Por Hilda Cabrera
No es frecuente hoy decidirse por una obra de texto, en la que tanto la acción como las pausas son promovidas sólo por la palabra. Entusiasta de la literatura francesa, el actor y director Daniel Ruiz estrenará mañana junto al grupo Imágenes una pieza cuyo clima es creado básicamente desde el texto. Se trata de Por un sí o por un no, de la escritora francesa Nathalie Sarraute, figura del nouveau roman de la posguerra. Ruiz dirigió, entre otras obras A puerta cerrada, de Jean Paul Sartre; La lección, de Eugène Ionesco; La cortina de abalorios, de Ricardo Monti y Solo, de Samuel Beckett, y fue puestista de Antígona, de Jean Anouilh; Los justos, de Albert Camus, y Razones personales, de Jean-Claude Carrière.
De ascendencia rusa, Sarraute sobresalió hacia 1939 con Tropismos, novela de ruptura y título significativo, puesto que una de las singularidades de esta autora ha sido sacar a luz las pulsiones que subyacen en todo diálogo, modificando abruptamente una situación. A aquella novela inaugural le siguieron, entre otras, Retrato de un desconocido (1947), Martereau (1953), El Planetario (1959), Los frutos de oro (1963) y Entre la vida y la muerte (1968). Publicó ensayos y obras de teatro, como El silencio y La mentira. Traducida por Anabel Zamora, Por un sí... se verá a partir de mañana en el Auditorio de la Alianza Francesa (Av. Córdoba 946). Acompaña a Ruiz el actor Aldo Pastur, intérprete de cine, televisión y teatro (La venganza de Don Mendo, junto a Alicia Bruzzo, y, entre otras piezas, Alguien velará por mí, del irlandés Frank McGuinnes, sobre rehenes de un grupo fundamentalista en Beirut). Ruiz compartió el escenario con Pastur bastante tiempo atrás. Fue en La Mandrágora, de Maquiavelo, una puesta suya de 1978 en el desaparecido Auditorio Kraft.
En la obra, en un video pregrabado, interactúan la actriz Rita Terranova y el actor Mario Pasik. Estos se convierten en testigos de una historia que el espectador irá conociendo durante el transcurso de un diálogo. El lenguaje es irónico, estilizado y siniestro. Sus personajes se inscriben en un ámbito burgués. Concepto que engloba a gente diversa, como advierte Ruiz durante la entrevista con
Página/12: �Uno dice �burguesía� y puede pensar en un escritor como Bioy Casares o un economista como Martínez de Hoz. No quiero decir que en esta obra haya un paralelo con estos personajes reales, pero sí con ciertas formas de comportamiento. Por un sí o por un no describe el encuentro (o desencuentro) de un individuo cuyo interés principal es mantener una sólida posición económica y social con otro que ha cimentado su existencia en los fenómenos poéticos y no se aviene a los juegos del poder.�
Según el marplatense Ruiz (también subdirector del Teatro Nacional Cervantes, hoy en crisis por el fuerte recorte presupuestario practicado por Economía), estos debates escénicos eran habituales en los años 60 (la obra es de 1967). Escasean en cambio en la actualidad. De todas formas, rescata la vigencia de esta obra y muy especialmente su propuesta de reflexión, cualidad que cree �sigue siendo una característica de los argentinos�. De ahí que haya intentado imprimirle a esta pieza un tono local: �Imaginé cómo dialogarían dos argentinos en esa misma situación, pero no cambié el texto. Lo respeté a ultranza. El lenguaje de Sarraute es muy preciso, suena como una partitura y no se lo puede falsear. Ya es suficiente con la traducción traidora, que se parece, como decía uno de mis maestros, a mirar un tapiz del lado del revés. Sarraute hacía teatro de lenguaje con un humor particular, muy incisivo respecto del pensamiento y de las emociones.� Por eso a Ruiz no lo asusta salir ahora con una obra que va a contrapelo de las modas y la vanguardia exitosa.
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