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ENTREVISTA A VILLANUEVA COSSE
“Estamos en llagas”

El actor y director uruguayo presenta �Te llevo en la sangre�, una obra �como cajas chinas, pero a la argentina�, que transcurre en una radioemisora en los meses previos al golpe de 1955.

Visión: �No tengo nada resuelto, pero soy un esperanzado pesimista. Siempre pienso que lo peor puede pasar y, al mismo tiempo, que algo bueno va a llegar�.

Para Cosse, los actores viven
un momento en que �es difícil mantener una conducta�.

Por Hilda Cabrera

“Hace ocho meses que estoy haciendo el preparatorio para la universidad del desempleo”, dice el actor y director uruguayo Villanueva Cosse, radicado aquí desde 1973. Por eso, el proyecto generado en cooperativa con el elenco de Te llevo en la sangre, obra de Mónica Silver que se estrena mañana en el Teatro del Pueblo, le produce un plus en el ánimo. “Sé que ocurre en todas las profesiones, pero es muy triste que un actor, como me pasó con esta obra, diga que sí, que le gusta el proyecto, pero que no acepta porque no tiene para vivir, y prefiera quedarse pegado al teléfono, esperando otra oportunidad.” Cosse, quien lleva realizados 36 montajes y es también premiado actor de cine y TV (participó en 20 películas, en especiales y unitarios), dirige una pieza de pequeño formato (premiada y subsidiada por el Instituto Nacional de Teatro con 10 mil pesos), cuya acción se desarrolla en una radioemisora, en 1955, en los últimos meses del segundo mandato de Perón (antes del golpe que puso en la presidencia al general Eduardo Lonardi y después a Pedro E. Aramburu). “Los flashes del afuera se mezclan con historias personales de actores de un radioteatro, que nadie contaría con orgullo”, apunta el director.
–¿Cómo influyen la competitividad y la falta de trabajo?
–Nos enferman y hacen que nosotros enfermemos a otros. Hoy es difícil mantener una conducta. A quien no puede callarse ni dejar de sostener su discurso no le va bien. Lo dejan de lado. Las listas negras no las hacen sólo los gobiernos, también los lugares de trabajo. Si no te quieren te pagan menos, y mientras hay gente que se resiste a ser depreciada, otra, en cambio, se ofrece. Nosotros trabajamos con nuestro ego, en llaga viva, y eso exacerba las cosas. Ante una situación jorobada, uno se pone en tela de juicio y empieza a descreer. Esto produce a su vez una sobreactuación.
–¿También en esta obra se sobreactúa?
–Este es un juego de cajas chinas, pero a la argentina. El radioteatro genera más historias y contradicciones entre las cursilerías de la ficción y la contundente realidad. En cierto modo, la obra y los intérpretes (Verónica Llinás, Daniel Dibiase, Alejandra Rubio, Carlos Portaluppi, Juan Bonaudi y María Carámbula) muestra cómo manejamos la ficción, y hasta qué punto somos responsables de que los escuchas, o los espectadores, se conviertan en gente ilusa.
–¿Esa es su versión?
–Lo dice la obra, pero es también lo que creo. Somos parecidos a los políticos en eso de crear ilusiones y prometer cosas que no cumplimos. De lo contrario no se explica que haya tanto teatro reaccionario y alienante. Con Te llevo... prometemos una comicidad negra que deje pensando. A veces me pregunto por qué quienes estamos desde siempre en el teatro, cuando tenemos un papel en TV no hacemos fuerza para ser un factor que la mejore. En TV hago cosas que no me permitiría nunca en el teatro. Me pongo en defensor de mí mismo, y no me arriesgo. Uno de los grandes problemas de la TV es que depende del rating, de lo inmediato. Ahora está de moda el reality show, y la TV sigue mordiéndose la cola. La gente apoya ese tipo de cosas, y yo, que me siento un servidor público, no me animo a decir que soy necesario, aun cuando creo que hay que sentirse necesario y pelear para cambiar las cosas.
–¿Los artistas no lo intentan?
–Sí, pero hacemos los esfuerzos como por espasmos. No puedo dejar de reconocer que algunos son admirablemente consecuentes. Pienso en Onofre Lovero (actor, director y titular de Proteatro) que logra muy esforzadamente subsistir y preservar lo que fue su ilusión. Ese enamoramiento por el teatro independiente que en otro tiempo nos hizo sentir necesarios. Seguimos enamorados, pero bastante más cascoteados.
–¿Cómo resuelve esas contradicciones?
–Yo no tengo nada resuelto, pero soy un esperanzado pesimista. Siempre pienso que lo peor puede pasar y, al mismo tiempo, que algo bueno va a llegar. Cuando el malestar es muy grande, empiezo a dudar. Tengo gran parte de mi familia en Madrid, pero me imagino pidiendo trabajo allí, intentando vencer la xenofobia, y el alma se me deshace. Me agarra melancolía de las feas. Sobre todo porque acá hay tanto para hacer. El único gran salto mío fue dejar Montevideo y venirme a Buenos Aires. Soy muy provinciano. Cuando voy a Montevideo duermo tranquilo. Buenos Aires sigue estremeciéndome. Me gusta viajar, pero sabiendo que voy a volver. El lugar en que estuve más tiempo fue París, estudiando dos años, y cuando era mozo. Todavía siento que puedo hacer muchas cosas acá y en Montevideo. Estas ganas de vivir las da el teatro.
–¿Qué pasa con el cine?
–En febrero estuve en Perú, en el Amazonas, participando de un film de Gerardo Herrero con Federico Luppi y Gastón Pauls. La película se llama Un lugar donde estuvo el Paraíso . Cuenta una historia en los 70, en la época de la dictadura argentina. Es un asunto de contrabando y drogas. Hay un cónsul argentino, un aviador que desertó... Mi personaje es un enviado por el régimen argentino para averiguar quién es ese aviador. Filmamos bajo un sol abrasador. Me desmayé. A veces las filmaciones son bravas. Recuerdo otra en Chubut, la de La película del rey, de Carlos Sorín. Había momentos en que uno sentía que el viento ganaba. Estábamos en Colonia Sarmiento, en una estación de tren abandonada: parecía un naufragio en seco, y la gente en medio de eso, esperando no se sabe qué, como el peón que invitamos a comer un asado en el bar, y me decía con una profundidad y poesía asombrosa: “Me estoy quedando ciego, Don; yo quedarme ciego, yo que siempre fui de mirar lejos”.

