Por Gabriel A.
Uriarte
Desde
Washington D.C.
De la gigantesca cantidad de
datos difundidos desde el comienzo de los ataques aéreos el domingo,
sólo uno parece haber capturado la atención de los ciudadanos
de Washington DC. Es una sola palabra, mágica en su capacidad de
imponer el silencio en cualquiera de los bares capitalinos y dirigir la
atención a la usualmente ignorada cobertura de la CNN. Ayer, la
palabra se oía en todas partes. Dos casos confirmados en Florida,
potencialmente decenas más en el edificio donde trabajaban, y un
caso probable en Virginia. Un hombre irrumpe en la estación de
subte de la línea Verde en la capital, y expulsa por aerosol un
líquido misterioso. Al menos 35 personas descontaminadas
in situ por una división especializada de la policía metropolitana.
Un oficinista resumió lo que todos pensaban ayer en el bar Mackeys.
¿Sabe lo que es esto?: Osama bin Laden metiéndonos
Antrax por el culo.
Antrax. Uno de los tóxicos más letales entre las armas bacteriológicas
fue bautizada con el nombre perfecto: sencillo, fácil de pronunciar,
y siniestro. Aun antes del pánico que causaron ayer las noticias
sobre nuevas infecciones, la palabra ya se había convertido en
una forma abreviada de hablar de la represalia contra la represalia que
seguramente lanzará Osama bin Laden en venganza por los ataques
aéreos. Se rastrillaban los think-tanks y universidades para conseguir
a los pocos expertos especializados en el Antrax, quienes podrán
elucidar el tema para los cientos de nuevos expertos entre los ciudadanos
de la capital norteamericana.
Cualquier cena podía convertirse en un seminario sobre el Antrax,
con discusiones encendidas sobre cuál de sus variantes (inhalación,
cutáneo o gastrointestinal) es más peligrosa, si puede o
no contagiarse de persona a persona, y, ante todo, qué vacunas
y medicinas existen para combatirlo. Todos saben de memoria que las Fuerzas
Armadas sólo tiene vacunas para menos de un cuarto de sus soldados
y empleados civiles, y que hay solamente una muy ineficiente compañía
en Michigan produciendo esa vacuna. Otra palabra que se repite una y otra
vez es CIPRO, un antibiótico general contra infecciones que puede
ser efectivo para tratar casos de Antrax. Las ventas del medicamento aumentaron
drásticamente en Nueva York luego del ataque, y parecerían
estar subiendo en Washington. Al menos, mucha gente dice haber ordenado
envíos del medicamento.
De nada sirve que el gobierno insista que el peligro de un ataque terrorista
es remoto. Primero no pasaba nada, después un hombre se enferma
en Florida, después un segundo hombre se enferma de Florida, después
otro agarra Antrax en Virginia... No me importa si fue deliberado o natural:
esto es una epidemia y yo me voy a conseguir los remedios, enfatizó
un oficinista del Departamento del Tesoro.
Quizá lo peor del Antrax es su aspecto insidioso. Con el gas sarín,
por citar otra arma químico-biológica, es inmediatamente
claro quién lo contrajo porque esta persona muere de inmediato.
Además, el gas no se adhiere a las superficies, lo que significa
que no puede contaminar un área por más de media hora. Con
el Antrax ocurre exactamente lo contrario. Solo puede ser removido de
una zona contaminada por equipos especializados, y hasta entonces seguirá
infectando a todos los que pasen cerca.
Los primeros síntomas ocurren recién a 48 horas, por lo
menos, de la infección, y son muy fáciles de confundir con
neumonía, según dice el gobierno, o incluso con una simple
gripe, según explicó el profesor demicrobiología
Phillip Hanna de la Universidad de Michigan. Es decir que muchos de los
infectados no lo sabrán a tiempo, y que los hospitales deberán
lidiar con muchos no infectados con síntomas similares a los del
Antrax. La infección con esta bacteria no puede confirmarse en
menos de dos días, y ya hay varias compañías, según
la CNN, que están aumentando sus inversiones en equipos de detección
rápida.
