Por Claudio Zlotnik
Finalmente, Argentina superó
a Nigeria en la tabla de riesgo país y se transformó en
líder de ese ranking. No fue un sorpasso espectacular, tal como
se esperaba. Por el contrario, ese lamentable primer puesto se obtuvo
durante una jornada financiera tranquila, con subas importantes en bonos
y acciones. En el cierre, el riesgo país cerró en 1877 puntos
con un descenso de 15 unidades, superando a los 1857 de Nigeria,
que registró una caída de 100 puntos. Ayer, desde tribunas
imaginarias, en la city reclamaban anular esa jugada debido a que, para
algunos financistas, el riesgo nigeriano cayó de una manera exagerada
sin motivos aparentes. Pero en las finanzas no hay telebeam
que valga. El árbitro, el banco de inversión JP Morgan,
que tiene el copyright de ese indicador, convalidó los cambios
al tope del ranking. Al menos, para alegría de la hinchada, fue
una especie de revancha de aquel cuestionado gol con que el nigeriano
Emanuel Ammunike truncó la ilusión de los muchachos de Daniel
Passarella en los últimos segundos de la final de los Juegos Olímpicos
96, relegando a la Argentina al segundo puesto. Ahora llegó
el momento de la vendetta, aunque ésta no es para festejar.
Si bien es común que los técnicos atribuyan los grandes
triunfos a sus dirigidos, Domingo Cavallo podría adjudicarse gran
parte de ese éxito con justicia. Los datos son contundentes.
Le demandó 200 días llevar a la Argentina a la pole-position
del riesgo país. Cuando juró como ministro, rondaba los
800 puntos y por delante tenía no sólo a Nigeria. También
estaba Ecuador. Pero pudo superar a ambos utilizando la misma estrategia
de juego: la búsqueda del círculo virtuoso. En verdad, un
esquema heredado del director técnico anterior, José Luis
Machinea. En la tabla de posiciones, la Argentina es líder a 20
puntos de los africanos. Más cómoda es la relación
respecto a Ecuador tercero a 115 puntos; seguido por Indonesia
(1683 puntos, a 194 de Argentina) y Brasil, que cierra la tabla de los
más riesgosos, con 1256 puntos, a 521 del puntero.
A pesar de esos desalentadores resultados, el mediterráneo redobló
su apuesta por el círculo virtuoso. Sin tomar en cuenta de que
la Argentina fue ascendiendo en el ranking del riesgo siendo un alumno
incansable de las pautas del Fondo Monetario, igualmente Cavallo anunció
el Déficit Cero. Un plan que supone el cumplimiento a rajatabla
del modelo ortodoxo: disminuir el gasto todo lo que hiciera falta para
equilibrar las cuentas públicas. De esa manera bajarían
las tasas de interés, los inversores volverían a creer en
las potencialidades del país, la economía se podría
en marcha y todos serían felices al comprobar que el círculo
virtuoso existe. Pero la postal que propone el liderazgo en la tabla del
riesgo país relegando a otros mercados denominados exóticos
por los bancos de inversión de Wall Street descuenta lo lejos
que está la Argentina de concretar el milagro.
Frente al panorama complicado que le aguarda a Cavallo, el desempeño
que ayer tuvieron los mercados provocó alivio en la city, a escasos
días de las elecciones. Las acciones se recuperaron 4,9 por ciento
y los títulos públicos mejoraron 1,3 por ciento en promedio.
Estas subas estuvieron impulsadas por la fortaleza de los recintos bursátiles
europeos que se anotaron alzas del 3 por ciento promedio y
de Wall Street, donde el índice Dow Jones avanzó 2,1 por
ciento y el Nasdaq, el 3,6. No obstante, el volumen de negocios en el
salón de 25 de Mayo y Sarmiento fue poco significativo: apenas
9,8 millones de pesos, dando cuenta de la prudencia de los inversores.
En el mercado de títulos públicos, el volumen de negocios
también fue moderado.
