Por Irina Hauser
y Raúl Kollmann
El pacto de silencio de la
banda de Carlos Telleldín quedó sellado a fuego. Ninguno
de sus tres amigos involucrados en el armado de la Trafic con que se concretó
el atentado a la AMIA quiso declarar ayer en el juicio oral. Hugo Pérez,
Miguel Jaimes y Ariel Nitzcaner están acusados de encubrimiento
pero saben que si hablan pueden llegar a empeorar su situación,
la de el Enano y todos los demás. Tanto los fiscales
como la querella están convencidos de que ellos conocen muchísimos
detalles, incluso algunos que podrían llevar al esclarecimiento
de temas clave que la instrucción de la causa nunca despejó:
qué carrocería fue la que efectivamente se usó para
atentar contra la AMIA y qué relación tenía el grupo
de Telleldín con el del ex comisario Juan José Ribelli.
Ayer también se negó a declarar Raúl Ibarra, un ex
subcomisario de confianza de Ribelli.
La Trafic que se convirtió en coche-bomba se armó con un
motor, propiedad de Telleldín, y una carrocería robada.
- Pérez, alias el Cordobés, vivía con
Telleldín cuando se produjo el atentado y es, según confesó
durante la etapa de instrucción, quien llevó el motor de
la camioneta a un taller para armar la camioneta trucha.
- Nitzcaner es el mecánico, dueño del taller, que arreglaba
los vehículos robados sustituía partes que Telleldín
conseguía para doblar y vender. Fue el que armó
el motor en la carrocería robada.
- A Jaimes se lo acusa de haber llevado una de las camionetas robadas
y de regrabar con un número falso la carrocería.
Además, Pérez es importante porque aportó un dato
esencial en la investigación: ante el juez Juan José Galeano,
confesó que el reducidor de autos y su mujer, Ana Boragni, mostraron
gran nerviosismo al enterarse del atentado. Esto significa que, tal vez,
Telleldín supo inmediatamente que con su camioneta se perpetró
el atentado, pese a que eso recién se detectó una semana
más tarde cuando se encontró el motor entre los escombros.
En voz alta, los abogados que rodean a Pérez y Jaimes, dicen que
les recomendaron no declarar porque están en marcha una pericia
sobre el motor, otra sobre el boleto de compraventa, sobre el volquete
y la explosión. Es una pavada que se hable de pacto
de silencio, insisten. Nitzcaner dijo ante el tribunal oral 3: Mi
intención es declarar, pero en este momento estoy muy nervioso.
Pidió, sin éxito, que no se leyera el texto de las indagatorias
que ya prestó.
En el fondo, todo el mundo sabe que el silencio de Pérez, Jaimes
y Nitzcaner apunta a proteger a Telleldín, que se negó a
declarar la semana pasada, y también a ellos mismos que eran parte
de su banda. Si hablan, podrían dejar al descubierto las maniobras
de el Enano, como su posible ocultamiento de información.
Hasta ahora, sólo se tiene certezas acerca del motor del vehículo
utilizado, pero no sobre cuál fue finalmente la carrocería
del atentado.
- Entre los cuatro fiscales no hay una única posición. Básicamente
manejan dos teorías: que es posible que Telleldín haya armado
una sola camioneta, y que después Ribelli la modificó, colocándole
por ejemplo un elástico más fuerte para soportar el peso
de los explosivos. La otra teoría es que Telleldín armó
más de una Trafic y oculta cuál se usó en el atentado.
- El Enano jura y perjura lo reafirmaría en el
juicio que armó la camioneta con su motor y con la carrocería
de la robada al disc jockey Pedro Sarapura. El gran problema es que esta
camioneta no tenía puerta lateral y en cambio sí la tenía
la que apareció entre los escombros de la AMIA. Hay un repuesto
que produce esa confusión, pero las cosas son como yo digo,
sostiene Telleldín.
- Estos hombres saben muchísimo. Pérez era la mano
derecha de Telleldín y conoce cómo funcionaba su sociedad
con los policías, señaló la abogada de la DAIA,
Marta Narcellas. Está claro, en función de las pericias,
que la Trafic que se usó no fue, como dijo Telleldín, la
de Sarapura con un motor quemado. Nitzcaner, en la etapa de instrucción,
dijo que el motor que le puso al vehículo de Sarapura no estaba
quemado, explicó. Narcellas sostiene que Telleldín
preparó dos camionetas.
- Los abogados de Memoria Activa, Alberto Zuppi y Pablo Jacoby, están
seguros de que se armaron tres camionetas, o aún más. Por
lo menos hay pruebas, dicen, sobre la del disc jockey, con motor quemado
y sin puerta lateral; la que apareció en la AMIA, que tenía
puerta lateral y motor normal; y otra con la carrocería quemada
y otro motor. Si no hay certezas sobre el vehículo utilizado, sostienen
estos letrados, también es debido a que los interrogatorios del
juzgado de Galeano fueron deficientes.
