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Una semana dedicada a la música
más nueva (y la más desconocida)

La música electroacústica es, para muchos, un misterio.
Para sacarse las dudas, el martes empieza el festival
más importante en la materia.

Teodoro Cromberg y Daniel Miraglia son compositores.
“Las obras se diferencian desde
el primer sonido”, dicen.

Por Diego Fischerman

La historia empezó en un laboratorio. Lo primero fue cortar y pegar cintas. El sonido empezó a ser fabricado fuera de los instrumentos. Es decir, ése es uno de los comienzos posibles. Pero podría pensarse, también, que el origen estuvo en la necesidad cada vez mayor, por parte de los compositores, de controlar cada variable sonora. Y, claro, en la posibilidad de crear (y reproducir lo creado) con una precisión de la que un intérprete jamás podría ser capaz. Como con el pianoforte dos siglos antes, un fenómeno técnico y uno estético se implicaron mutuamente y resulta imposible determinar cuál fue el primero. La música concreta primero y la electroacústica después no hubieran sido posibles sin los avances tecnológicos del siglo XX. Pero muchas de esas conquistas tal vez no hubieran sucedido nunca de no haber respondido a las necesidades expresivas de un cierto espíritu de época.
Desde los primeros experimentos de Pierre Schaeffer hasta la espacialización del sonido, el trabajo con computadoras y la interacción de instrumentistas con procesamientos del sonido en tiempo real corrió bastante agua. Y Buenos Aires podrá comprobarlo en la decimosexta edición de la Semana de Música Electroacústica que se desarrollará entre el próximo martes 23 y el sábado 27. Además de conciertos con obras de los autores argentinos más destacados en la materia (siempre a las 21) habrá charlas y clínicas (a las 18.30). El programa promete, con entrada libre y gratuita, más de 30 estrenos y primeras audiciones de composiciones, con proyección octofónica del sonido, intérpretes interactuando con computadoras y medios electrónicos y procesamiento de sonido en tiempo real. Además, habrá ponencias y presentaciones institucionales sobre temas técnicos, estética, análisis musical y proyectos pedagógicos, referidos a la música electroacústica. Esta movida, que formará parte del ciclo A Puertas Abiertas de la Dirección Nacional de Música y Danza, se llevará a cabo en el Centro Nacional de la Música (México 564) con la organización de la Federación Argentina de Música Electroacústica (Farme) –Regional Buenos Aires– y el auspicio de la Dirección Nacional de Música, la Dirección General de Música del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, el Laboratorio de Investigación y Producción Musical (LIPM) y las Escuelas ORT.
Teodoro Cromberg, compositor y prosecretario de la regional porteña de la FARME explica que “se trató que todas las obras fueran estrenos o primeras audiciones en Argentina y que todos los compositores, nativos o no, fueran residentes en el país”. En cuanto a las diferentes técnicas y estéticas evidenciadas, Cromberg afirma que “hay una gran variedad; se presentará, por ejemplo, una cantidad importante de composiciones para medios mixtos y obras interactivas”. El criterio elegido fue el de incluir todas las obras presentadas y Daniel Miraglia, vocal de la FARME opina que “hay obras cuya actitud estética uno no necesariamente comparte pero, aún así, por su carácter muy fuertemente afirmativo de una manera particular de entender el arte, llevada hasta sus últimas consecuencias. Son obras que tal vez nosotros no hubiéramos compuesto nunca pero en las que se nota que no se trata de que el compositor hizo lo que le salió. Eventualmente es al público al que le corresponde juzgar”. El estilo, eso tan inasible, se juega, para Miraglia, en los materiales elegidos: “Hay obras donde aparecen materiales que en otras no figuran en absoluto. Las composiciones se diferencian desde el primer sonido. Hay obras muy crudas, muy drásticos, muy firmes, y hay otras de un refinamiento casi impresionista”.

 

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