Por Felipe Yapur
�Somos la tercera fuerza política del país�, repetía casi como una letanía a cada instante la líder de Alternativa para una República de Iguales (ARI), Elisa Carrió, y largaba una carcajada. Sus colaboradores y candidatos sonreían con ella, aunque con un mesurado optimismo. Pero los datos que llegaban a un improvisado centro de cómputo ��fruto de nuestra pobreza franciscana�� montado en el Hotel Castelar, el mismo desde donde hace un año Carlos �Chacho� Alvarez anunció su renuncia, trocaban en preocupación los rostros de aquellos que esperaban ver al socialista Alfredo Bravo seguro senador. Al cierre de esta edición, todos los miembros del ARI se miraban casi perplejos por lo peleado que estaba resultando superar a Gustavo Beliz. Diferente era la sensación entre los candidatos bonaerenses, para quienes el tercer puesto se había convertido en �un verdadero triunfo�.
A partir de que comenzaron a conocerse las primeras cifras oficiales, para los seguidores de Carrió la Capital Federal pasaba a ser un territorio extraño, casi desconocido. Muchos se preguntaban qué era lo que estaba sucediendo. Las teorías eran diversas. Algunos sostenían en que �la clase media es algo realmente incomprensible�. Otros, menos desorientados o sorprendidos, señalaban que �la izquierda, en la que nos incluimos, ha captado la voluntad de muchos porteños, mientras que la derecha sólo tuvo dos expresiones, (Gustavo) Beliz y (Horacio) Liendo�. Una tercera lectura, que realizaban algunos socialistas democráticos porteños, decía que se estaba frente a un �casi inexistente traslado de votos de Lilita para Alfredo (Bravo). Pareciera que estamos en una elección donde participara la Unidad Socialista sola�.
�No se preocupen�, arengaba Carrió a su tropa intentando insuflarle optimismo cada vez que alguno de los candidatos ingresaba a la habitación que ocupó en el tercer piso del hotel Castelar. �Esta elección será larga y lenta. Habrá que esperar hasta bastante tarde para saber cómo estamos. Lo único seguro es que somos tercera fuerza�, decía.
Carrió no aceptaba ninguna de estas tesis, teorías. Las rechazaba. �Escuchen una cosa �les decía a los desanimados� en marzo no teníamos ni banca. Había que pelearse con algunos diputados para poder sentarnos juntos. Después fuimos creciendo hasta llegar a ser 18. El hecho que seamos la tercera fuerza del país es todo un logro. Sin un peso, sin colaboraciones extrapartidarias, sin publicidad. Sin nada de lo que tienen los partidos grandes hemos llegado al tercer lugar. Esto es maravilloso�, finalizaba levantando la voz y los brazos con una sonrisa de oreja a oreja.
La radical disidente comenzó su día en Chaco, su provincia natal. Hasta allí había viajado el sábado. A las once del domingo votó para luego ir a una misa por el aniversario del fallecimiento de su padre, Orlando Carrió.
�Después me comí un chanchito con puré, dormí un rato la siesta y me viene para acá �contaba tirada en la cama de la habitación 307, donde junto a su hija Victoria, de 10 años, seguía por televisión los primeros datos del escrutinio.
Un cuarto más allá, estaba Bravo con sus familiares y colaboradores. Cuando los fotógrafos lo solicitaban, Carrió se dirigía hasta la pieza de Bravo y ambos posaban en la cama. �Traigan a Laura Mussa (segunda candidata a diputada porteña) porque este hombre es peligroso�, pedía Carrió. Por esas horas todo era carcajada.
Pero más tarde los datos de los fiscales borraron las risas. El crecimiento de Beliz preocupaba, llegó a preocupar mucho. Fue ahí cuando comenzaron a averiguar cuántos votos estaba generando la lista que encabezó Juan Carlos �Canca� Gullo. �El nos dará la diferencia para ser segundos�, repetía el diputado Oscar González. Poco antes de las once dela noche, en el bunker del ARI se produjo un cambio de aire. Con los votos de Gullo superaban a Beliz por casi un punto.
Bravo, por su lado, repetía a todos: �Hemos gastado sólo 114 mil pesos, eso equivale a un minuto y medio de televisión de los domingos mientras se mira fútbol. Ellos tenían diez veces más y no pudieron evitar que fuéramos la tercera fuerza�. Pero más allá de los argumentos del veterano socialista, lo cierto es que a la hora del recuento, las aspiraciones de conseguir cuatro escaños se diluían a cada instante. Hasta anoche, lo único seguro era que Héctor Polino y la radical Mussa eran los únicos representantes que llegarían de la Capital Federal.
Con diferencia de unos pocos metros, entre los bonaerenses se respiraba otro aire. Los datos que arrojaba el Correo les permitían asegurar que aportarán cuatro y quizá un quinto diputado para el bloque de la Cámara baja. Es decir, Jorge Rivas, Marcela Rodríguez, Mario Cafiero, Ariel Basteiro y, tal vez, Sara Suárez. Por eso la alegría.
En el centro de cómputos, que funcionó en una pequeñísima habitación del tercer piso y que comandaba la diputada Graciela Ocaña, se entusiasmaban con la posibilidad de que el histórico sindicalista combativo Alberto Piccinini ingresara al Congreso. Cada vez que ingresaban al link de Santa Fe se escuchaba un �¡Qué grande el Pichi!�.
Faltando treinta minutos para la medianoche, Carrió habló con María Elisa, su madre. Tras escuchar unos segundos dijo: �Estamos muy bien, mamá�. Y colgó. Luego, mirando a una docena de mujeres que la rodeaban, aseguró: �Mi mamá está nerviosa. No entiende. Acuérdense que el Frepaso en la Alianza metió 35 diputados. Nosotros, sin plata, seremos 23. No jodan más, somos la tercera fuerza�. Todas aplaudieron.
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