Argentina es más que Nigeria o que Pakistán,
aseguró ayer el vocero Juan Pablo Baylac. La descalificación
del funcionario, en relación a la degradación de la nota
argentina hecha por Standard & Poors, bien podría ajustarse
a lo sucedido más tarde en los mercados. En Wall Street, no obstante,
creen que no hay ningún complot armado en contra de la Argentina.
En cambio, alegan que la extrema debilidad económica es la que
coloca al país en una situación muy delicada. Tanto que
el banco de inversión JP Morgan, uno de los más importantes
de Wall Street, recomendó a sus clientes mantenerse subinvertidos
en la Argentina. En su último informe, la entidad tituló
su análisis sobre el país asegurando que otra vez
la incertidumbre está creciendo. Y en sus párrafos
más relevantes se desprende que:
- Dadas las nuevas prioridades del gobierno estadounidense, no esperamos
ayuda adicional para la Argentina. Esta situación, sumada a la
desfavorable situación de los mercados internacionales, podrían
tornar más dificultoso un nuevo canje voluntario de la deuda.
- Se mantiene la recomendación de subinvertir dado
que las perspectivas de la política, la economía y el asunto
fiscal son una incertidumbre.
- Las elecciones del domingo serán un test difícil para
el Gobierno. Lo paradójico es que la mayoría de los
críticos del modelo económico y del ministro Cavallo son
los candidatos de la Alianza.
Economist Intelligence Unit (EIU), la unidad de investigaciones de la
publicación británica The Economist, también se hizo
eco del salto récord del riesgo país (ver nota aparte).
En su último informe, los expertos ingleses señalaron que
dadas las altas tasas de interés y el rechazo de los inversores
a apostar por la Argentina, las opciones se limitan a la dolarización
y a la reestructuración de su pesada deuda. Mantenemos
nuestro punto de vista de que la Argentina se verá forzada a realizar
una reestructuración de su deuda pública, dijo EIU.
Y si no ceden la presiones sobre el peso, el primer paso en esa
dirección puede ser la dolarización, añadió.
En medio de la disparada del riesgo y la incertidumbre, la clave pasará
por la evolución de los depósitos. De la estabilidad del
sistema financiero depende que Cavallo tenga tiempo para seguir apostando
por el éxito. Ahora, desde la desafortunada punta de la tabla.
S&P advierte sobre
bancos
El día después de colocar a la Argentina al tope
de los países más riesgosos, la agencia Standard &
Poors siguió tirando nafta en el incendio. La
caída de confianza que soporta la economía argentina
es tan grande que podría llevar a una crisis al sistema financiero,
aseguró ayer la evaluadora, que también redujo la
calificación de 38 empresas y 10 bancos argentinos. En su
informe sobre Stress del Sistema Financiero Global,
S&P dio a conocer los datos de su monitoreo sobre 15 sistemas
financieros en todo el mundo, entre ellos el argentino, que refleja
un incremento en la presión sobre los depósitos pese
a que los bancos han demostrado que tienen la capacidad para enfrentar
los problemas. Son tiempos difíciles para los bancos
en la Argentina. Enfrentando una presión de los depósitos,
el peso de la deuda pública con un deterioro peligroso de
la calidad del crédito, y un contexto económico deprimido
que amenaza con empeorar las ganancias del sector privado,
destaca el trabajo. Se señala, además, que el
entramado regulatorio ha sido testeado anteriormente (durante el
efecto Tequila) y no fue erosionado significativamente. De
todos modos, la calificadora advierte que si bien los recursos
de liquidez disponibles son amplios, del orden del 24 por ciento
de los depósitos, esta crisis de confianza que sufre la economía
es tan fuerte que tiene el potencial de llevar al sistema bancario
a una crisis. El meollo del inconveniente es la imposibilidad
de los bancos de resolver los problemas de su deudor más
importante, el gobierno argentino, se apunta. S&P recuerda
que en junio pasado la exposición total de los bancos al
endeudamiento público argentino (incluyendo las provincias)
representaba el 19,2 por ciento de las inversiones.
