Por Juan Arias
Desde Río de Janeiro
Se trata de un encuentro de
grandes, una embajada brasileña de indiscutible potencia. Gilberto
Gil y Milton Nascimento, dos iconos de la música popular de Brasil,
presentarán su álbum Gil & Milton - Milton & Gil,
mañana a las 22 en el Teatro Gran Rex, en una gira de presentación
que llevó a ambos músicos por Brasil, Estados Unidos y Europa.
Se trata de una especie de cita de honor: este show será el último
que harán los artistas antes de continuar con sus carreras solistas.
El trabajo surgió de un encuentro casual y es una mezcla de ritmos:
rock, bossa nova y música del nordeste, entre otras, quince canciones
que incluyen versiones de Yo vengo a ofrecer mi corazón
(Fito Páez) y Something, del ex Beatle George Harrison,
en versión reggae. Además contiene clásicos como
María de Ary Barroso, Dora de Dorival Caymmi
y Baiao da Garoa de Luiz Gonzaga.
Nascimento está feliz como un niño con la criatura musical
que dio a luz junto a su colega. El disco fue calificado como histórico
por la crítica: Nascimento y Gil, dos monumentos de la cultura
brasileña, se reencontraron después de 30 años, durante
los cuales se habían admirado a distancia, casi sin verse. No es
fácil llegar hasta el chalé de Nascimento, escondido en
el barrio moderno de Barra de Tijuca, entre el mar y la foresta. En la
entrada de la puerta del salón destacan, escritas de su puño
y letra, las palabras de la Carta 73 de San Agustín, que rezan:
Por lo que a mí se refiere, confieso que considero natural
entregarme por entero a mis amigos cuando estoy cansado de los escándalos
del mundo.
Aunque ambos son negros, todos saben que Milton Nascimento (Minas de Gerais,
1942) y Gilberto Gil (Salvador de Bahía, 1942) son dos personajes
en las antípodas en cuanto a carácter y raíces culturales.
Gil, exuberante y solar como la tierra africana de Bahía donde
nació. Milton, reservado y tímido, subterráneo y
profundo, como su Minas Gerais, tierra rica en oro, diamantes y barroco.
¿Por qué quisieron unirse en esta aventura musical conjunta?
Yo había trabajado ya con miles de artistas dentro y fuera
de Brasil. ¿Por qué no hacerlo también con Gil, a
quien siempre admiré tanto?, responde Nascimento. Hasta
que un día, volviendo ambos de Bahía a Río, nos cruzamos
en el avión. Fue un encuentro de almas. Mientras conversábamos
animados, sobrevolábamos una ciudad con una preciosa luz de atardecer:
era Belo Horizonte. Se realizaba así un triángulo mágico:
Bahía, Minas, Río. Fue simbólico. Supe en ese momento
que Gil había compuesto un día una canción en mi
honor sin yo saberlo. Ni estaba seguro si aún la conservaba. Ya
en Río, sonó el teléfono: era Gil, para decirme que
había encontrado aquella canción. En aquel momento nació
mi idea de realizar algo juntos.
Gil lo citó en Bahía. Yo dudaba comenta Milton
riendo porque Bahía es un lugar para descansar, no para trabajar.
Pero trabajaron duro durante tres semanas, en las que se generó
el nuevo disco. Podría haber sido difícil ponerse de acuerdo
en la selección de las músicas que firmarían juntos.
No lo fue comenta Nascimento; colaboramos en total armonía
y el trabajo fue naciendo sin tropiezos. Comenzaron con la canción
Bomdia, de Gil, que nunca había sido grabada.
Esta y Cançao do sol fueron las que inauguran el disco.
Un amigo de ambos, Carlos Pitta, les dio la idea de trazar con las músicas
un camino entre Minas y Bahía. Así nacieron los trabajos
conjuntos de Ponta de areia y Palco.
¿No existen diferencias musicales entre usted y Gil?
Yo descubrí que no. Como no existe entre nosotros y Chico
o Veloso. Todos podemos parecer diferentes, pero no. Todos somos eso:
Brasil. Y, sin embargo, esa característica brasileña no
impidió que la música sea totalmente universal. Estoy convencido
de que cuando una música, o una obra de arte en general, nace de
las raíces más humanas del artista, acaba siendo entendida
y amada por todos, porque responde a lo que todos sienten dentro. Doy
un ejemplo: alguien dijo que los tambores de Minas estaban mudos. Se refería
a que en Minas, al revés que en Bahía o Río, no había
tambores. Y eso no era cierto. Compuse una canción sobre esos tambores
supuestamente mudos y gané el Grammy.
¿Qué influencia tiene la religión en este disco?
Toda música verdadera es sagrada. En cierto momento, yo,
que había sido educado en el catolicismo, me di cuenta de que eso
era muy poco. Yo quería una religiosidad más amplia. En
Brasil no tenemos preconceptos con la religión, ni con nada. Le
pedí a Gil que quería hacer una canción sobre San
Sebastián, que era el patrono de mi ciudad, y es la que abre el
nuevo disco. Insisto: el elemento sagrado en la música es fundamental.
Es que la música es sagrada. Y el camino de la música es
el que me conduce hasta mi hogar.
Las grandes figuras permanecen. ¿Hay nuevas generaciones
dispuestas a tomar el relevo?
Por el amor de Dios (toca la madera de un sofá), claro que
las hay, y geniales. Hace poco dirigí un programa de radio en el
interior de Minas, y las canciones que me mandaban jóvenes absolutamente
anónimos me asombraron por su riqueza y originalidad.
¿Cómo se explica que los grandes cantantes brasileños
suelen ser al mismo tiempo grandes poetas al componer las letras, contradiciendo
la corriente de que sólo el pesimismo es creativo en el arte?
(Hace una larga pausa) La música es ya poesía, como
la poesía verdadera es ya música. Y en cuanto a que sólo
el pesimismo es capaz de crear arte... Si un día perdiera la confianza
en la humanidad, en los ojos limpios de un niño, ya no podría
componer. Si perdiera la esperanza, no podría cantar Desaparecería.
De este entrañable, tímido y dulce cantante brasileño,
nacido en Río y criado en Minas por una familia adoptiva, se ha
hecho el mayor elogio: Si Dios cantara, lo haría con la voz
de Milton Nascimento. Se le pregunta entonces qué música
elegiría Dios para cantar en este mundo de la globalización
y de tanta injusticia social. Todas las músicas que traducen
con sinceridad los sentimientos son hijas de Dios, afirma y sonríe,
y parece reafirmar la frase que su madre dijo poco antes de morir: Tú
llenaste mis días de belleza y de razones para vivir.
|