Dos periodistas estadounidenses radicados en Buenos Aires, Joe Goldman y Dawn Makinson, investigaron, para el ciclo �60 minutos�, la lucha de las Abuelas para recuperar a sus nietos. Tras ver el programa, varios senadores pidieron abrir archivos secretos de la represión.
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Por Oscar Ranzani El tema
de la apropiación de menores durante la dictadura militar trascendió
hace años las fronteras de la lucha local. Pero en este caso, una
investigación realizada por periodistas norteamericanos logró un éxito
en otro plano. El influyente programa "60 minutos", que conduce
el periodista Bob Simon por la cadena CBS en Estados Unidos, recibió el
premio Emmy a la Mejor programación histórica destacada en segmentos. El
premio ya fue otorgado, pero la ceremonia (que iba a realizarse el domingo
pasado) se canceló debido al inicio de la guerra. El ciclo, que
actualmente es uno de los más vistos en EE.UU., presentó un especial de
22 minutos de duración el año pasado, relacionado con el robo de bebés
durante la dictadura, y logró que el tema llegara no sólo a la opinión
pública estadounidense, sino también (gracias a las repeticiones que
tiene "60 minutos" en el resto del mundo), a más de treinta países.
El ciclo galardonado fue preproducido por los periodistas estadounidenses
Joe Goldman y Dawn Makinson, quienes realizaron el trabajo previo de
entrevistas con abuelas, hijos de desaparecidos, ex detenidos, testigos y
represores. Goldman es actualmente corresponsal para la cadena ABC y
Makinson tiene productora independiente.
El documental aborda tres casos, pero uno en especial: el de un
joven que actualmente se sabe que es hijo biológico de José Manuel Pérez
Rojo y de Patricia Julia Roisinblit, hija de Rosa Tarlovsky de Roisinblit,
vicepresidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo. Pérez y Roisinblit (h)
fueron secuestrados por un grupo de tareas el 6 de octubre de 1978. El
chico, que actualmente tiene 22 años, nació en cautiverio en la Escuela
de Mecánica de la Armada y fue inscripto por el matrimonio Gómez Jofré
como propio. Su madre biológica lo había llamado Rodolfo pero se crió
con el nombre de Guillermo Francisco Gómez y se convirtió en el primer
caso que se detectó involucrando a personal de Aeronáutica. Sus
apropiadores son Francisco Gómez y María Teodora Jofré.
El trabajo del equipo de "60 minutos" se realizó antes
de que se conociera el paradero del chico y quiénes eran sus
apropiadores. Relata la búsqueda del menor encarada por su hermana
Mariana Pérez y por su abuela. Al poco tiempo de emitido el especial,
Rosa Roisinblit se enteró de que habían encontrado a su nieto, gracias a
un llamado anónimo que recibieron las Abuelas de Plaza de Mayo.
Posteriormente, el caso Roisinblit pasó a la justicia argentina y, una
vez realizados los estudios de ADN, Gómez (p) fue procesado por la jueza
María Servini de Cubría.
El nombre del documental es The dirty war (La guerra sucia),
un título que puede admitir distintas connotaciones. En la entrevista con
Página/12 Makinson aclara: "Cuando lo usamos acá, la gente
entiende el sentido directo del término empleado por los militares para
justificar la eliminación y la desaparición de unos cuantos argentinos.
Pero allá, cuando se usa el término 'guerra sucia' significa que fue un
conflicto sucio desde el punto de vista ético. A veces, cuando los
americanos vienen aquí para hacer las entrevistas usan ese término y
muchos argentinos se ofenden al pensar que los norteamericanos están de
acuerdo con lo que hicieron los militares en este país cuando es
exactamente lo opuesto".
Goldman no duda cuando define su posición frente a la situación
de los menores apropiados: "(Luis) Moreno Ocampo dice que no está de
acuerdo con todas las causas abiertas ahora porque son cosa juzgada. Yo
digo que no. Cubrí los juicios y me acuerdo que había poca relación de
lo que se trató con esta situación. Había dos cosas casi tabú: la
primera fue hablar de este tema y la otra fueron los vuelos. Son cosas que
tuvieron pocos testimonios. Tengo respeto por Moreno Ocampo pero no se
puede decir que esto fue cosa juzgada porque no lo fue". --¿Por qué eligieron
este caso?
Joe Goldman: --No hay nada más aberrante que el robo de chicos, el
cambio de identidad y todo lo que implica eso. También creo que, de
alguna manera, viene el tabú de lo cual hablamos antes, porque nadie
quiere admitir (por ejemplo el Tigre Acosta, a quien entrevistamos) que
estaba involucrado en eso. Pero es un tema que, a la vez, por el tabú y
todo, queda ahora con setenta casos resueltos y centenares no resueltos.
Centenares de chicos viviendo una mentira.
