Por Gustavo Veiga
En tiempos difíciles
como éste, la astucia se esparce más rápido que la
luz, hay puertas que se abren por arte de magia y el fútbol, en
ese contexto, es uno de los escasos productos que tiene garantizado el
consumo de antemano. Sólo así se puede comprender, cómo
un club del Ascenso, Los Andes, está a punto de cerrar un curioso
convenio de intercambio con autoridades de Taiwan, la antigua China Nacionalista.
Mientras la China Roja disfruta el haberse clasificado por primera vez
en la historia para la fase final de la Copa del Mundo, con el pintoresco
Velibor Bora Milutinovic como conductor, un tal Wen Cheng
Chang, empresario nacido en Taiwan y que lleva trece años radicado
en la Argentina, obtuvo el visto bueno para tramitar la residencia por
dos años en nuestro país, de contingentes de adolescentes
taiwaneses que se dedicarían a asimilar las técnicas del
fútbol en la institución de Lomas de Zamora. A cambio, cada
uno de los jóvenes que vengan reportaría unos 700 dólares
por mes a la alicaída tesorería de Los Andes, más
un plus adicional de 150 dólares si, los chicos de entre
14 y 16 años deciden cursar el EGB, la enseñanza general
básica bonaerense.
El sábado 22 de setiembre, una comitiva de funcionarios taiwaneses
fue recibida en el estadio lomense cuando jugaban el equipo local y Racing
de Córdoba. Encabezados por el embajador en la Argentina, recorrieron
las refaccionadas instalaciones de la cancha, saborearon un lunch, vieron
el partido y antes de subir a una combi en la que se retiraron, un grupito
de hinchas los despidió al grito de ¡Chi-nos, chi-nos...!.
El presidente de Los Andes, el juez Hugo Van Schilt sonreía, y,
mientras tanto, se daba un paso más en la prosecución del
acuerdo.
Chang, el hombre de negocios que ahora viajará a Taiwan para instrumentar
esta experiencia, se acercó al club por intermedio de un ex vicepresidente
club de Lomas de Zamora, Antonio Novielli. Ambos se conocían de
haber compartido recepciones en alguna embajada, ya que el ex dirigente
había sido agregado comercial del Paraguay en Buenos Aires. Aunque
hasta hoy el compromiso de intercambio no se ha firmado, Chang ya tiene
en su poder una autorización de Van Schilt para operar ante la
Asociación de Fútbol taiwanesa, la entidad con que se ligaría
de algún modo Los Andes.
El acuerdo consiste en que viajen a la Argentina entre 10 y 20 pibes para
realizar cursos deportivos durante dos años. El avispado Chang
correría con los gastos que demande una parte de esta operación,
pero la financiación para solventar el alojamiento, la comida y
la instrucción de los aspirantes a futbolistas saldría de
sus padres o de algún organismo con sede en Taipei. Los pibes,
aquí, se instalarían en el predio que Los Andes posee en
Villa Albertina y deberían tener un celador y un traductor a su
disposición. Con el dinero que ingrese por estos servicios, el
club, entonces, recibiría una ayuda extra.
El respaldo que le ha dado la embajada de Taiwán a esta iniciativa,
con la presencia de su más alto representante en la cancha de Los
Andes, más la comprometida situación económica de
la entidad que necesita generar ingresos, hacen suponer que el asunto
prosperará y que un puñadito de los 22 millones de chinos
que habitan la isla de Formosa se vendrá para estas costas. Eso
sí, quienes se atrevan a esta experiencia que ya estimuló
a otros clubes a imitarla representantes del fútbol amateur
de Boca y River ya habrían captado la veta deberán
empezar casi de cero.
El fútbol, en Taiwán, tiene un nivel muy bajo. Para muestra,
basta con enunciar el papel que cumplió en las últimas eliminatorias
mundialistas para el Mundial de Corea y Japón 2002. En el Grupo
7 de Asia, el seleccionado salió último entre cuatro equipos
y perdió los seis partidos que jugó con un récord
más que magro. Le marcaron 25 goles y no convirtió ni uno.
Pero además, enfrentó a rivales de cuarto orden deportivo
como Uzbekistán, Jordania y Turkmenistán. El resultado más
decoroso que cosechófue una derrota por 1 a 0 como local con los
turcomanos. Muy lejos de la performance de China.
El empresario Chang, pese a todo, confía que en Los Andes les enseñarán
a sus compatriotas el arte de mover una pelota con destreza. El tiempo
dirá si se cumple esa proeza.
La conexión
López Rega
Por G.V.
La tarde en que la delegación de Taiwan visitó el
estadio de Los Andes, entre el embajador, el empresario Chang y
los dirigentes, apareció un rostro que a cierta gente adulta
le resultaba familiar. Vestido de saco, canoso y algo más
caído de espaldas, estaba allí Jorge Conti, el hombre
que en la primera parte de los años 70 acaparaba una
parte de la audiencia televisiva en los noticieros de Canal 11.
Periodista y escribano, el personaje estuvo casado con Norma López
Rega, la hija del tristemente célebre ex fundador de la Triple
A. Y, gracias a sus buenos oficios, ocupó un lugar de privilegio
en la pantalla que perdió durante la última dictadura
y no pudo recuperar con el advenimiento de la democracia en 1983.
Hoy despunta su antiguo oficio tras las cámaras: Es el responsable
de un programa futbolístico que se emite por el sistema de
cable, llamado A cancha llena.
Conti, quien cuando su refiere a su ex suegro lo llama sólo
por el primer apellido, es el notario de la embajada de Taiwan en
la Argentina. De ahí su presencia en la cancha con la comitiva
que respaldó el curioso emprendimiento del señor Chang.
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