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Tan lejos y tan cerca
Fernando de la Rúa empezó su mandato soñando
con el Investment Grade, la calificación de lujo que comparten
los elegidos, como Estados Unidos o Inglaterra. Casi dos años
después, la realidad aparece radicalmente distinta. En vez
de compartir cartel con el Primer Mundo, De la Rúa pierde
la carrera con Nigeria. Un país al que ni siquiera toman
en cuenta los analistas de inversión en países emergentes.
Para medir el riesgo país, JP Morgan toma en cuenta a los
dos bonos que Nigeria colocó en los mercados internacionales.
El N.P. Notes (Promissory Notes), con vencimiento en
enero de 2010, y el Nigeria Par, con vencimiento en
noviembre de 2020. La deuda externa nigeriana suma 34.000 millones
de dólares. Pero, a diferencia de la argentina, la mayor
parte unos 23.000 millones se lo debe a un organismo
internacional, el Club de París. Otra distinción sustancial
entre ambos países es que la deuda argentina equivale a casi
la mitad de su Producto Bruto. En cambio, el monto de la deuda nigeriana
es similar a su PBI (aproximadamente 40.000 millones). Por último,
para medir el riesgo argentino, JP Morgan releva los precios de
20 bonos; contra sólo un par de Nigeria.
La economía de Nigeria se basa en la explotación de
petróleo. Y el 90 por ciento de sus exportaciones es crudo.
Los negocios con N.P. Notes nigerianos se limitan al
mercado interno. Y su diferencial de tasa (spread) respecto de los
títulos americanos trepa a 1968 puntos. Distinto es el caso
del Nigeria Par, cuyo spread es de apenas 1200 puntos
y es el elegido por los inversores internacionales que se animan
a hacer negocios con la deuda nigeriana.
El último informe del banco estadounidense JP Morgan es muy
crítico de Nigeria. El manejo que el gobierno hace
de la economía es muy pobre, y eso quedó demostrado
en el último informe del Fondo Monetario. El trabajo fue
muy crítico. En este contexto de desequilibrio macroeconómico,
donde no se llevan a cabo reformas estructurales, es improbable
que el FMI negocie un programa de largo plazo para reducir la pobreza.
Pese a estos aparentes datos negativos, JP Morgan recomienda a sus
clientes comprar los bonos Par ya que tienen un precio
atractivo. Aunque a renglón seguido se califica
a Nigeria como un mercado exótico para invertir.
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INFORME
DE EIU SOBRE ARGENTINA
Dolarizar o rescate
Argentina se verá
forzada a dolarizar su economía si no cede la presión sobre
sus finanzas públicas y si no vuelve a crecer en el corto plazo.
Esa contundente conclusión forma parte de un informe del Economist
Intelligence Unit (EIU), la unidad de investigaciones de la publicación
británica The Economist. Además, en ese trabajo se sostiene
que el país tendrá que instrumentar una amplia reestructuración
de su deuda.
La EIU dijo que la persistente aversión a Argentina por parte de
los inversores extranjeros, por la cual el riesgo país trepó
hasta los 1900 puntos, implica que el país no tiene acceso a los
mercados de capitales.
Por tanto, según la EIU, la única forma en que Argentina
podría mejorar sus finanzas es por medio de recortes adicionales
del gasto que serían difíciles de digerir a nivel político.
La dolarización de la economía puede ser el primer
paso para este proceso, y si las presiones sobre el peso y los mercados
financieros no ceden, podría ser adoptada a comienzos del 2002,
se insiste en el informe. Y agregó que incluso si el Gobierno
equilibrara su presupuesto en 2002, su capacidad para cumplir con sus
obligaciones en el mediano plazo seguiría dependiendo de una reanudación
del crecimiento económico.
