A un mes de los atentados contra
Estados Unidos, y en el quinto día de iniciada la operación
militar contra Afganistán, ayer el presidente George W. Bush se
mostró orgulloso de los resultados obtenidos en una guerra distinta
donde Kabul no será un nuevo Vietnam. Bush enfatizó
que estamos haciendo progresos sustanciales, y que por ahora
Afganistán es el objetivo central pero no descarta atacar a otros
países. En este sentido, dijo que su país miraba cuidadosamente
al presidente de Irak, Saddam Hussein. Por otro lado, afirmó que
los talibanes podrían gozar de una segunda oportunidad si entregan
a Osama bin Laden, el protegido del régimen talibán. En
el quinto día de bombardeos, aviones norteamericanos y misiles
desde los buques en el mar Arábigo atacaron blancos en Kabul y
Kandahar con la intención de destruir los sistemas antiaéreos
de los talibanes y allanar el terreno a los helicópteros y comandos
terrestres.
La operación militar estadounidense Libertad Duradera continuó
con otra ola de bombardeos, pero la incursión terrestre y los helicópteros
se mantuvieron en suspenso. El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld,
declaró que Estados Unidos no tiene la soberanía aérea
sobre Afganistán y desmintió las declaraciones de los talibanes
que habrían muerto 130 civiles entre jueves y miércoles
15 en una mezquita y 200 más desde el inicio de las
acciones. El presidente norteamericano George W. Bush habló de
progresos sustanciales, obtenidos hasta ahora en la guerra
contra el terrorismo. Pero, al menos en el discurso, echó un manto
de piedad al decir que si el régimen talibán
entrega a Bin Laden, cabría la posibilidad de detener las acciones
militares.
Los aviones norteamericanos bombardearon ayer en la periferia de Kabul,
capital de Afganistán, donde se registraron cuatro explosiones
fuertes que fueron contrarrestadas cuando abrieron fuego las baterías
antiaéreas talibanas. Los bombardeos, de día y de noche,
fueron dirigidos en particular contra Kabul, Kandahar (Sur) y Jalalabad
(Este), así como contra el norte del país. Según
el embajador talibán en Pakistán, Abdul Salam Zaeef, los
civiles muertos serían 307 desde el comienzo de la operación
militar. En particular, más de 200 personas habrían muerto
en el poblado de Kadam, cercano a Pakistán, a unos 40 kilómetros
de Jalalabad, en su mayoría niños, mujeres y ancianos. El
secretario de Defensa de Estados Unidos, Donald Rumsfeld, negó
que los ataques fueran dirigidos a blancos civiles, pero admitió
que como en toda campaña militar, hay pérdidas de
vidas no buscadas. Se suponía, según varios analistas,
que la primera fase de ataques, la actual, debía durar entre tres
y cinco días. El hecho de que aún no se pase a la segunda,
esto es, a los bombardeos de baja altura para preparar la entrada de las
tropas terrestres, indicaría que la efectividad declamada por el
Pentágono no sería tan alta. Los talibanes todavía
pueden defenderse, reconoció Rumsfeld. Y Bush advirtió:
La duración de la campaña es incierta.
QUE
USARA BUSH CONTRA BIN LADEN
¿Armas nucleares o qué?
|
Por Gabriel
A. Uriarte
Desde
Washington
Nadie cree que lo que se está viendo en las simpáticas
pantallas verdes de la CNN marca cualquier tipo de límite
en la ofensiva norteamericana contra Osama bin Laden y los talibanes
en Afganistán. Al contrario, las discusiones militares, dentro
y fuera de Washington, giran en torno de cómo y para qué
se escalará la represalia en los próximos días.
Sería poco factible esperar que cualquier gobierno norteamericano,
especialmente el de George W. Bush, muestre demasiados escrúpulos
al decidir qué nuevas armas usar en su venganza por las más
de 6000 personas muertas hace exactamente un mes. Sin embargo, el
análisis de los costos y beneficios de cada alternativa es
una guía bastante factible para las próximas movidas
de la Casa Blanca, ya que ésta se maneja con análisis
que, por motivos técnicos, son muy similares.
