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Argentina y Brasil se declararon
el amor, pero en camas separadas

Los dos gobiernos hicieron una gran esfuerzo para recuperar la confianza en la continuidad del Mercosur. El saldo de dos días de negociaciones fue un impreciso mecanismo de �salvaguardas�.

Adalberto Rodríguez
Giavarini, canciller argentino, en su presentación en el precoloquio de IDEA, en San Pablo.

Por Claudio Scaletta
Desde San Pablo

Las expectativas abiertas por la reunión entre los presidentes de Argentina, Fernando de la Rúa, y de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, con miras a recuperar la confianza en la continuidad del Mercosur, no fueron cumplidas. Cuando se esperaba que tras las reuniones mantenidas ayer en San Pablo, en el marco del precoloquio de IDEA, entre los ministros de Economía y cancilleres de los dos países se anunciaran medidas concretas para superar los graves conflictos comerciales entre los dos países, las delegaciones no lograron ponerse de acuerdo. Sólo se dio a conocer la “decisión de resolver” los problemas de la agenda comercial y la creación, dentro de las próximas dos semanas y sin agregar precisiones, de un “mecanismo bilateral y temporario de salvaguardas inspirado en las reglas de la OMC”. Brasil aceptó esa salida, inédita en la historia del Mercosur, de fijar restricciones intrabloque. Más sugestiva fue la “determinación de trabajar con un objetivo de mediano plazo en una moneda común”, la que desalentaría las perspectivas dolarizadoras sin descartar, siempre en el mediano plazo, una posible devaluación.
Cuesta discernir que fue primero. O la imparable devaluación del real frente al peso o la andanada de declaraciones que, contra el Mercosur, disparó Domingo Cavallo desde que asumió en el Ministerio de Economía. De lo que no cabe duda es que ambos factores se potenciaron recalentando las tensiones al interior del debilitado bloque regional. Pero así como las “asimetrías” macroeconómicas crecientes se opusieron a la sobredeclarada voluntad de convergencia, también las “simetrías” de padecimientos se convirtieron paulatinamente en prenda de unidad. Tanto Argentina como Brasil padecen un deterioro creciente de la relación deuda/PBI, agravada en los últimos períodos por las también crecientes restricciones del crédito internacional. Y si la recesión mundial impactaba negativamente en la situación regional, las secuelas de los atentados en Estados Unidos fueron el golpe de gracia que corrió a estas economías de las prioridades de la agenda internacional.
En este contexto, los Presidentes de ambas naciones se reunieron anteayer en Brasilia con el explícito objetivo de reflotar al bloque regional. La propuesta, según definió el propio De la Rúa, fue comenzar a buscar “soluciones creativas” a los conflictos económicos entre los dos países. La primera aseveración fue la contundente preservación del Arancel Externo Común, precisamente el mecanismo que le confiere a la región su carácter de Unión Aduanera y cuya continuidad había sido cuestionada por distintos sectores empresarios de los dos países. Incluso Cavallo hizo una encendida defensa del AEC en un abrupto cambio de su posición, que no sorprende a los argentinos pero que dejó desorientados a los brasileños.
En el hotel de San Pablo donde anteanoche volvieron a encontrarse ambos Presidentes y se escucharon, entre expresiones de optimismo, versiones sobre la posibilidad de una negociación conjunta de las deudas públicas hasta la instauración de mecanismos de compensación por las diferencias cambiarias, desde medidas que se activarían automáticamente al pasar el real por encima de determinado valor, hasta una batería de salvaguardas sectoriales.
Sin embargo, nada de esto ocurrió y las medidas para superar las diferencias comerciales volvieron a quedar en veremos. Además, según ratificaron ayer los ministros, algo estaba claro: ninguno de los dos estaba dispuesto a modificar la piedra del escándalo, sus mutuamente criticados regímenes cambiarios. Las conversaciones entre los ministros Pedro Malán y Cavallo, que comenzaron el lunes en Brasilia, junto al encuentro de Presidentes, y ayer en San Pablo, donde ya tenían previsto reunirse en el precoloquio de IDEA (Instituto para el Desarrollo Empresario Argentino), que este año, como respaldo a la unidad del bloque, fue trasladado por primera vez a Brasil, no dieron el resultado esperado. No sorprendió entonces que, al momento de la esperada conferencia de prensa de ministros de Economía y cancilleres, en quienes se habían delegado las discusiones “técnica” de los compromisos presidenciales, los resultados distaran de las expectativas creadas. Los mecanismos de compensación por las diferencias cambiarias se trocaron en potenciales salvaguardas inspiradas en las normas de la OMC, que se anunciarán en las próximas dos semanas. Formalmente, Brasil y Argentina acordaron la creación de lo que llamaron una “salvaguarda bilateral y temporal”.
De todos modos, desde la delegación argentina se trató de evaluar este acercamiento con una visión optimista: según funcionarios de la cancillería, en conversación con este diario, señalaron que la decisión de Brasil de aceptar la aplicación de salvaguardas dentro del Mercosur marca un cambio radical en las regulaciones del comercio interno del bloque. “Es un paso positivo. Brasil siempre se había negado a aceptar salvaguardas dentro del Mercosur”, coincidieron. Esta medida brindará a Argentina un instrumento para actuar en los casos en los que se verifique un problema vinculado a la competitividad, al considerar la forma arancelaria o la de cupo para establecer las restricciones. Y se apuntará a que el proceso sea controlado y con criterios compartidos de demostración de daño. Los sectores que, seguramente, se anotarán para ese beneficio, de acuerdo al relevamiento realizado aquí por este diario, son el textil, indumentaria, calzado, papel, metalmecánicos, alimentos preparados y muebles.

