Por Cristian Alarcón
Tres días estuvo desaparecido
el niño Gabriel Rodríguez en el pueblo de Yuto, 50 kilómetros
antes de la frontera con Bolivia, en Jujuy. Tenía ocho años,
era pobre, vivía en la calle, mendigaba en la puerta de la parroquia
San Miguel Arcángel y se alimentaba en un comedor popular. Su cuerpo
fue encontrado el viernes a la noche por un grupo de chicos que cazaban
pajaritos con gomeras, cerca de un basural y de un barranco, en las afueras
de Yuto. Aún no se sabe si se trató de un crimen. Pero su
caso vino a engrosar una abrumadora explosión en las cifras que
acumula la ONG Missing Children y la Red Solidaria. Tras la aparición
del cadáver del angelito jujeño, las dos organizaciones
se manifestaron en la plaza de la República, bajo el Obelisco,
junto a 21 familias que buscan a sus chicos. Allí denunciaron que
en comparación con años anteriores se ha duplicado la cantidad
de niños desaparecidos durante los primeros nueve meses del año.
El caso de Gabriel es el octavo de entre aquellos que terminan con la
arrasadora noticia de la muerte. Y por lo pronto desató por primera
vez en décadas una marcha del silencio de los que nunca alzaron
antes su voz en la tierra de los ingenios azucareros.
Susan Prilick, de Missing Children, le dijo ayer a Página/12 que
la muerte de Gabriel viene a ser el corolario de un preocupante
aumento en la cantidad de denuncias que recibimos. Empezamos
a trabajar en 1998 y esta es la primera vez que tenemos tantos chicos
perdidos al mismo tiempo. Llegaron a ser 77, hoy son 73, cuando siempre
el promedio fue de entre 50 y menos de 60, apunta Prilick. No es
esa sola comparación la que preocupa a las ONGs: mientras que durante
1999 y el 2000 fueron cerca de 200 las denuncias recibidas, tan sólo
entre enero y los primeros días de octubre fueron 264. Para
nosotros hay varias explicaciones posibles, una de ellas es que son más
los padres que se conectan apenas se ausentan sus chicos, pero también
que hay una realidad más violenta en la que suelen ser víctimas
y una enorme falta de contención familiar, explicó
Juan Carr.
Gabriel Rodríguez es uno de los tres hermanitos Rodríguez,
esos chicos que pululan por las calles del pueblo de a decenas desde que
la desocupación caló también en Yuto, como en el
resto de las comunidades del norte de la provincia. Yuto no es un foco
de conflicto, como Tartagal o General San Martín, donde los jujeños
han pasado al combate político a través de los piquetes.
Yuto es más bien un somnoliento pueblo acostumbrado a la abismal
diferencia entre ricos y pobres que durante décadas profundizaron
los ingenios azucareros. Es cierto que el juez que lleva el caso por el
supuesto homicidio de Gabriel, Jorge Samman, aún no recibió
el resultado de la autopsia y no se presentó en el lugar porque
un piquete rutero se lo estaría impidiendo. Pero también
es cierto que el millar de humildes que el lunes marchó por las
calles polvorientas de Yuto pidiendo justicia con apenas un murmullo de
padrenuestros como consignas es el inesperado conflicto entre un sector
postergado y la justicia que tarda siempre más de la cuenta, o
nunca llega.
Así se lo dice, y a su manera, a Página/12 uno de los chicos
del grupo La Chimenea, que trabaja con niños en riesgo en la iglesia.
Se llama Fernando Dorado, tiene 20 años, y fue también él
un chico de la calle.
De hecho su propio hermano, un niño como Gabriel, murió
dos años atrás y su caso dejó una estela de sospechas
nunca investigadas. El desapareció, una noche, era tarde,
no teníamos plata ni para las pilas de las linternas para salir
a buscarlo. Diez días anduvimos por el río hasta que apareció.
El médico que hizo la autopsia dijo que se había ahogado.
