Por José Natanson
Sólo dos radicales quedaron en pie luego de la penosa elección que hizo la Alianza ayer. En la Capital Federal, Rodolfo Terragno logró reeditar la larga historia de victorias aliancistas, se convirtió en el único radical que triunfa en un distrito importante y ya comenzó a alimentar sus largamente postergadas ambiciones presidenciales con un discurso hipercrítico. Muy lejos, en el Chaco, el gobernador Angel Rozas ganaba con casi el 50 por ciento, ubicándose como otra potable opción de la Alianza para el 2003.
La elección, en términos generales, fue pésima para la coalición radical-frepasista. Perdió por goleada en tres distritos claves �Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe�; fue derrotada en al menos 16 provincias, incluyendo algunas que gobierna, como Mendoza y Entre Ríos; salió tercera en algunos distritos, como Neuquén, La Rioja y Tierra del Fuego, y cuarta en Tucumán, redondeando una estrepitosa derrota nacional.
La cara más visible del penoso resultado es la de Raúl Alfonsín que, con unos 20 puntos contra alrededor de 37 para Eduardo Duhalde, apenas llegó al piso histórico del radicalismo. Según comentaba ayer uno de sus íntimos, en los días previos a los comicios el ex presidente vivía aterrado con la idea de salir tercero. Por eso, ayer, Alfonsín dijo que el 20 por ciento era un resultado �para tirar manteca al techo�.
Uno de los jefes de la UCR bonaerense atribuía la derrota a la política económica. �En la Capital los tres candidatos principales hicieron campaña criticando al Gobierno, igual que Duhalde en la provincia. Pero Alfonsín estaba en una posición incómoda: criticó a Cavallo pero no a De la Rúa, y eso le restó muchos votos�, explicaba. �A pesar de la gestión nacional, del fracaso de la Alianza, logramos el piso histórico�, se consolaba.
El clima que prevalecía en el bunker radical era el de una derrota grande y cantada, pero digna. Con este panorama, en la UCR nadie pronosticaba un debilitamiento de la influencia del ex presidente, que ahora se trasladará a un despacho del Senado. Sin embargo, no ocurriría lo mismo con la alianza entre Federico Storani, Juan Manuel Casella y Leopoldo Moreau, aunque el senador sacó un par de puntos por encima de Alfonsín. Quizá a nadie como a ellos se aplica aquella vieja frase que dice que para los radicales una elección es eso que ocurre entre interna e interna: después de retener el control del aparato partidario, cayeron �otra vez� frente al peronismo de Buenos Aires.
Pero la magra elección bonaerense es sólo uno de los componentes del fracaso nacional de la Alianza. Las derrotas en los principales distritos, la pésima gestión delarruista, el voto negativo como castigo difuso, todas señales que conforman un cuadro poco alentador para la coalición que sólo dos años atrás triunfaba con el 50 por ciento de los votos.
En medio de tanto bajón, los comicios de ayer dejaron a salvo a sólo dos figuras del radicalismo, con perfiles y trayectorias diferentes �ver recuadros� pero con un mismo discurso crítico hacia la Rosada. Ganador cómodo de la Capital, Terragno aspira a convertirse en la cara visible de un movimiento que incluya a los sectores progresistas de la UCR y al Frepaso y que recupere el tono progresista que supo tener la Alianza en sus orígenes. Ayer, en el bunker porteño ya arriesgaban el nombre �Alianza 2001� para diferenciarse del fracaso de la Alianza anterior.
Para su aventura presidencial, Terragno confía en el apoyo de la UCR de la Capital y la provincia, en su discurso industrial exportador, en su reciente triunfo porteño y en el acuerdo con el Frepaso capitalino que lidera Aníbal Ibarra. Ayer, para que nadie tenga dudas, el ex jefe de Gabinete dijo que se su victoria tiene trascendencia �nacional�, que �abre una nueva esperanza�, y anticipó que iniciará una gira por todo el país para reconstruir un polo progresista. En este sentido, no es casual que muchos aliancistas festejaran ayer la performance del ARI, que estuvo lejos de las expectativas previas. �Carrió se pinchó y sólo quedamos nosotros�, decían.
No será sencillo: Terragno nunca cuajó del todo entre los radicales, que no le perdonan que haya votado al PJ en el �83 y que recién se haya afiliado al partido en el �87. Su relación con Alfonsín es distante, De la Rúa no puede verlo ni en figurita y tendrá serias dificultades para imponerse en una interna. Por otro lado, es dudoso que pueda arrancar algún voto peronista del interior.
El otro postulante en pie es Rozas, que ayer conservó la mayoría en el Chaco, dejando muy atrás al peronismo y agregando un dato fuerte a su triunfo: venció por goleada al ARI, que apenas obtuvo un 9 por ciento de los votos en el distrito de Elisa Carrió.
Su estrategia es presidir el Comité Nacional a fin de año y convertirse en candidato a la Presidencia en 2003. Confía en el apoyo del radicalismo del interior, en un pacto implícito con Alfonsín y en su estilo personal, que lo acerca más a los típicos caudillos peronistas que a los modos atildados de los dirigentes radicales. Tampoco le resultará fácil: el hombre vive un eterno equilibrio entre la voluntad de hacer campaña criticando al Gobierno y la necesidad de ayuda financiera. Rozas, el otro presidenciables de la Alianza, sufre como pocos el hecho de haber construida su carrera en una provincia chica y pobre.
�Se abre una nueva esperanza�
Por S.R.
