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Los
90 años de
Goyo Levenson
Por Luis Bruschtein
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Quiero invitarlos a todos a participar en este nuevo proyecto,
expresó Goyo Levenson frente a la torta de su cumpleaños
90. El viejo Goyo no se rinde. Tener nuevo proyecto a cualquier edad es
importante, pero tenerlo a los 90 es un prodigio. Había más
de 300 personas ese domingo en La Fábrica de Caballito que administran
los obreros, donde se hizo la fiesta. Y todas las mujeres quisieron bailar
con él. Con su sonrisa bonachona y aspecto de duende irlandés,
dejó que hablaran de él, que lo saludaran y abrazaran y
al final habló de lo que le interesaba, su nuevo proyecto.
Los que estaban en la fiesta lo conocen desde hace muchos años,
saben que los proyectos de Goyo fueron siempre para tomar
en serio y la mayoría de los que estaban allí lo acompañaron
en algunos de ellos. Hijo de un obrero metalúrgico, fue anarquista,
fundador en los años 30 con Rodolfo Puiggrós de las Juventudes
Rojas de América Latina, estuvo en la cárcel y la clandestinidad,
en 1944 dejó el Partido Comunista y se hizo peronista, fue fundador
de las FAR y luego participó en Montoneros. Su hermano fue anarquista
panadero y su hermana Raquel combatió en la Guerra Civil Española.
Dos de sus hijos, Alejo y Bernardo, murieron en enfrentamientos y su esposa
Lola fue asesinada en la ESMA. Las fotografías de los tres estaban
en un cartel pegado en la pared de la fábrica.
Crítico de la conducción de Montoneros, se separó
de la organización en Nicaragua con un grupo que se llamó
Montoneros 17 de Octubre que finalmente se diluyó. Para ese entonces,
se dedicó a criar a sus nietos e inició una larga búsqueda
que lo llevó hasta la India para entrevistar al Sai Baba, para
reencontrarse con el más chico, que luego también vivió
con él en Buenos Aires.
El domingo de su cumpleaños en La Fábrica, Martín,
el nieto mayor, contó la historia de la familia y se fundió
en un abrazo con Goyo. Alejandra, la otra nieta, apenas dijo gracias
por ser mi abuelo y se le hizo un nudo en la garganta. Con
toda la gente que vino, podés ser candidato a senador, bromeó
un amigo. Yo no quiero cargos respondió con sonrisa
bonachona, porque si acepto un cargo, empiezan las peleas y yo ya
no quiero pelearme con nadie, pero eso sí, voy a poner un voto
simbólico, con sentido ético, voy a votar por Zamora.
Ya durante su exilio en Costa Rica, Goyo empezó a trabajar con
chicos pobres. Creo que toda esta preocupación por los chicos
se la debo a Lola repitió una y otra vez; su preocupación
fundamental eran los hijos de los compañeros, se hacía cargo
de ellos cuando alguno debía pasar a la clandestinidad, iba preso,
o tenía que viajar por la militancia.
Desde hace varios años Goyo preside la Fundación Red Solidaria
Azul y Blanca trabaja con chicos de la calle, aunque él nunca los
llama así, sino chicos pobres. La red abrió
hogares y apoyó otros, pero ahora la preocupación fundamental
es darles un oficio y para eso logró un convenio con la Universidad
de Pennsylvania que aportará varias decenas de computadoras. El
nuevo proyecto de Goyo, al que invitaba a participar a sus viejos compañeros
de militancia, es abrir dos escuelas de computación para chicos
pobres. Y, si es posible, más de dos escuelas. Todas las que le
dé el cuero y lo que consiga. La historia está bien y la
defiende, polémico y sin dudar, pero es historia. Ha escrito libros
sobre su vida y sobre la vida de muchos de esos luchadores entre los cuales
están sus hijos.
Esta vez, Goyo dejó que los demás la recuerden, con orgullo,
pero él está apurado y totalmente absorbido por su nuevo
proyecto con el mismo entusiasmo con que abrazó el anarquismo,
el comunismo y después las FAR. La lucha por la vida sigue, no
se detiene ni a los 40, ni a los 60 ni a los 90. Es un tren que sigue
su marcha y que lleva a Goyo de pasajero distinguido; la última
estación es la que uno elige. Antes nunca quisomanejar la locomotora,
siempre prefirió ir de carbonero, pero ahora está al frente
de este nuevo proyecto.
Un sabio es una persona que sabe sobre la vida y, a los 90 años,
un hombre puede ser un sabio. Una vez le preguntaron su secreto. Yo
nunca he sido un teórico ni pretendo serlo respondió,
solamente pienso sobre la vida y he tratado de vivir en consecuencia.
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