Por Pedro Lipcovich
La característica
marcada es inexistente, contesta una voz grabada a quien tenga la
idea de pulsar *911. La voz grabada, al igual que la mayoría de
los argentinos, ignora que, por ley nacional promulgada el año
pasado, ése es el número unificado para emergencias en todo
el territorio nacional. La norma aguarda en vano su implementación
por el Poder Ejecutivo, pese a que los especialistas concuerdan en que
salvaría vidas, no sólo por mejorar el tiempo de respuesta
ante emergencias sino por reducir los accidentes causados por las propias
ambulancias cuando van a toda velocidad.
La ley 25.367, promulgada el 15 de diciembre del año pasado, establece
la creación del Departamento de Emergencias Coordinadas,
que funcionará en el ámbito del Ministerio del Interior
y tendrá a su cargo dar las primeras instrucciones frente a los
distintos tipos de emergencias y derivar el pedido o denuncia a las reparticiones
públicas o privadas con competencia. Para ello, dótase
al mismo de un único número de teléfono (*911, asterisco
novecientos once), que será el mismo en todo el país, a
fin de receptar las denuncias. Las llamadas serán sin cargo.
El proyecto, aprobado por unanimidad en ambas cámaras, había
sido presentado por el diputado Víctor Fayad, y en los fundamentos
se enumeraban algunos de los sucesos que podían dar lugar al llamado
accidente, incendio, robo, violencia familiar o callejera,
pérdida de gas, cable eléctrico descolgado, animal peligroso
y algunos de los teléfonos que el ciudadano se ve obligado
a memorizar o agendar: Bomberos, 100; Defensa Civil, 103; Policía,
101; Emergencia Médica, 107; Emergencia Ambiental, 105; Ayuda al
Niño, 102; Banco de Sangre, 4305-4777; Centro de Asistencia al
Suicida, 4962-0303; Centro de Intoxicaciones, 4962-2247; Pami Urgencias
Médicas, 4381-2032.
El diputado Fayad comentó a este diario que el proyecto tuvo
consenso en todas las comisiones legislativas y, cuando Federico Storani
era ministro del Interior, se dieron los primeros pasos para implementarlo
en la Secretaría de Seguridad Interior. Pero cuando cambió
el ministro (el actual es Ramón Mestre) la implementación
quedó paralizada. En efecto, según fuentes del Ministerio
del Interior, no hay en este momento un organismo que se esté ocupando
del tema.
Las ventajas del número único son aun más de las
que se enuncian en los fundamentos del proyecto. Martín Kloosterman,
de la Sociedad Argentina de Estimulación Cardíaca, señaló
otra: Se ha comprobado que la circulación de vehículos
con sirena incrementa notablemente el riesgo de accidentes: un número
único que funcione bien se traduce en menos vehículos corriendo
a emergencias que quizá no lo sean.
Osvaldo Roys, director del programa nacional de la Cruz Roja, señala
que el número único puede ayudar a ganar tiempo en
situaciones como las de paro cardíaco, donde por cada minuto que
pasa se pierde un 15 por ciento de las probabilidades de sobrevida.
Roys, autor del Manual de despacho asistido, destacó la importancia
de formar a los despachadores, que atienden los teléfonos
de emergencias y que mediante tres o cuatro preguntas clave deben
discernir entre más de 120 posibilidades de derivación.
Sin embargo, el número único tiene sus riesgos. Uno de ellos,
según Marcelo Muro director del SAME, sistema de emergencias
médicas de la Ciudad de Buenos Aires, es enlentecer
la respuesta, en caso de que el sistema no esté bien organizado
o bien entrenados los operadores. Otro problema es la confidencialidad:
Supongamos que un padre de familia aparece apuñalado vestido
de mujer, o que alguien ha tenido un ataque cardíaco en un albergue
transitorio con una mujer que no es su esposa: el secreto profesional,
el derecho a la intimidad es patrimonio usual de quienes trabajamos en
el área de salud, pero quizá no tanto de quienes trabajan
en el área de seguridad. Saúl Drajer ex presidente
del Consejo Nacional de Resucitación agrega que en
un país como la Argentina, donde la información sobre los
ciudadanos ha sido utilizada de manera non sancta, la idea de que el sistema
quede a cargo del Ministerio del Interior puede ser discutible. Por otra
parte, la implementación de la ley requiere un tejido laborioso:
hay que diseñar una estrategia para formar una red en todo el país.
No hay que olvidar que, por más que se trate de un número
único, los que atienden el teléfono están en cada
región. Lo primero es que la gente sepa que existe la ley: la mayoría
de los socorristas ni se enteraron, y nuestro Consejo no fue convocado.
Las ventajas del 911
¡Se desmayó, vengan, por favor, creo que está
muerto!, dice la voz en el teléfono y el despachador
(personal especializado que atiende los números de emergencias)
no sólo enviará la ambulancia sino que ayudará
a quien hizo la llamada a mantener con vida al caído. Osvaldo
Roys, director del programa nacional de la Cruz Roja, lo nombra
así: Son maniobras de reanimación cardiopulmonar
transtelefónica: se le indica al que llama cómo hacer
masaje cardíaco y ventilación, mientras llega la ambulancia.
Otro caso es el de la obstrucción de las vías
aéreas por algún objeto, generalmente un pedacito
de comida; es más frecuente en niños y ancianos, y
suele resolverse mediante compresiones torácicas o abdominales
que, al producir presión en las vías aéreas,
hacen que el cuerpo extraño salga despedido. Los despachadores
también están en condiciones de guiar estas maniobras
por teléfono, agrega el especialista.
El precio que pagan los despachadores es el estrés
crónico o burn out: suelen sufrir somatizaciones, trastornos
del sueño, problemas en las relaciones, cuenta Roys.
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