Bombas atómicas
El uso de armas nucleares contra los talibanes es la opción
más inquietante pero también la más fácil
de descartar. Ni siquiera hay que entrar en los problemas diplomáticos
de repetir Hiroshima en Kabul: sólo debe apuntarse sus escasos
beneficios a nivel militar. Las ojivas nucleares no pueden hacer
nada en Afganistán que no hagan sus equivalentes más
convencionales. Ante todo, una bomba atómica
no tiene ninguna ventaja especial en términos de penetración;
es decir, no son especialmente útiles para usarlas contra
las cuevas de Bin Laden y los cuarenta terroristas de su estado
mayor. Es cierto que en los últimos meses circularon muchos
rumores acerca de bombas nucleares tácticas para
ser usadas contra bunkers. La magia de este concepto (para quienes
lo impulsaban) era: a) que los bunkers, al estar enterrados bajo
tierra, permitirían que estas bombas bajo poder
(unas 5000 toneladas de TNT, poco más del uno por ciento
de las ojivas usuales) estallaran sin esparcir radiación
en los alrededores del blanco, minimizando así los daños
colaterales, y, b) que en el caso de Irak (el único citado
específicamente), eliminarían sus posibles contenidos
químicos-biológicos. Pero en todas estas hipótesis
la ojiva estallaría recién cuando el misil que lo
transporta haya penetrado el bunker, utilizando técnicas
idénticas a las empleadas en el GBU-28, el bunker-buster
que Estados Unidos ya usó contra los talibanes. Este misil,
capaz de penetrar más de seis metros de hormigón reforzado
y más de 30 metros bajo tierra, lleva una ojiva de 2,5 toneladas
de explosivos. Si Estados Unidos descubre la cueva donde se oculta
Bin Laden, esta carga sería más que suficiente para
aniquilarlo. Si no lo hace, detonar una bomba atómica en
las inmediaciones de la cueva sólo haría que Osama
bin Laden muera de cáncer en diez o veinte años.
Bombas neutrónicas
Básicamente se repite el problema de las bombas atómicas.
La única diferencia entre las bombas neutrónicas es
que matan gente sin destruir edificios, y no es claro como esto
constituiría una ventaja en Afganistán. Si la bomba
es de tan alto poder que puede ser tirada a kilómetros de
donde se encuentra Bin Laden y aun matarlo, entonces mataría
además a mucha más gente, lo que complicaría,
por lo menos, las relaciones de Estados Unidos con sus aliados dentro
y fuera de Afganistán. Si la bomba es precisa y de bajo poder,
entonces depende de que impacte en el lugar preciso donde se encuentra
Bin Laden. Y si se sabe dónde se encuentra Bin Laden, entonces
se lo puede matar con explosivos mucho menos exóticos tales
como el TNT o napalm.
Armas químicas-biológicas
Es una alternativa más intrigante, con bastantes ventajas
tácticas. El uso de las variantes más
destructivas, como el gas sarín o el ántrax esparcido
en Florida, tiene las mismas objeciones que las bombas atómicas
o neutrónicas: causarían enormes daños colaterales
sin lograr nada que no puedan lograr armas convencionales. Sin embargo,
uno de los principales usos de armas químicas más
mundanas, gas mostaza por ejemplo, fue históricamente lo
que la teoría militar llama negación de espacio:
es decir, impedir que el enemigo opere en cierta zona. Durante la
Primera Guerra Mundial, esto podía significar tirar gas sobre
una casamata de artillería para impedir que se dispare desde
allí. Durante la guerra entre Irán e Irak, Saddam
Hussein selló las áreas más vulnerables de
su frente inundándolas con gas mostaza para forzar a los
poco protegidos iraníes a cesar operaciones y ocultarse en
refugios antigas. En la guerra contra el terrorismo de George W.