 


 

DIFERENCIAS Y COINCIDENCIAS ENTRE EMPRESARIOS
“Lo peor es la recesión”

El mecanismo elegido por Argentina y Brasil para compensar sus diferencias cambiarias provocó reacciones disímiles entre los empresarios de uno y otro país. Mientras que los locales apoyaban la imposición de algún mecanismo compensatorio, aunque de alcances aún imprecisos, los del país vecino advertían acerca de los probables efectos adversos sobre la economía más grande de Sudamérica.
“Argentina está encorsetada por su paridad monetaria fija”, replicaron los industriales brasileños, indirecta respuesta a la recriminación de sus pares argentinos, para quienes el origen de los problemas es, por el contrario, la devaluación del real. Horacio Lafer Piva, presidente de la Federación Industrial de San Pablo dijo que la medida “aumentará el proteccionismo” y “no resolverá los problemas del bloque”. “Yo estaba esperando medidas más fuertes”, aseguró, aunque omitiendo precisar cuáles serían éstas. Osvaldo Moreira Douat, de la coalición empresarial de Brasil, asegura que el país será “perjudicado por las medidas”, en momentos que ésta se desacelera y las compañías luchan con los altos costos de sus deudas denominadas en dólares. “Yo creo que todos vamos a perder, pero Brasil va a perder más”, sintetizó.
Una posición más cauta tuvo el titular del grupo Brasil, Eloi Rodríguez de Almeida, organización de unas trescientas empresas que operan en ambos países. El empresario aludió a la necesidad de una “mayor estabilidad cambiaria de aquel país”, aunque recordó que el gobierno de Fernando Henrique Cardoso está haciendo lo posible para atenuar la volatilidad del real frente al dólar.
También desde Buenos Aires, Cristiano Ratazzi, presidente de Fiat Argentina, confió en que Argentina y Brasil podrán superar “la creciente diferencia de costos”, consecuencia de la depreciación del real, pero destacó que “lo más grave es la recesión que se instaló en los dos mayores socios del Mercosur”. Por su parte, Jorge Aguado, presidente de IDEA (Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina), dijo que en el Mercosur “no hay crisis sino controversias”, que se pueden superar si se piensa al bloque regional como una “plataforma” para ganar mercados externos.

 

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