En el informe, EIU estimó que hay una probabilidad de 40 por ciento
de que Argentina obtenga un nuevo rescate financiero de fuentes oficiales,
como el Fondo Monetario Internacional, organismo con el que ya tiene un
programa crediticio de 22.000 millones de dólares. Otra alternativa
es la dolarización, a la que EIU asigna una probabilidad de que
ocurra del 40 por ciento, y aunque eso implicaría menores problemas
para las empresas con deudas en dólares, no alcanzaría para
generar crecimiento o reducir la carga de deuda soberana.
El incumplimiento de pagos de la deuda y la devaluación, eventos
a los que EIU asigna una probabilidad de que ocurran del 20 por ciento,
potencialmente sería la mejor opción para Argentina
en el largo plazo, pero crearía una crisis de solvencia que profundizaría
la recesión actual.
ARGENTINA
Y BRASIL BUSCAN UNA SOLUCION A LA DEUDA
Los dos Fernandos de la mano
Por Alfredo Zaiat
Lo negaron en público
y los seguirán negando, pero lo cierto es que en los más
altos niveles de los gobiernos de Argentina y Brasil se han iniciado conversaciones
para presentarse de la mano ante la administración Bush para encontrar
una solución en conjunto al problema de la deuda. Fernando de la
Rúa y Fernando Henrique Cardoso acordaron, en la minicumbre del
lunes pasado, solicitar una reunión con el presidente de Estados
Unidos. El motivo formal será para manifestar la condición
de aliados en la actual guerra contra los talibán. Pero, además
de ratificar ese alineamiento, los dos Fernandos quieren introducir en
la agenda el Plan ONeill para la deuda. O sea, un megacanje de deuda
con garantías de organismos multilaterales, que permitiría
alargar plazos y bajar tasas para aliviar a economías con asfixia.
Todavía no empezaron las gestiones oficiales en Washington. Pero
la decisión política de ir juntos fue evaluada en esa reunión
de los presidentes en San Pablo. La idea preliminar esbozada fue la de
pedir una ayuda especial para eliminar la incertidumbre financiera
que domina en los dos mercados más importante de Sudamérica.
En ese marco, se produjo el fin de las hostilidades públicas entre
los dos principales protagonistas del Mercosur. Tanto en la Cancillería
argentina como en Itamaraty saben que, en estos momentos, con Estados
Unidos embarcados en una guerra de incierto desarrollo, lo menos que quiere
el Departamento de Estado es tener que lidiar con problemas entre Argentina
y Brasil.
Un hombre cercano a De la Rúa confió a este diario que en
el Gobierno saben que el canje de deuda que está definiendo Economía
con las AFJP y bancos a nivel local no alcanzará para mejorar sustancialmente
las expectativas y, fundamentalmente, disminuir la carga de intereses
a pagar. La clave, al respecto, pasa por el canje en el tramo internacional.
Y para tener éxito necesitamos el apoyo del Tesoro de Estados Unidos,
evaluó la fuente. Ante la indiferencia recogida por Daniel Marx
en su última gira por Europa y Estados Unidos para engrosar los
3000 millones ya otorgados por el FMI para el canje, el Gobierno apuesta
a que sumando a Brasil se entusiasme Bush a liderar un programa de alivio
para los países altamente endeudados. Del mismo modo que lo fueron
los intentos del Plan Baker, durante la presidencia de Ronald Reagan,
y del Plan Brady, en la administración de Bush (padre).
Se sabe que la opinión del Tesoro de Estados Unidos es decisiva
para que el FMI, Banco Mundial y BID aporten fondos para constituir una
masa crítica de garantías (en conjunto, de 10.000 a 15.000
millones de dólares) que permitan un canje exitoso. No fue casualidad,
entonces, las declaraciones de ayer de Enrique Iglesias, titular del BID,
en relación que esos organismos internacionales están procurando
encontrar una solución a la reestructuración de la deuda
argentina.
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