Dawn Makinson: --Había un tema muy puntual también que era el
caso de las ocho abuelas que habían juntado sus casos de chicos robados,
se habían acercado a la justicia y lograron que la misma retomara sus
casos. Fue justo eso lo que nos permitió dar algo nuevo a la nota. Desde
hacía mucho estaban trabajando y peleando, pero estas ocho abuelas
lograron que la justicia empezara de nuevo a perseguir a los militares. Y,
de hecho, con los casos de ellas fueron empezando a detenerlos. --¿En qué consistió la
investigación?
J.G.: --Básicamente en hablar con Rosa y Mariana Roisinblit sobre
qué hicieron para buscar al chico. Intentamos hablar con Javier, otro
joven que también nació en la ESMA y creció con un capitán, pero en
eso fracasamos. Hay casos en que no quieren hablar los involucrados. En el
nuestro se dio la situación de que los testigos quisieron hablar y la
nota salió bien. Después hablamos con el Tigre Acosta. Quisimos
entrevistar a otros represores pero no accedieron. Hablar con torturadores
es algo muy interesante, que no hacen en la Argentina. Antes, en Canal 4
hicimos un documental sobre torturadores. Fue un estudio que se hizo en
Argentina, Camboya, la ex Yugoslavia y Ruanda. Hicimos un trabajo sobre qué
es lo que hace un tipo que tortura, que va después a su casa y es un tipo
de barrio, "normal", pero que cuando entra en la ESMA, Campo de
Mayo o un lugar así, es un animal. Eso para mí fue interesante para
después tener algún sentido de qué pasó aquí para crear una situación
de genocidio.
D.M.: --Queríamos explicar desde un punto de vista muy personal cómo
fue la experiencia de un chico robado. El documental trata tres casos. El
de Rodolfo fue el caso central, porque pudimos cerrar todo un círculo.
Teníamos a Miriam Lewin como testigo en la ESMA del nacimiento del bebé
y después, la desaparición de la madre. También aparece la hermana del
bebé robado, Mariana Pérez y el testimonio de Rosa Roisinblit, su
abuela. El otro caso es el de una chica que también fue robada y
recuperada hace muchos años por su familia biológica y que ya había
pasado por los horrores de la adaptación. La idea fue mostrar cómo era
la historia de la apropiación desde el punto de vista de testigos y
protagonistas. --¿Qué impresión deja
en el espectador el documental?
J.G.: --Quisimos mostrar realmente cómo fue un plan. No fue un
caso particular sino que se trató de un plan de apropiación de menores.
Y fue un plan siniestro, eso es lo que quisimos mostrar. Tuvimos intentos
de hablar con varias personas más, muchos intentos con otros represores
pero no tuvimos éxito en eso y hemos tenido mucha relación con
familiares involucrados en esta pelea desde hace años. --¿Qué repercusión
tuvo cuando se emitió?
J.G.: --Cuando se emitió, lo interesante fue que seis senadores de
los Estados Unidos que habían visto el programa sintieron la necesidad de
pedir la apertura de los archivos del Departamento del Estado
norteamericano durante los años de la dictadura argentina. Ya se abrieron
algunos, y se podrían abrir muchos más. Esto puede dar más señales
para los familiares que buscan el paradero de desaparecidos. Este tipo de
trabajo es algo que la televisión norteamericana no hizo mucho.
D.M.: --Tanto el premio Emmy como la reacción de los políticos
americanos realmente deja constancia de la repercusión que tuvo el
documental en los Estados Unidos. Eso, en parte, es porque "60
Minutos" tiene de por sí, mucha repercusión. Nosotros sabíamos que
este trabajo podía llegar a tener mucha trascendencia y, entonces, cuando
salió, no solamente en los Estados Unidos sino internacionalmente, la
reacción fue inmediata. --¿Qué sensaciones
tuvieron realizando este trabajo?
J.G.: --Yo estoy en la Argentina desde los juicios del 84, y lo que
me pasó haciendo estas notas fue sentir que no hicimos estas cosas cuando
debimos. Me culpo a mí también porque lo relacionado con los hijos
robados es un tema muy preocupante. Están viviendo mentiras, y si hubiéramos
hecho esto hace 15 años me pregunto si podrían haber cambiado algunas
cosas.
--¿Cual es la visión de las Abuelas que traza el documental?
J.G.: --Recuerdo haberlas visto tomando mate en la oficina y
organizando todo. Las veo como personas normales buscando salir de un
horror. Me acuerdo de la entrevista con Rosa en esa casa enorme y Rosita
pequeñita pero con una fuerza increíble hablando de todo eso. D.M.: --Caímos en lo que caen muchos extranjeros en esta nota. Esto es, la visión romántica de las abuelas: unas viejitas perfumadas con su ropa de abuelas pero que son, a la vez, peleadoras, radicalizadas por una experiencia horrible, y que desde entonces han dedicado su vida a la persecución de los que robaron los chicos y a la búsqueda de sus nietos. Estoy de acuerdo con lo que Joe dijo: uno ve en la entrevista a una persona tan pequeña, tan frágil pero, a la vez, tan fuerte.
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