Todos estos datos abstractos se hicieron muy reales para quienes miraban
las noticias del mediodía en Washington D.C. Primero, la revelación
de que el primero de los infectados (ahora muerto) no era el cazador descripto
en los primeros días, sino un editor de fotografías para
el tabloide National Enquirer. Segundo, que el otro hombre con diagnosis
confirmado de Antrax trabajaba en la misma oficina, situada en un edificio
gigantesco que concentra a todas las publicaciones de la compañía
madre, American Media Inc. Hay tanta gente que trabaja ahí
que no puedo creer que no haya más infectados, y tengo mucho miedo
de ser uno de ellos, confesó otra empleada.
Muy poco después se difundió la noticia más aterradora
posible en este contexto: un hombre había entrado forzosamente
a una estación de subte, disparó cuando la policía
intentó detenerlo y esparció una sustancia en aerosol sobre
los pasajeros en el andén. ¡Tiene que ser Antrax! Estamos
bajo ataque, exclamó una empleada que miraba la CNN durante
su almuerzo. Dos horas más tarde, se anunció que la
sustancia utilizada no era Antrax, sino algún tipo de líquido
de limpieza.
A estas alturas las autoridades no podían esperar que sus últimas
informaciones tranquilizadoras tranquilizaran a alguien. Seguro,
el tipo se tiroteó con la policía para esparcir líquido
de limpieza, y el hombre que murió de Antrax era un cazador y el
infeliz con Antrax en Virginia sólo tiene neumonía,
se mofó uno de quienes se congregaban en la barra del Mackeys.
Otra disparó que el gobierno dice cualquier cosa... No tenemos
nada contra esto, y voy a tener que ir a trabajar con una máscara
de gas... Nunca me sentí tan indefensa. Sus palabras probaban
que, más allá de que Osama bin Laden sea el responsable
de estas infecciones de Antrax en Estados Unidos, el ambiente de pánico
entre los capitalinos es todo lo que el architerrorista podría
desear.
QUE
ES Y COMO ACTUA LA AMENAZA NUMERO UNO
Guía del tóxico más letal
Por James Meek
*
Desde
Londres
1 ¿Qué es el ántrax?
El ántrax pasa por dos etapas muy diferentes en su ciclo de vida.
En una de ellas, es una microscópica bacteria en forma de vara
llamada bacillus antracis: crece fácilmente en el laboratorio pero
es frágil y muere, también fácilmente, en el aire.
La otra es la etapa espora: cuando la bacteria produce una espora resistente
que puede sobrevivir durante años en depósito o escondidas
en estado natural. Si las esporas entran en el cuerpo de un animal o de
un humano, a través de un corte en la piel o por comer alimentos
contaminados o por inhalación, germinan, produciendo la bacteria
ántrax viviente, que se multiplica rápidamente.
2 ¿Qué sucede con la gente infectada?
Pueden pasar hasta dos meses para que las esporas germinen y que las víctimas
se den cuenta que han sido infectadas. También hay dos etapas en
la enfermedad: primero, fiebre, falta de aliento, tos, dolor de cabeza,
vómitos, temblores, debilidad, dolor abdominal y en el pecho, a
veces seguidos por una aparente recuperación. La segunda etapa
es abrupta y violenta, con una posible muerte en horas, mientras la bacteria
que se multiplica produce toxinas que provocan hinchazón de las
glándulas linfáticas, daño cerebral y pulmonar y
hemorragia. El ochenta por ciento de quienes desarrollan los síntomas
mueren.
3 ¿Podría funcionar como un arma?
No se sabe todavía, aunque muchos países, incluyendo Gran
Bretaña, Estados Unidos y la ex Unión Soviética han
experimentado con bombas de ántrax, e Irak tenía armas con
cabezas de misil portadores de ántrax listos para usar en la Guerra
del Golfo. La resistencia de las esporas, y la relativa facilidad con
que el ántrax se puede producir con equipos comerciales disponibles,
la convierte en un arma aparentemente atractiva para los fanáticos
que apuntan a causar el máximo de muertes.
Sin embargo, tiene desventajas enormes. Conseguir que múltiples
víctimas inhalen las esporas se cree que de 2.500 a 55.000
esporas son suficientes para matar a la mitad de las personas expuestas
a ellas, significa desparramarla sobre un área muy grande.
Si esto involucra el uso de explosivos, sería difícil evitar
que las esporas se dañaran con la explosión y, además,
las bombas son difíciles de contrabandear, fabricar y mover en
los países elegidos como objetivos. Fumigar desde un avión
suena como una perspectiva aterradora pero, además de las dificultades
para adquirir el equipo, dependería demasiado del clima para su
éxito.
* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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