Bush, esto podría usarse para matar a Bin Laden con químicos
capaces de filtrarse a sus reductos, o bien hacer que estos reductos
se le tornen bastante incómodos, lo que lo forzaría
a moverse. Y cuando se mueven, según afirman unánimemente
fuentes militares, es mucho más probable que sean encontrados
y muertos por ataques aéreos y comando. Por otra parte, Afganistán
puede ser un país poco poblado pero no está deshabitado,
por lo que cualquier uso de armas químico-biológicas
causaría enormes bajas civiles entre aldeas cercanas. Aun
si la aldea es pequeña comparada con Nueva York, es inevitable
que se registren centenares de muertos ya que casi todos sus habitantes
carecerían de cualquier tipo de protección. Y, de
nuevo, un tendal de civiles afganos muertos por las muy siniestras
armas químicas que están causando pánico en
Estados Unidos no podría mas que fracturaría la coalición
internacional de Bush, además de causarle muchos problemas
con su oposición interna y la opinión pública.
El extremo convencional
Todas las armas vistas hasta ahora presentan el mismo problema
de ser tabú. Ninguna potencia las ha usado hasta el momento
y nadie tiene demasiados deseos de que su uso se torne algo usual.
Pero hay varias armas extremadamente destructivas que todavía
caen bajo el rótulo teórico de convencionales.
Las bombas de combustible-aire son el principal ejemplo. Usadas
por Rusia en su segunda invasión de Chechenia, estas bombas
son también llamadas de vacío porque producen
una zona sin ningún oxígeno a su alrededor. Aun si
no pueden penetrar en el bunker atacado, meramente con que estalle
encima mataría a sus ocupantes de asfixia. Y no hay que señalar
los paralelos entre los reductos montañosos de los rebeldes
chechenos con los reductos montañosos de Osama Bin Laden.
Por otra parte, que el tabú sobre las bombas de combustible-aire
no sea tan enorme como el que se asocia con las bombas atómicas
no significa que no exista. Ya hubo varias iniciativas en los medios
y círculos científicos para condenar a Rusia por usarlas,
y Vietnam demostró que el empleo de armas que bordean el
límite de lo convencional (tales como el napalm) no garantiza
de ninguna manera evitar la condena.
Lo que ya se usa
En realidad, la discusión acerca de usar o no estas armas
de destrucción masiva gira en torno del problema equivocado.
Lo que Estados Unidos necesita en Afganistán no es más
capacidad de destrucción, como en la Guerra Fría,
sino exactamente lo contrario: la precisión. Y el imperativo
no viene de los sentimientos humanitarios de George W. Bush o Donald
Rumsfeld. Los talibanes y Osama bin Laden son un grupo bastante
limitado y bien definido. Washington no está a la deriva
en un mar de enemigos potenciales como en Vietnam, y por lo tanto
no necesita aterrorizar a la población o eliminar a la población
de edad militar, dos objetivos impulsados con mayor o menor intensidad
durante esa guerra. Al mismo tiempo, el gobierno norteamericano
está liberado del imperativo categórico de cero
bajas que impidió el uso de fuerzas comando para verificar
daños y objetivos en Irak, Afganistán en 1998, Bosnia
y Kosovo. Finalmente, Estados Unidos cuenta con un grado de apoyo
importante entre los señores de la guerra afganos reunidos
en la anti-talibán Alianza del Norte, sólo porque
les puede ofrecer mucho más dinero que los talibanes. Así,
es enteramente factible que Bush logre sus objetivos en Afganistán,
derrocar a los talibanes y cazar a Bin Laden, simplemente intensificando
de forma lineal lo que ya está haciendo. Y Bush no tiene
ningún motivo para arruinar lo que ya son condiciones ideales
para repetir o posiblemente superar el triunfo de su padre en Irak.
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