Por Alejandra Dandan
Estoy en cuarentena y
no me dejan salir de la casa. Encerrado literalmente en su casa
y todavía sin poder de reacción, Juan Carlos Aznar habló
con Página/12 sobre el caos que provocó con un ingenuo llamado
al 101 de la provincia de Córdoba. El hombre descubrió en
la puerta de su casa un sobre celeste con sello y estampilla del estado
de Florida. Atormentado con las noticias de la CNN sobre los bioterroristas
palpó la correspondencia: decidió pedir auxilio cuando notó
que no encerraba nada. Su denuncia movilizó las fuerzas del Grupo
Especial de Salvamentos (GES) y el cuerpo de bomberos cordobés.
Se evacuó una escuela, su cuadra quedó cercada y a su mujer
le impidieron la entrada a la casa. A esa altura su sobre era famoso:
se había convertido en la primera presunta arma letal bacteriológica
en el país. Anoche la policía informó que la carta
fue trasladada a un lugar de máxima seguridad.
La psicosis del ántrax estalló después de aquel llamado.
Pero en la casa de Aznar la preocupación había comenzado
varias horas antes: Casualmente esta mañana cuenta
resignado estuve mirando en la televisión las noticias sobre
la bacteria con el asunto de las cartas azules donde las mandaban.
Ese fue el error para este hombre de cuarenta años, a punto de
recibirse de abogado, que pasa buena parte del día en su casa de
Alto Córdoba, uno de los barrios residenciales de la capital. Hasta
aquí su familia no sabía nada de actividades terroristas,
ni imaginaban que parte de sus negocios como administrador de propiedades
podía entrar en crisis por un encierro obligado, ordenado en medio
de los avatares de la nueva guerra.
Me han dicho que estoy en cuarentena.
¿No puede salir de ahí?
Mis hijos no pueden entrar y mi mujer tampoco. Me tienen protegido:
no me dejan salir y no ingresa nadie. Qué me iba a imaginar yo
todo esto, no quería crear tanto pánico.
Todo empezó a las cuatro de la tarde, cuando por debajo de la puerta
de su casa, en Sucre al 2200, entró un sobre equivocado. No tenía
ni su dirección ni su nombre: La carta tenía un sello
de Florida y era de un tono tirando azul. No se inquietó
hasta palparlo.
¿Lo tocó?
Lo toqué porque me lo habían enviado, me llamó
la atención.
Pero, dice, en ningún momento abrió el sobre que diez minutos
después era buscado por hombres enfundados en escafandras de los
equipos especiales del GES. El comisario Walter di Piazza, a cargo de
los operativos, ordenó inmediatamente la evacuación del
jardín Media Luna, un edificio justo frente a la casa atentada.
Ahí mismo, mientras los maestros corrían y los primeros
padres llegaban a rescatar a sus niños de la escuela, Di Piazza
se reconcentraba sobre el objetivo central: el sobre vacío. De
acuerdo a su hipótesis, la misiva podía contener la bacteria
letal. Por eso el operativo se hizo de acuerdo a los procedimientos usados
en elementos con alta graduación tóxica.
Di Piazza debía aislar el sobre pero nadie podían tocarlo.
Para hacerlo, uno de los hombres del GES fue encapsulado con un
traje especial de nivel A que le permite respirar por ese medio.
De acuerdo al comisario, ese método impedía el contacto
con las supuestas sustancias del sobre. Cuando lograron capturarlo, quedó
bajo doble protección en una bolsa acondicionada para residuos
patológicos. Tan cerrado quedó que nadie tomó
la decisión de revisarlo y anoche fue trasladado.
Aparentemente no tiene nada, pero cómo vamos a tratar de
abrirlo.
¿Sus trajes de protección no sirven?
Mire se apuró el comisario: nadie sabe lo que
puede contener ese sobre: y si es una cachada será una cachada
y hemos hecho todo esta movilización en vano. ¿Y si no lo
es?
Lo cierto es que Aznar no fue el único asustado. Nélida
Fernández, una de las vecinas del barrio, habló con Página/12
cuando aún mantenía las secuelas del ataque de pánico
del barrio: Asustados así estamos desde las cuatro y media
de la tarde. Cerca de su casa, anoche todavía algunos policías
seguían con los operativos. Los estoy viendo ahora vuelve
a decir la mujer y hay cuatro hombres con escafandras.
Aznar fue trasladado anoche al hospital Rawson para una serie de estudios
que terminarán de definir si hubo afección o engaño.
El sobre en tanto seguirá encapsulado.
Consejos sobre paquetes
sospechosos
A tono con la psicosis mundial en torno de los envíos sospechosos,
el Ministerio de Salud emitió ayer un comunicado con recomendaciones
a la población para el caso de recibir un sobre o una
encomienda de destino desconocido.
El ministro Héctor Lombardo sostiene en el comunicado que
si se recibe un envío de esas características debe
ser puesto en conocimiento inmediato de la autoridad policial.
Si se trata de un sobre de origen desconocido sospechado de
contener una sustancia de riesgo, éste no debe ser
abierto y hay que colocarlo en una bolsa de plástico,
la cual debe ser cerrada y sellada con cinta de embalar, adhesiva
o similar. Para ello, afirman, quien haga esta operación
tiene que usar guantes descartables, que deberá eliminar
de inmediato.
A su vez, la bolsa debe ser colocada en un recipiente de paredes
rígidas, preferentemente de plástico, con tapa a rosca.
Luego se debe poner ese recipiente con una etiqueta que diga
su origen, identificación y fecha en una
caja de cartón rellenada con papel para que aquel quede inmovilizado.
La policía, una vez que le sea entregada la caja, deberá
enviarla al Instituto Malbrán, en la Capital Federal, dijo
el ministerio. Quien haya manipulado el sobre o paquete, deberá
lavarse las manos con agua y jabón blanco, con la precaución
de higienizar bien los espacios entre los dedos, agregó.
Tantas recomendaciones apuntan, claro, al gran terror actual: el
ántrax. ¿Pero es realmente posible enviar ántrax
por correo? Según los expertos, la posibilidad es muy remota
y requeriría del remitente una alta preparación tecnológica.
Primero sería necesario cultivar en un laboratorio las esporas,
pero la sustancia resultante sólo contaminaría a quien
la manipula. Lo difícil es convertir esa sustancia en fino
polvo sin destruir las esporas, según dijo el doctor Alan
S. Louie, experto en biotecnología aplicada. Es necesario
un polvo extremadamente fino, que pueda ser inhalado hasta el fondo
de los pulmones, lo cual supone un proceso muy complicado incluso
para expertos microbiologistas, aseguró.
|
|