El 5 de octubre del año pasado, cuando Fernando de la Rúa lo sacó de la Jefatura de Gabinete, le ofreció ser candidato a senador de la Alianza en el 2001. Rodolfo Terragno aseguró que no tenía �la menor intención� de serlo y que lo único que quería era dedicarse a escribir un libro. En parte cumplió: ahora es senador electo, pero no fue candidato de �unidad� radical. Para llegar a la Cámara derrotó primero al delarruismo en la interna �un paso para demostrar su rechazo a la política económica del Gobierno� y ayer a Alfredo Bravo y a la sombra de Elisa Carrió. Dos victorias sobre las que bien puede volver a edificar el sueño de ser presidente, trunco en el �98 y desde entonces alentado para el 2007.
Terragno no es un hombre del partido. El mismo lo recordó en el cierre de la primera campaña que lo tuvo como protagonista desde que arrancó en la política: �No había sido político hasta los 44 años, sino que me había dedicado al periodismo, a escribir y a trabajar como abogado. En 1985 publiqué el libro La Argentina del Siglo XXI, en el que proponía privatizar bien, con un criterio nacionalista. Ni siquiera era afiliado radical, pero (Raúl) Alfonsín lo leyó y me convocó para que hiciera lo que estaba plasmado en ese libro�. Sin historia partidaria, Terragno se convirtió en ministro de Obras y Servicios Públicos y trató de privatizar Aerolíneas Argentinas. Cuando terminó su experiencia no se desvinculó: en 1993 juró como diputado por primera vez, tiempos de los que viene su discusión con Domingo Cavallo, en esa época con eje en la convertibilidad.
En el �95 tomó el timón de un radicalismo maltrecho por la peor elección de su historia y el Pacto de Olivos con el que Alfonsín habilitó la reelección de Carlos Menem. Instaló en el Comité Nacional un reloj que contaba los días que le faltaban al menemismo para dejar el poder, creó un inédito �Gabinete en las sombras� para seguir su gestión menemista y bregó por la conformación de la Alianza con el Frepaso. Esa vocación le valió un lugar en el Grupo de los Cinco que creó y condujo la coalición.
Lo demás es historia conocida y reciente: De la Rúa lo convocó en el �99 como jefe de Gabinete, un cargo en el que se tragó el sapo del primer ajuste del Gobierno y en el que duró menos de un año. En esta campaña confesó que fue un error haber aceptado el puesto �sin el poder para fijar la línea de la política económica�. Habrá que ver si toma el triunfo de ayer como punto de partida para retomar la carrera presidencial y si en ese camino se propone como escala la jefatura de Gobierno porteño en el 2003, lo que implicaría la ruptura de sus lazos con los frepasistas a los que se alió para llegar al Senado. |
�Nunca negué mis aspiraciones�
Por S. R.
Angel Rozas nunca lo ha ocultado. Es más, en varias oportunidades lo ha dicho con todas las letras. La última, hace un par de meses, cuando la Alianza ganó las elecciones de vicegobernador y legisladores de Chaco. �Nunca he negado mis aspiraciones presidenciales�, dijo entonces, después de señalar que ese resultado significaba un �respaldo� para sus aspiraciones futuras y por el mismo motivo se habrá regocijado ayer ante el nuevo triunfo aliancista en su provincia. Desde que asumió por primera vez como gobernador, en 1995, Rozas soñó convertirse en presidente. La primera escala que se plantea es la presidencia de la UCR para la cual, paradójicamente, en 1997 lo impulsaba el mismo Rodolfo Terragno que ahora puede llegar a complicar su carrera.
Cumplir su sueño le daría a Rozas un lugar aun más destacado que el que ya se ganó cuando juró como primer gobernador radical de una provincia tan eternamente peronista que alguna vez llamó Eva Perón. Esa histórica victoria en ballottage sobre su adversario del PJ, Florencio Tenev, fue posible porque supo sumar al Frepaso, lo que permite venderse como �pionero� de la Alianza. Ya en el �97, cuando radicales y frepasistas bajo el sello formal de la Alianza derrotaron ampliamente a un menemismo que empezaba a ceder terreno, confesaba su deseo de ser presidente.
En aquella campaña se lo vio rodeado de las principales figuras nacionales de la Alianza y sin los lentes pesados con que había posado en afiches. �Es el mismo de siempre�, aclaraban sus vecinos, jurando que la operación en los ojos no había cambiado a este hincha fanático de Boca nacido en el pequeñísimo pueblo de General Pinedo, buen jugador de básquet que fue maestro rural en El Palmar cuando estudiaba Derecho, carrera que hizo en tres años y medio. Dirigente después del sector algodonero, Rozas fue tres veces diputado provincial hasta que decidió ir por más y derrotó no sólo al PJ, sino también a un clásico de su partido en la provincia: Luis León. Dos años después de jurar amagó por primera vez con saltar al plano nacional y se lanzó para la titularidad del Comité Nacional de la UCR. �Cumplirá un papel muy importante entre el �97 y el �99�, especulaba por esos días Terragno, quien lo tenía como un candidato para sucederlo al frente del partido. Pero Raúl Alfonsín bendijo a Fernando de la Rúa y el chaqueño desistió de su intento.
La estrella que por aquellos años iluminaba al mismo De la Rúa y la consolidación de la Alianza, más que el �¡Reelección Angelito!� que le pedían a los gritos sus militantes, lo llevaron a no meterse en la disputa por la fórmula presidencial en 1999. Pero no abandonó la pelea. |
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