Por
J. N.
La semana pasada, Juan Pablo Cafiero estuvo a punto de renunciar luego
de que Chrystian Colombo lo dejara plantado en una reunión concertada
para conversar sobre los fondos sociales. Aunque a último momento
decidió abrir un paréntesis, el único ministro del
Frepaso es candidato cantado a abandonar Desarrollo Social en el recambio
que según Fernando de la Rúa- tendrá como resultado
un gabinete aún más homogéneo que el actual. Ayer,
Cafiero difundió un crítico documento en el que asegura
que el pronunciamiento del pueblo argentino, al que el Presidente
ha prometido no hacer oídos sordos, impone ratificar la necesidad
de construir una autoridad social. Por la noche, el funcionario
dialogó en exclusiva con Página/12: asegura que no piensa
en renunciar, pero a continuación despliega un discurso hipercrítico,
con cuestionamientos a la política económica, el déficit
cero y con una descripción de la desesperada situación que
Cafiero denomina como default social.
¿Cuál es el estado del ministerio?
Estamos paralizados. No podemos llevar adelante ni siquiera las
iniciativas mínimas que nos habíamos propuesto. Algunas
cuestiones todavía las podemos sostener porque tenemos mercadería
en depósito, pero se nos está acabando. Para colmo, el cuadro
se agrava por las inundaciones en Buenos Aires. Son situaciones de emergencia
que tuvimos que salir a atender.
¿Cuál sería el piso mínimo de recursos
que necesitaría para la marcha normal de su ministerio?
120 millones ahora y 2 mil para el Presupuesto del año que
viene. Eso es lo mínimo.
¿Cuál es la reacción del Gobierno cuando usted
plantea esta situación?
Hasta ahora no me han dado ninguna respuesta. Me dicen que hay que
esperar la recaudación, pero yo no puedo esperar la recaudación
porque tenemos que atender necesidades que no pueden aguardar. El reloj
de la recaudación es más lento que el reloj social. Somos
conscientes de las limitaciones y por eso planteamos otras alternativas,
como la posibilidad de pagar a los proveedores con bonos, pero tampoco
nos dejaron: en Economía dicen que hay un límite impuesto
por el Fondo.
¿Va a renunciar?
Yo no pienso en eso. Planeo dar pelea desde adentro por los fondos
sociales. Estamos sufriendo una implosión social y no es momento
de hacer personalismos.
Pero el miércoles o el jueves Domingo Cavallo anunciará
un paquete de medidas que incluyen más ajuste. La suya parece una
pelea perdida de antemano.
En ese caso veremos. No me quiero adelantar.
El Gobierno ha ratificado que no abandonará el déficit
cero. Dentro de este esquema, ¿cuál sería la solución?
No sé. Cuando firmé la ley, el Presidente aclaró
que los recursos sociales no se tocarían. Ese fue un punto que
quedó muy claro. Por eso he planteado la necesidad de la intangibilidad
de los fondos sociales. Porque es absurdo plantear que el déficit
cero se debe aplicar a los fondos sociales o a la educación. Hay
que revisar ese punto porque si la elección del domingo dejó
un mensaje fue justamente ese: que no se puede extender el ajuste a estas
áreas.
Pero su planteo parece totalmente opuesto a la política del
Gobierno.
Yo entiendo las limitaciones, pero también tengo que defender
mi área. El argumento de Economía es que no hay plata, pero
eso es un tema en el que nosotros no podemos pensar. Nosotros somos el
ministerio de los pobres: Economía no nos tiene que decir qué
tenemos que hacer, lo único que tiene que decirnos es cuándo
van a estar los recursos. Ese es su problema, no el nuestro: a mi no me
importa el sector financiero, o lo que piensan los banqueros. Si hay que
tranquilizar a los bancos es un problemade economía. Es un problema
de Cavallo, que tendrá que ir a hablar con los banqueros. Yo sólo
me tengo que ocupar de mi área, porque estamos al borde del default
social y no nos podemos hacer los distraídos.
Una
historia accidentada
La
historia de Juan Pablo Cafiero en Desarrollo Social es accidentada.
Ingresó luego del fracaso de Graciela Fernández Meijide,
que nunca llegó a articular una política asistencial
coherente, y de la fugaz gestión de Marcos Makón, que
se alejó en simultáneo con el ajuste de Ricardo López
Murphy. Prácticamente desde que llegó a la cartera,
Juampi se ganó enconos dentro del Gobierno. Su condición
de único frepasista en un ministerio, su origen y sus modos
peronistas lo alejaron del resto de los delarruizados funcionarios.
Aunque Fernando de la Rúa le reconoce su capacidad de gestión
y su diálogo privilegiado con la Iglesia, el círculo
íntimo presidencial nunca le perdonó su intempestivo
viaje a General Mosconi: en aquella oportunidad, Juampi desoyó
una instrucción expresa de De la Rúa y viajó
a Salta para dialogar con los líderes piqueteros que mantenían
cortada la Ruta 3. Desactivó el conflicto, pero se ganó
para siempre el odio de buena parte del Gobierno. Un mes atrás,
Cafiero comenzó a sufrir la escasez de recursos que paraliza
al Ejecutivo. En voz baja, el frepasista reclamó y pataleó,
sin mucho resultado, ubicándose cada vez más cerca de
la salida definitiva. |
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