y además me quiere tanto que propone meterme en una
jaula del zoológico plantea una alternativa más radical que la mía. Yo
propongo una reestructuración consensuada y él dice que hay que hacerla
de facto. Sostiene que hay que respetar la deuda y que se pueden respetar
hasta los plazos, pero que la Argentina tiene que decidir unilateralmente
a partir de mañana por ejemplo, que paga a tasa norteamericana más 150
puntos porcentuales, y al que no quiere recibir ese interés se lo
deposita en una slower count. Y dice que eso automáticamente hace
bajar el riesgo país y recupera la confianza, porque el servicio de la
deuda se convierte en "sostenible", que es lo que mide el riesgo
país. En cualquier caso la clave está en que nos saquemos de encima esta
deuda escandalosa. Salvo Nigeria no hay ningún país del mundo que pague
estos intereses.
--¿Cómo resuelve la contradicción que surge ante los ojos de
los electores cuando recuerdan que usted fue Jefe de Gabinete de este
Gobierno cuando tomó las primeras medidas recesivas?
--En primer lugar a mí me llama mucho la atención la contradicción
de los críticos. A Chacho Alvarez lo critican porque se fue, porque no
dio la pelea desde adentro. Y yo di la pelea desde adentro hasta el punto
en que me convertí en un obstáculo molesto y me echaron. Por otra parte
es la primera vez que yo soy cabeza de lista, es la primera vez que la
gente va a poder votar mis ideas.
--El otro día dijo que había que instalar food cards
(tarjetas de comida) para las jefas de familia: ¿eso se
contradice con el proyecto de la CTA de crear un salario mínimo para los
jefes de familia o de bajar las horas laborales de las 500 firmas más
grandes del país para crear 135 mil nuevos puestos de trabajo?
--No, no se contradice. A mí las iniciativas de la CTA me parecen
muy interesantes. Lo que ocurre es que yo partí de la posibilidad de una
reestructuración de la deuda, y a partir de ahí pensar en cómo se podían
reasignar los recursos que nos ahorraríamos con eso. Me parece que hay
que discutirlas porque son propuestas serias. Pero sin una política
industrial que duplique el PBI en 10 años, para lo cual hay que crecer al
6 por ciento anual, y por lo tanto generando empleos verdaderos no hay
solución al problema. --¿Cómo ve a Elisa
Carrió?
--A
mí lo que más me interesa de Lilita es que ha probado que el crimen
perfecto no existe. Había en algunos casos un fatalismo en la política
argentina, "la corrupción no se puede probar". En otros casos
hipocresía, había gente que decía eso porque no la quería probar. Uno
puede criticar los excesos, las formas de las denuncias, el
individualismo, muchas cosas, pero el sedimento de la acción de ella es
la idea de que cuando uno tiene voluntad y va hacia delante, encuentra que
los ladrones de guante blanco muchas veces se sacan los guantes y dejan
las huellas.
--¿Coincide con ella en que hay un 'Estado Mafioso' que abarca
a los dos grandes partidos?
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