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EMPATES
Por
Antonio Dal Masetto
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Recibo un e-mail de los editores del Libro Guinness de los Records, pidiéndome
que les envíe un informe sobre el Club Pampero de Villa Ortúzar.
Las especialísimas características de las elecciones para
presidente en el Pampero trascendieron las fronteras y podrían
llegar a figurar entre los acontecimientos extraordinarios compilados
en aquella publicación.
Resumo lo acontecido. Hace exactamente diez meses, un día domingo,
luego de una campaña dura y entusiasta, los socios del Pampero
concurrieron a depositar su voto en la sede de la institución.
La asistencia fue masiva. Competían diez candidatos a presidente.
Al finalizar el acto eleccionario se efectuó el recuento y al otro
día se dieron a conocer los resultados. Todos los candidatos obtuvieron
un voto. En total, diez sufragios positivos. El resto de los votos, en
blanco.
Se fijaron nuevas elecciones para el domingo siguiente. Los socios volvieron
a concurrir masivamente. No hubo desempate. El resultado fue el mismo.
Un voto por barba para los diez postulantes y los demás en blanco.
Hubo un tercer llamado a votar, un cuarto, un quinto. Siempre sin que
se produjeran variantes. Las únicas novedades fueron los crecientes
testimonios de humor de los socios, registrados en los mensajes encontrados
en los sobres. En general, ingeniosas alusiones a las anatomías
de los candidatos, comentarios jocosos sobre sus relaciones matrimoniales
y menciones especiales de sus progenitoras y hermanas. También
hubieron algunas que otras obscenidades. Fue por esta razón que
varias de las damas encargadas del escrutinio presentaron su renuncia
porque el lenguaje de los votantes hería su sensibilidad. La situación,
como ya señalé, se vino repitiendo domingo tras domingo
desde hace diez meses.
A la hora de entrar en acción elijo al azar el primer candidato
y me toca el de la lista azul. Le pido su opinión sobre una situación
tan infrecuente.
Yo soy miembro de una familia numerosa me dice, es la
cuarta generación en este barrio, somos más de treinta parientes,
todos socios del Pampero, ¿cómo es posible que solamente
me vote yo? ¿cómo es posible que ni uno me quiera? Ni mi
mujer, ni mis hijos, ni mi padre, ni el tío Gualterio que tenía
debilidad por mí. ¿Adónde va a ir a parar esta sociedad
con semejante disgregación de la familia? Pero nada me va a detener,
voy a seguir hasta que mis banderas triunfen.
No entiendo la hipocresía y la deslealtad de la gente se
queja el segundo entrevistado, el de la lista verde. Los he invitado
a comer, les he hecho regalitos, les he deslizado sobres en los bolsillos,
y mire cómo pagan mi generosidad, ni un miserable voto que se agregue
al mío, ¿qué pasa con los seres humanos? Si no fuera
porque tengo una vocación de servicio como la que tengo, le aseguro
que desde hace rato hubiese renunciado a mi candidatura. Pero nada me
va a doblegar.
Yo soy una persona ecuánime, amplia de criterio y tolerante,
puedo soportar que mis amigos no me voten, que mis familiares me nieguen,
pero que mi mujer (porque solamente ella puede poner ciertas cosas en
los sobres) ande ventilando algunos problemas funcionales relativos a
la intimidad nocturna que he tenido muy de vez en cuando, eso es algo
difícil de tragar. De todos modos no pienso desistir me dice
el candidato de la lista amarilla.
Las demás entrevistas, detalle más detalle menos, van en
la misma dirección. Mientras tanto el club está paralizado,
todas las actividades han sido suspendidas, salvo las elecciones dominicales.
Preparo el informe para el Libro Guinness. Para mí no cabe duda
de que el Pampero debe ingresar en la lista de los grandes records de
la historia y así lo expreso con término fervorosos. El
Pampero no solamente halogrado un record, sino dos. Por un lado, el empate
infinito de los aspirantes a presidirlo. Por otro, haberse convertido
en el único club social, cultural y deportivo del mundo que sirve
exclusivamente para que los socios vayan a votar todos los domingos..
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