 


 

UN ORIGINAL GRUPO DE ESTUDIO QUE ENLAZA AMBOS CAMPOS
El cine visto desde el psicoanálisis

Por Oscar Ranzani

Las preguntas que no pueda responder el espectador de cine más adiestrado en la materia podrán canalizarse mediante las posibilidades que brinda el psicoanálisis. El Estudio de las Artes y de los Oficios que dirige la psicoanalista Susana Hoffmann está organizando el grupo de estudio Psiconálisis y Cine, con la idea de conocer el mundo cinéfilo desde un costado un tanto inexplorado. Los cursos comenzarán en noviembre de este año y los dictará el psicoanalista Tomás Hoffmann: la inscripción se realiza en la sede del estudio, Maure 3018, Planta Alta o a los teléfonos 4552-2378 o 4552-1017. La idea surgió “a partir del pensamiento de que muy pocos cineastas en el mundo estudiaban psicoanálisis. Eso se refleja en la forma en la que el psicoanálisis mismo es abordado en las películas que tratan sobre cura psicoanalítica”, comenta Hoffmann en entrevista con Página/12.
–¿Cuál es el objetivo?
–El grupo tiene como objeto la investigación de las situaciones cinematográficas a través de la iluminación que provee el psicoanálisis. Es una herramienta que permite dar luz sobre los personajes, las características personales, los rasgos de carácter, los síntomas y las situaciones de las relaciones interpersonales.
–¿A quiénes está dirigido?
–A estudiantes de cine, directores, jóvenes directores, guionistas, estudiantes de imagen y sonido, psicoanalistas interesados en la relación del arte con el psicoanálisis, sociólogos y estudiantes de carreras afines a las artes de la comunicación.
–¿Qué modalidad de trabajo aborda?
–La modalidad será a través de grupos de estudio de una hora y media de duración. En el tiempo de trabajo hay un espacio práctico y un espacio teórico. En el espacio práctico se ven fragmentos de películas para ilustrar aquello que se sostiene bajo el abordaje teórico.
–¿Qué aspectos del psicoanálisis se tendrán en cuenta para el análisis de los films?
–Vamos a tener en cuenta aspectos de la clínica y la teoría psicoanalítica en donde pensamos privilegiar las estructuras clínicas de la neurosis, psicosis y perversión. Trabajaremos con textos fundamentalmente ligados a la clínica de Freud y Lacan.
–¿Qué aportes permite el psicoanálisis para la lectura del cine?
–El psicoanálisis es una herramienta hasta ahora poco utilizada en el tratamiento relacionado con la escritura del guión, la filmación, la dirección de actores. Y como dicen los manifiestos del cine, siendo el cine una de las artes más completas el psicoanálisis es un ruta para estudiantes de cine, dirección, fotografía, escritores y guionistas.

 

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