Por Romina Calderaro
¿Qué mejor para mantener la Convertibilidad que votar a quienes la crearon?, se preguntaba en su spot de campaña Horacio Liendo, candidato a senador del cavallismo en la Ciudad de Buenos Aires, hombre de confianza del ministro de Economía y redactor en las sombras de la ley de Convertibilidad y del déficit cero. A juzgar por el resultado, la gente encontró opciones mejores: Liendo sacó el once por ciento de los votos, lo que dejó a Acción por la República en el cuarto puesto, detrás de Rodolfo Terragno, Gustavo Beliz y Alfredo Bravo. Mal momento para un hombre llamado Domingo Cavallo, quien se acostó ayer con la novedad de que su partido ya no es la tercera fuerza nacional: un fenómeno llamado Alternativa por una República de Iguales (ARI) y su infructuosa gestión al frente del Ministerio de Economía lo dejan mal posicionado para el 2003. Porque, vale la pena recordarlo, Cavallo quiere ser presidente.
Cuando perdió la intendencia porteña con Aníbal Ibarra, Cavallo fue un �muerto político� durante casi un año. Pero la Alianza no le encontraba la vuelta a la crisis y, como suele decir el ministro, �vinieron a buscarme desesperados�. Pero las cosas no salieron como él pensaba. El líder de Acción por la República no pudo resolver los problemas del país y avaló ajustes que la gente no le perdona en las urnas. A menos que consiga resolver el panorama rápidamente, Cavallo no está en las mejores condiciones para ser Presidente en el mediano plazo.
�Estoy terriblemente agradecido. Hicimos una buena elección teniendo en cuenta el contexto�, dijo Horacio Liendo en la conferencia de prensa que ofreció ayer, pasadas las diez de la noche, en el Hotel Intercontinental. Lo acompañaba Daniel Scioli, primer candidato a diputado de Unión por Buenos Aires, la coalición que conformaron en Capital Federal los cavallistas y un sector del justicialismo. El contexto es, hay que deducir, la crisis económica, el alto índice de voto en blanco y la figura misma de Liendo, desconocida hasta la campaña por el común de la gente. Pero ese análisis es relativo. En términos absolutos, numéricos, lo cierto es que Liendo sacó el cuarto puesto. �Felicito a los otros candidatos, que sobre la marcha se dieron cuenta de que no podían plantear una devaluación y que tenían que defender la Convertibilidad. Si no lo hubiesen hecho, nosotros hubiéramos sacado más votos�, dijo Liendo. Su planteo es sensato, pero incompleto: puede que la gente defienda la Convertibilidad, pero ya no defiende la gestión de Domingo Cavallo al frente del ministerio de Economía. Una encuesta reciente de Ricardo Rouvier consigna que el 52 por ciento de la gente quiere que el hombre deje el ministerio de Economía.
Cavallo no apareció ayer por el Hotel Intercontinental: prefirió ir a la Residencia de Olivos, donde tampoco había nada que festejar aunque sí muchos temas por resolver en carácter de urgente. Por otra parte, tal vez haya querido no recordar la última vez que hizo un discurso después de un comicio. El 7 de mayo del 2000, irritado por los resultados de la elección que le estaba ganando el ahora jefe de Gobierno porteño Aníbal Ibarra, y convencido de que la elección no era transparente, Cavallo llamó a su entonces rival del Frepaso �partisano del Frepaso� e �impotente�. Luego pidió disculpas. Pero no logró borrar ese momento de la memoria colectiva.
Cuando compitió �y perdió� con Ibarra para gobernar la Ciudad de Buenos Aires, Cavallo había sacado el treinta y tres por ciento de los votos entre los porteños. En el 99, cuando fue candidato a la presidencia de la Nación, Acción por la República había obtenido el diez por ciento de los votos a nivel nacional, detrás de la Alianza y el PJ. No era un gran porcentaje, pero eran la tercera fuerza nacional. Ese lugar es ahora de Elisa Carrió. �El cavallismo no hizo una mala elección en términos numéricos porque no perderá bancas, pero dejó de ser la tercera fuerza a nivel nacional�, reconoció a este diario el consultor Rosendo Fraga, que habitualmente trabaja para el ministro. Su esposa Sonia lo define como brillante. �Puede caerse en el barro, pero cuando uno lo saca sigue siendoun brillante�. Después de la elección de ayer, habrá que limpiarlo un poco.
|