Pero la familia Dorado no cree en el informe. Conocen a un testigo que
nunca declaró y que en confianza contó que el niño
fue golpeado y ahogado por un grupo de cazadores. ¿Es un
grupo de poder?, le preguntó este cronista. No, en
ese caso no, si es que acá la maldad es de ricos y es de pobres
con la mísera que se nos vino. Fernando sabe que en este
caso no ocurrirá lo mismo, dice. Sin politiquerías
ni nada la gente acá sola se fue el sábado al cementerio
y se plantó adelante de la morgue. No dejaban que pasara elforense
y como se quiso ir sin hablar le empezaron a tirar piedrazos. El comisario
amenazó con denunciarlos, pero se le plantaron. Mañana
a la una, con el de la puna en lo alto, volverán a caminar, en
silencio. Si no pasa nada, el viernes lo hacemos con voz en alto,
anuncian.
CONTRA
EL EX PRESIDENTE DE LA CORTE DE SANTA FE
Denuncia por acoso con cámara oculta
El ex presidente de la Corte
Suprema de Santa Fe, Raúl Alvarez, fue denunciado por acoso sexual
por una funcionaria judicial de Rosario, que le exige una indemnización
de 1.110.000 pesos por daños y perjuicios. La abogada acompañó
su presentación con un video filmado con una cámara oculta,
donde se vería a Alvarez cuando todavía encabezaba
el máximo tribunal provincial intentando besarla y manoseándole
los senos y ante el rechazo de ella, le diría: Ay mhijita,
si seguís así, vas a ser jueza el día del kilo.
En su demanda, la funcionaria afirmó que él primero la amenazó
con dejarla cesante y después le prometió un nombramiento
como magistrada si accedía a sus pretensiones. La noticia del caso
escandaliza a la ciudad de Rosario, donde viven la denunciante, de 44
años, y el denunciado, de 74.
Según precisó a Página/12 el abogado de Miriam I.,
Luis María Velázquez, como consecuencia del acoso sexual,
la mujer cayó en una profunda depresión y está bajo
tratamiento psiquiátrico desde 1998. La demanda fue presentada
el miércoles 3 de octubre y pasó al Tribunal Colegiado Nº
6 de Rosario, pero el viernes sus tres miembros se excusaron de intervenir.
Ahora está en manos de los jueces del Tribunal Nº 1. La mujer
dice tener 16 testigos de la conducta de Alvarez, entre ellos otros funcionarios
judiciales, abogados y empleados de tribunales como el ex chofer del presidente
de la Corte, que solía llevarle obsequios a su casa de parte
del juez.
Alvarez inició el acoso desde que ella empezó a trabajar
en tribunales, en 1993. En ese momento, él era ministro de la Corte.
Pero su asedio se agravó a partir de 1998 cuando asumió
como presidente del tribunal, señaló Velázquez.
La denunciante ingresó a la Justicia por concurso y actualmente
se desempeña como funcionaria del Ministerio Público del
Menor de Rosario. El abogado detalló que, los jueves y viernes,
Alvarez concurría al edificio de los tribunales de Rosario. Allí,
en el segundo piso, la Corte provincial tiene una subsede y la oficina
de Miriam I. está en la planta baja. Cada vez que estaba
en el edificio, él iba a verla y la acosaba, afirmó
el letrado. Según precisó, el video fue filmado por una
cámara oculta colocada en el despacho de Miriam I. el 13 de julio
último. Alvarez renunció a la Corte el 31 de agosto, ya
que había excedido ampliamente el límite de edad de 65 años
que establece la ley de la provincia de Santa Fe.
La noticia de la demanda generó un escándalo en Rosario.
Previendo que esto ocurriría antes de hacer la denuncia,
le propuse encontrarnos para evitar el litigio. Pero negó todos
los hechos y no aceptó, dijo Velázquez. Página/12
quiso saber por qué la mujer esperó a que Alvarez dejara
su cargo y no lo denunció antes, y el abogado respondió:
¿Usted se animaría a demandar al presidente de su
empresa? ¿Quién le saldría de testigo?.
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