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VENCIO POR ABANDONO AL DANES NIELSEN EN COPENHAGUE
Tyson, príncipe de Dinamarca

Noquear o no noquear, ésa era la cuestión. El pesado norteamericano estuvo lento y discontinuo y no pudo castigar con violencia.

Toda la pelea así: Tyson
tira manos; Nielsen aguanta.
Le ganó por nocaut técnico en
el séptimo asalto.

Por Daniel Guiñazú

Mike Tyson sumó ayer en Dinamarca una nueva victoria por fuera de combate. Pero no añadió una pizca de brillo a su carrera rumbo a una nueva oportunidad por el título mundial de todos los pesos. Era obvio su triunfo sobre el danés Brian Nielsen (nocaut técnico al comienzo del 7º round). Lo que no figuró en los cálculos de nadie fue que lo haya logrado sin aquel imparable instinto agresivo de otros tiempos. Es cierto que el tiempo pasa para todos. Y mucho más para alguien que ha vivido como Tyson, una vida intensa, llena de gloria y de vergüenza. Pero da toda la impresión de que tantos tranquilizantes y antidepresivos, más que el avance inexorable de los calendarios, han mellado la explosión de aquella formidable máquina de pelea que, a pesar de todo, sigue generando las más grandes emociones del boxeo de hoy en día.
La pelea de ayer por la tarde en el Parken Stadium de Copenhague ante 47.000 espectadores, encerró la contradicción que suele darse cada vez que Tyson sube a un ring. Sus triunfos nunca dejan conforme a nadie: si gana rápido como ante Julius Francis, Lou Savarese o Andrew Golota, es porque sus rivales carecen de valor. Y si la demolición demora más de la cuenta como le sucedió ayer ante Nielsen o Frans Botha, es porque Iron Mike ya no es lo que era. Consideraciones al margen, solo en sus primeros dos minutos ante Nielsen, Tyson fue Tyson: lo llevó contra las sogas al danés con el avance imparable de sus piernas y descargó una artillería muy pesada de ganchos de izquierda repartidos al hígado y a la cabeza, combinados con cruzados y ascendentes de derecha. Nielsen (117,829 kg) toleró la brutal embestida. Y dejó casi inmediatamente a Tyson (108,408 kg) sin argumento de pelea.
Porque el danés (que le había ganado a seis campeones del mundo de los pesados y a seis retadores a ese título y había caído una sola vez en su carrera de 63 peleas) estructuró una estrategia de aguante, amarre en el cuerpo a cuerpo y esporádicos derechazos largos. Y ante un planteo tan sencillo, Tyson careció de variantes y estuvo lento y discontinuo. Quizás porque los 108 kilos (el mayor peso de su campaña) que supo conseguir luego de cuatro meses de trabajo en Los Angeles con el entrenador de fitness Gunnar Peterson le sumaron fuerza pero le quitaron esa velocidad con la que hacía la diferencia en sus tiempos de gloria.
Que la potencia está intacta lo prueba la caída de Nielsen en el tercer round después de una combinación de cuatro golpes. Y el hecho de que al término del sexto round, el bravo peleador danés haya decidido irse de la pelea, ablandado por el castigo recibido. Tyson le pegó por todos lados. Le hundió innumerables ganchos al cuerpo. Pero nunca en los 18 minutos que duró la contienda, pudo conectarlo con claridad en la cabeza. Nielsen bloqueó muchos impactos con los puños y los antebrazos.
El rumbo futuro de Tyson está claro. Quizás decida quedarse en Copenhague porque se encontró a gusto con la ciudad y con su vida nocturna (se lo vio en varios restaurantes caros y clubes de striptease) y porque para un musulmán como él, los Estados Unidos no son el mejor lugar para vivir. Pero en lo boxístico, deberá esperar: el 17 de noviembre en Las Vegas, sucederá el desquite entre Hasim Rahman y Lennox Lewis. Y el ganador, indefectiblemente tendrá que enfrentarlo no mas allá del primer semestre de 2002. Si gana Lewis, habrá vía para la pelea. Si, en cambio, es Rahman quien termina con los brazos en alto, habrá problemas. Don King es su manager. Y él y Tyson se han cruzado juicios por presunta defraudación y estafa. Con tal de no beneficiar al hombre de los pelos en punta, Tyson es capaz de todo. Hasta de renunciar a lo único que él y el mundo ambicionan desde los tiempos de su derrota con Holyfield: volver a ser campeón del mundo, pese a todo. Pese a que el mejor Tyson es un recuerdo, no una realidad.

 

Victoria de Baldomir

El argentino Carlos Baldomir retuvo su título internacional de los welter, versión Consejo Mundial de Boxeo (CMB), al imponerse por puntos, en fallo unánime, al danés Hasan Al. La pelea realizada en Copenhague fue una de las preliminares de Tyson-Nielsen.
Los tres jueces le dieron la victoria al argentino con tarjetas de 116-113, 115-113 y 117-111 puntos y con este resultado, el santafesino Baldomir, quien llevó su record a 35 victorias, 9 derrotas y 5 empates, se convirtió en el boxeador argentino con mejores actuaciones en el exterior. Ha ganado sus últimas 7 peleas como visitante con 6 triunfos y un empate.
Baldomir está segundo en el ranking mundial de los welters del Consejo y no se descarta que pueda llegar a tener una oportunidad por el título de la categoría si, como se rumorea, el actual campeón, Shane Mosley renuncia a su corona para desafiar a Oscar de la Hoya por el campeonato de los mediano juniors. De la Hoya defenderá ese título, el 8 de diciembre próximo ante el ruso Román Karmazín.

 

CAPRIATI AL TOPE DEL RANKING
Cañas, finalista en Viena

El mejor tenista argentino del momento, Guillermo Cañas, derrotó al austríaco Stefan Koubek 6-2, 7-5, y avanzó a la final del torneo de Viena en la que enfrentará mañana con el alemán Tommy Haas. Cañas, que está en carrera para disputar el Masters 2001, podría convertirse hoy en el primer argentino en 18 años en alzarse con un torneo bajo techo ya que nadie lo logró después del marplatense Guillermo Vilas, quien lo ganó en 1983.
“Estoy contento porque a pesar de haber jugado sólo cuatro torneos indoor ya estoy en una final”, dijo Cañas. En Filderstadt, el abandono por lesión de la suiza Martina Hingis, cuando perdía en semifinales ante Lindsay Davenport, coronará como número uno del mundo a partir de mañana a Jennifer Capriati. Juan Ignacio Chela y el brasileño Marcos Daniel definirán hoy en Lima la etapa peruana de la Copa Ericsson.
Cañas, que cumplirá 24 años en noviembre, explicó: “Cuando vinimos aquí esperábamos obtener buenos resultados. Venía jugando bien y me adapto sin problemas”. Cañas ganó el primer torneo en abril pasado en Casablanca, en polvo de ladrillo, la superficie en que se siente más cómodo. En ese piso también alcanzó la final de Stuttgart, Alemania, y luego sobre césped perdió la final de Hertogenbosch y logró meritorios resultados en cemento, con octavos de final en Cincinnati, Washington y Long Island.

 

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