Ahora las expectativas están puestas en la declaración de
Irineo Leal, un ex subcomisario de Vicente López que hizo trascender
que hablará. Leal está acusado de haber retirado la Trafic
de la casa de Telleldín, bajo órdenes de Ribelli. Y de ser
uno de los que extorsionaba a Telleldín.
En el tramo final de la audiencia de ayer volvió sobre el tapete
la historia del testigo protegido C un ex jefe de inteligencia
iraní arrepentido que sirvió de excusa para separar
a Nilda Garré de la Unidad Especial de investigaciones del atentado
contra la AMIA. Dos abogados defensores se quejaron porque la abogada
Narcellas presenció el año pasado una de las declaraciones
de ese testigo. Ella se defendió, alegando que ese testimonio surgió
por datos aportados por la DAIA, institución que ella representa.
Ya los abogados de Memoria Activa habían pedido acceso al texto
de esa declaración, en reclamo de igualdad de condiciones. El tribunal
dijo que está estudiando el tema.
Llegó el momento
de Menem
Al ex presidente Carlos Menem pronto le llegará su turno
para declarar como testigo en la causa AMIA residual,
que sigue instruyendo el juez Juan José Galeano con miras
a establecer la conexión internacional que operó
en el atentado a la mutual judía. Según el orden establecido
por el juzgado, Menem será el último entre seis ex
funcionarios en responder preguntas. Es por la llegada a la Cancillería
argentina, pocos días después del atentado, de cables
confidenciales basados en informes de Teherán, capital
iraní, y Damasco, capital de Siria que adjudicaban
a Irán la responsabilidad del ataque terrorista y que fueron
entregados a la Justicia hace unos pocos meses. El ex vicecanciller
Fernando Petrella debía declarar ayer, pero pidió
una prórroga que le fue concedida. Después llegará
el turno del ex embajador argentino en Teherán Mario Quadri,
el ex canciller Guido Di Tella y de los ex jefes de la Side Hugo
Anzorreguy y Rodrigo Toranzo. Es hora de que Menem diga su
verdad, dijo el abogado de AMIA Juan José Avila, y
anunció que pedirá más medidas ligadas a los
cables en cuestión.
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OPINION
Por Raúl Kollmann
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Boca cerrada
La banda de Carlos Telleldín se mantiene con la boca cerrada.
Están en su derecho, quieren ver antes las pruebas que los
involucran, pero objetivamente significa que no pueden ir al frente
con la verdad. Necesitan saber cuál es la táctica
de los otros para ver qué dicen ellos, con qué versión
se defienden mejor.
Lo cierto es que se ha llegado a este punto porque la investigación
inicial fue un desastre y porque no fueron detenidos de inmediato
los integrantes de la banda, incomunicados y confrontados los testimonios
de Telleldín, su esposa y los demás ladrones y tránsfugas.
Todo se hizo con parsimonia, poca gente investigando y ninguna contundencia.
- Después del atentado, la banda mintió hasta el cansancio
sobre que carrocería se usó en la camioneta-bomba,
en que taller se armó y con qué partes robadas. La
banda estaba casi toda en libertad y pudieron armar coartadas manteniendo
escondidos carrocerías y talleres.
- Telleldín dijo al principio que vendió la camioneta
a un extranjero que usó el falso nombre de Ramón Martínez.
Hace dos meses todavía se ordenaban peritajes sobre la firma
del Ramón Martínez trucho en el boleto de compraventa
igualmente trucho. Es decir que pasaron siete años y todavía
no se terminaron los estudios.
- En todo el tiempo transcurrido, Ana María Boragni, la esposa
de Telleldín contó con una asombrosa impunidad, pese
a ser la otra persona presente cuando supuestamente se entregó
la Trafic.
- En la casa del Enano, como le dicen a Telleldín,
se recibió una llamada de un extraño empresario-estafador
de origen sirio-libanés, Alberto Kanoore Edul. Se tardaron
meses para investigar a un sujeto que nunca pudo explicar esa llamada
a la casa del Enano y sobre el que hay más de
una duda.
La banda de Telleldín es una clave del caso AMIA porque tuvo
en su poder el arma del atentado la Trafic hasta una
semana antes del estallido. Es posible que haya entregado la camioneta
sin saber que se iba a usar para el ataque, pero también
hay posibilidades de que haya jugado un papel más importante
del que se cree.
En cualquier caso, las pruebas en su contra debieron ser apabullantes
desde el principio y con toda la banda presa, usando milimétricamente
las contradicciones entre ellos. En lugar de eso, hubo un pacto
con el Enano y todo indica que, encima, terminaron pagándole
400.000 pesos. Ahora espera y jugará sus piezas sin presión,
cuando quiera.
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