Por David Cufré
La calificación de deuda
de la Argentina es la peor del mundo. El Gobierno podrá decir,
en su defensa, que Afganistán ni siquiera figura entre los países
ranqueados. Pero el que sí está es Pakistán, que
ve crecer la guerra a su lado, y aun así tiene una calificación
superior a la de Argentina. Desde julio, ambos países compartían
cartel, pero ayer la agencia Standard & Poors degradó
la nota argentina por quinta vez en el año y le regaló el
dudoso privilegio de ser una de las dos naciones más riesgosas
para los inversores. Ahora el lugar lo comparte con Ecuador, país
que cayó en cesación de pagos hace dos años y, tras
ello, dolarizó su economía. Los evaluadores advirtieron
que el Gobierno afronta desafíos casi imposibles para cumplir con
el Déficit Cero y con el pago de la deuda, por lo cual aumentan
las posibilidades de una reestructuración forzosa de la deuda.
Pese al compromiso del gobierno federal, han disminuido las perspectivas
para alcanzar el objetivo fiscal de Déficit Cero en 2001 y de mantener
la austeridad presupuestaria en 2002, señala el comunicado
que emitió S&P y repicó en rojo en las pantallas de
los inversores de todo el mundo. Del mismo modo, cayeron las perspectivas
de que (Argentina) garantice el pago de los servicios de la deuda en los
plazos acordados. Traducido, S&P está alertando que el
default está a la vuelta de la esquina. Si no se produjo hasta
ahora fue gracias a los sucesivos auxilios del FMI y al ruinoso megacanje.
Pero la agencia estima que la crisis asfixiará al Gobierno hasta
obligarlo a renegociar con los acreedores, por más que no sea esa
su voluntad.
Cualquiera sea el resultado de las elecciones del 14 de octubre
próximo, es cada vez más probable que Argentina tendrá
que reestructurar su deuda, sostiene el comunicado. La nueva nota
asignada por S&P para la deuda de largo plazo en moneda extranjera
es CCC+, con perspectiva negativa. Eso significa que en caso de
condiciones económicas y financieras adversas, es probable que
el deudor no tenga la capacidad de cumplir con sus compromisos.
Página/12 consultó a una de las autoras del informe, Laura
Feinland Katz, quien manifestó desde Nueva York que lamentablemente,
las perspectivas son adversas.
El Gobierno afirma que la tensión en los mercados financieros
de los últimos días obedece a la incertidumbre preelectoral.
¿La baja en la calificación tuvo en cuenta ese punto? le
preguntó este diario.
No, más allá de las elecciones, lo que vemos es que
el Gobierno afronta dificultades crecientes para equilibrar el presupuesto
y para pagar la deuda. Ambas cosas sólo las podrá hacer
si hay crecimiento, pero no vemos cómo Argentina podrá crecer
en el futuro inmediato. Eso indica que su posición se torna muy
débil.
¿Mejoraría en caso de prosperar el nuevo canje de
deuda que se negocia con AFJP y bancos?
No puedo hablar con muchos fundamentos del nuevo canje, porque desconozco
el tenor de las negociaciones. Pero para nosotros, cualquier país
deudor que ofrece a los acreedores menos de la mitad de la tasa de interés
que rinden los bonos a canjearse, es señal de default. No es una
reestructuración voluntaria de la deuda.
En parte, la baja de la calificación obedece a que el Gobierno
les pide a bancos y AFJP que acepten bonos a una tasa del 7 u 8 por ciento,
y entreguen otros que rinden más del doble. Claro que, igualmente,
para los tenedores de esos títulos es mejor un canje de esas características
que una declaración lisa y llana de default. Pero S&P se maneja
con estándares internacionales y ve la jugada del Gobierno como
un virtual reconocimiento de que no puede pagar las tasas pactadas.
Este diario también consultó a S&P cuál es la
diferencia entre la nota que asignan a los países y el índice
de riesgo país, medido por el banco de inversión JP Morgan
(que ayer cerró en 1893 puntos). Ellos registran el día
a día y nosotros hacemos análisis estructurales, aclararon.
Puedehaber diferencias circunstanciales, pero ambos indicadores
coinciden en las tendencias. Un aspecto que a S&P le pareció
crucial para determinar la baja en la calificación fue la caída
del 14 por ciento de la recaudación impositiva en septiembre, lo
cual confirma que la golpeada economía argentina no da nuestras
de estabilizarse. Con la degradación, Argentina quedó
por abajo de países con los que compartía el puesto, como
Turquía y Surinam. Y ya mira de lejos al pelotón donde están
Bolivia, República Dominicana, El Salvador, India, Jordania, Líbano,
Rusia y Senegal.
En el borde de los
1900 puntos
Como si no hubiera suficientes malas noticias, la decisión
de Standard & Poors de bajar la calificación de
Argentina terminó por hundir más a los mercados. El
MerVal cerró con una caída del 0,6 por ciento, revirtiendo
la suba que mostraba durante buena parte de la rueda. El riego país
también cambió de una ligera baja a marcar un nuevo
record, finalizando en 1893 puntos, 18 más que el día
anterior. El primer día de operaciones tras los bombardeos
contra Afganistán no registraba ninguna histeria, pero la
calma terminó con la aparición del comunicado de S&P.
De todos modos, el volumen de negocios fue mínimo: 7,6 millones.
En cuanto a los títulos públicos, tuvieron bajas del
0,9 por ciento en promedio. La nota saliente fue, otra vez, el elevado
nivel de las tasas interbancarias. Los préstamos a un día
entre las entidades se pactaron hasta el 33 por ciento. El call
money había trepado a niveles similares cuando comenzó
la última huida de los depósitos. Aunque todavía
no hay datos sobre cuál es el comportamiento de los ahorristas
en los últimos días, las altas tasas interbancarias
no prenuncian nada bueno. En cuanto a la evolución de las
cotizaciones en la Bolsa, hubo 20 bajas y 11 subas. Las acciones
de las telefónicas se vieron afectadas por la decisión
de la Justicia de impedir la indexación de las tarifas por
la inflación estadounidense (ver página 4). En tanto,
en Wall Street, el índice Dow Jones finalizó con una
leve suba de 0,2 por ciento.
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Se viene otro canje
Economía está trabajando a todo vapor con los principales
bancos de plaza para definir las condiciones del nuevo canje de
deuda. Participarán las AFJP y bancos, que trocarán
sus papeles de vencimiento de corto plazo por un préstamo
con garantía de la recaudación del impuesto a las
transacciones financieras. Para definir esa operación, se
enviarán dos proyectos de ley al Congreso: uno, para crear
un Fondo de Crédito Público, que se utilizará
para garantizar la deuda; y el otro, una norma que brinde un respaldo
legal a las AFJP por aceptar un activo a una tasa más baja
que el que entregará a cambio.
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