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Arrestaron al monaguillo de Fátima, en Salta

Santos Marcelo Castillo, de 19 años, era monaguillo del cura asesinado y ahora es el segundo detenido en el caso. Habría confesado ser cómplice del otro detenido, Javier Alanís.

Sospechas: Por la violencia del
hecho, �todavía no termina de cerrar la hipótesis que estaría indicando que sólo se trata de un robo que derivó en homicidio�.

Por Carlos Rodríguez

Un joven de 19 años que fue monaguillo en la parroquia Nuestra Señora de Fátima es el segundo detenido sospechado de haber participado en el homicidio del sacerdote salteño Ernesto Martearena. Ayer, en horas de la madrugada, Santos Marcelo Castillo fue encontrado por la policía en su domicilio de la villa de emergencia 17 de Octubre, en la zona oeste de la ciudad de Salta. Castillo habría confesado su participación en el crimen, pero la autoría del hecho recaería sobre Javier Alanís Colautti, de 21 años, quien “indirectamente se habría reconocido como culpable”, confió una fuente judicial consultada por Página/12. Colautti fue detenido el viernes en la provincia de Jujuy y fue indagado por el juez de la causa, Aldo Saravia, quien oficialmente dijo que el caso está resuelto “en un 90 por ciento”. De todos modos, trascendió que se ordenaron nuevos allanamientos para lograr la detención de otros sospechosos.
Fuentes policiales admitieron que en la comunidad religiosa “todavía no termina de cerrar la hipótesis que estaría indicando que sólo se trata de un robo que derivó en homicidio”. Las 18 puñaladas que presentaba el cuerpo de la víctima, el intento por quemar el cuerpo y la forma absurda en la que Alanís se puso en la mira –trató de extraer dinero de un cajero automático con una tarjeta que pertenecía a Martearena sin conocer el número del código personal– hacen sospechar “que hay algo más detrás de lo que aparece hasta ahora”, reconoció el vocero policial. Sin embargo, insistió en que el crimen “estaría virtualmente resuelto”.
Tanto Alanís como Castillo eran jóvenes que formaban parte del grupo protegido por el cura Martearena, quien les había brindado asistencia en algunos de los ocho hogares para chicos de la calle y madres solteras que dirigía la víctima. Algunos medios periodísticos de Salta aseguraron que Alanís había estado alojado en un hogar para chicos con problemas de adicción a las drogas. El joven es hijo de Jorge Alanís, un cirujano que trabaja en el Hospital de Niños de San Salvador de Jujuy. El principal sospechoso se había ido de su casa paterna hace unos años y vivía en una pensión de la capital jujeña.
“Cuando declaró ante el juez, el joven Alanís virtualmente reconoció que había sido el autor material del homicidio”, sostuvo una fuente cercana a la investigación. Amigos de Alanís le dijeron a la prensa que el joven “no se parece en nada” a la imagen captada por la cámara instalada en el cajero automático del Banco Galicia ubicado en la esquina de España y Balcarce, en la capital salteña. La filmación fue difundida el viernes por un canal de cable, hecho que llamó la atención del propio juez Saravia, quien no había autorizado ni suministrado la cinta. “Hay mucha ansiedad para que la cosa se cierre tal como está”, admitió una fuente judicial, aludiendo a los rumores que circularon en los últimos días sobre algún móvil “extra robo” que pudiera opacar la muy buena imagen que Martearena tenía entre sus feligreses.
Después de la detención de Castillo, el secretario de Seguridad del gobierno salteño, Daniel Nallar, aseguró ante la prensa que el caso “está virtualmente cerrado en lo que respecta a la investigación policial”. Anoche, una fuente judicial admitió que Saravia había ordenado “nuevos allanamientos” para procurar la detención de “otros sospechosos” de haber intervenido en el homicidio.
El aspecto más controvertido es el “incomprensible error” (así lo calificó una fuente policial) que cometió Alanís al tratar de sacar dinero del cajero automático sin conocer el código personal del padre Martearena. La fallida extracción ocurrió a las 18.45 del lunes, 15 horas después del crimen y apenas media hora más tarde del hallazgo del cuerpo de la víctima en su habitación, contigua a la parroquia. ¿Pudo ser tan ingenuo un joven instruido, de clase media, que conocía el manejo de un cajero automático y las normas de seguridad que podían dejarlo en evidencia? La pregunta todavía no tiene una respuesta definitiva.
De todos modos, fuentes judiciales aclararon que, además de la filmación, Alanís cuenta “con varias pruebas en su contra”, entre ellas la aparición en la pensión en la que vivía de prendas de vestir manchadas con sangre que ahora están siendo analizadas.

 


 

DETENIDA UNA ABUELA NARCO DE 73 AÑOS
La captura de doña Carlota

“¡Qué moderna la abuela!”, podría ser la frase apropiada para calificar a una mujer de 73 años que ayer fue detenida, en la localidad bonaerense de Remedios de Escalada, acusada de formar parte de una banda dedicada al tráfico de estupefacientes en el sur del conurbano. Según la policía, el cuartel general de la organización estaba montado en el barrio 1º de Mayo, donde se secuestraron distintos elementos que confirmarían la existencia de una red con ramificaciones en Temperley. Los detenidos fueron cinco en total, incluyendo a la anciana descarriada.
El informe policial señaló como jefe de la banda a un hombre identificado como Alberto José Fernández, alias El Oso, de 34 años. En su poder se encontraron 1349 gramos de cocaína y 2053 de marihuana. Junto con él cayó doña Carlota Balbina Fernández de Ochoa, quien con sus lúcidos 73 años de vida había encontrado la forma de hacer crecer su magro haber jubilatorio. No fue la única sorpresa, ya que también detuvieron a Mirta Beatriz Avalos, de 54 años, viuda para más datos. Los otros dos detenidos fueron Orlando Javier Morales, de 28 años, y un menor de 17.
En poder de los miembros de la banda fueron encontrados otros elementos propios de la actividad que desarrollaban: balanzas de precisión, material para fraccionar la droga y también para “estirarla”. También se hallaron casi seis mil pesos en efectivos y varias armas, entre ellas una pistola 9 milímetros, dos revólveres calibre 32 largo, una escopeta de dos caños y un revólver calibre 22. La 9 milímetros le había sido robada a un suboficial de policía de la comisaría de Remedios de Escalada, durante un robo ocurrido el 12 de septiembre, según se precisó en el parte difundido por el Ministerio de Seguridad bonaerense.

 

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