Por
Felipe Yapur
A
diferencia de otros días, en la casa de Elisa Carrió no
hay bullicio, no hay corridas. Sólo unos pocos colaboradores continúan
chequeando las últimas informaciones del escrutinio provisorio.
La líder del ARI reconoce estar cansada, habla de tomarse unos
días de vacaciones. Pero igualmente dice estar feliz porque el
ARI se convirtió en la tercera fuerza nacional sin recursos
ni aparato. Se entusiasma con una probable coalición parlamentaria
de las fuerzas de izquierda, aunque destaca que en este escenario no está
Rodolfo Terragno.
Usted anunciaba un crecimiento aluvional. Los resultados electorales
no lo demuestran. ¿Qué ocurrió?
Yo nunca pensé que el nacimiento del ARI fuera aluvional
porque no están dadas todavía las condiciones del aluvión.
Este se produce cuando el escepticismo se transforma en esperanza.
¿En un escenario de escepticismo nacional e internacional,
su discurso que preanuncia una mayor crisis produjo una retracción
de votantes?
Es posible. Pero hay que limpiar la casa. Nosotros no nos planteamos
este tema como una cuestión electoral sino como una cuestión
colectiva. Y por encima de la victoria o la derrota, para nosotros la
lucha por la verdad es superior al oportunismo de una elección.
Si tenemos que pagar cualquier precio por seguir avanzando en las investigaciones,
lo vamos a pagar, incluso electoralmente.
Pero hoy los números muestran que su partido es tercero.
¿No la decepcionó este resultado?
Los resultados electorales deben medirse también en función
de los aparatos. No es lo mismo no tener recursos y no tener un partido
identificado y competir contra los partidos tradicionales que cuentan
no sólo con sus aparatos sino también con los aparatos estatales.
Contra todas esas fuerzas, nuestro 10 por ciento en la provincia de Buenos
Aires se agiganta enormemente a tal punto que tenemos 4 diputados sobre
6 de la Alianza. Por eso digo que fue todo un éxito. Yo fui muy
resistida por la estrategia que diseñé, pero finalmente
el resultado fue óptimo.
¿Por qué?
Porque creo que los movimientos transversales nacionales y populares
se construyen desde la periferia al centro. Y no, como se cree, del centro
a la periferia. Esta es la visión porteña.
¿Pero un triunfo rotundo del ARI en Capital no le allanaría
el camino?
Pero no es así. Cuando me resistí a ser candidata
por la Capital, planteé la estrategia contraria. Les dije que los
liderazgos deben ser usados para construir una fuerza colectiva y no alrededor
de la potencialidad de un individuo que es lo que hace débil a
la fuerza. Es decir, una fuerza es más débil cuanto más
personalista es. Y más si se centra en un solo distrito.
¿Como ocurrió con el Frepaso?
Efectivamente. De modo tal, que este 10 por ciento que tenemos nos
permite ubicarnos como la tercera fuerza política. Nos permite
crecer con sensatez desde una base nacional.
¿No le sorprendió la elección de Gustavo Beliz?
No, porque los votos que pudimos perder los considero, en todo caso,
como positivos. Porque es preferible perderlos por izquierda y no que
se los lleve la derecha que representan Beliz y (Daniel) Scioli.
Hace un tiempo se la comparaba con un huracán. Y muchos dirigentes
especulaban con sumarse. ¿Esto continúa o se frenó?
A mí me parece interesante que nuestra fuerza sea subestimada.
Nos permite un crecimiento mucho más moderado, mayor control del
oportunismo y un crecimiento sostenido.
Rodolfo Terragno dio algunas señales de integración
entre las fuerzas progresistas. ¿Se sumarían a una propuesta
de este tipo?
No. Tenemos profundas diferencias. Yo lo felicito por haber ganado,
pero le advierto que la cantidad de votos que obtuvo demuestra que fue
una derrota brutal para la Alianza y para mi propio partido, la UCR.
Con estos resultados electorales, ¿qué debería
hacer el Gobierno?
La elección del domingo no modifica la crisis, en todo caso
la acentúa. Lo que es un dato interesante, en términos de
la gobernabilidad, es que comenzó la interna presidencial en el
PJ. Y ante la debilidad del Gobierno esto es peligroso y lo comenzaremos
a ver a partir de fin de año.
¿Por qué?
Porque tanto el Presidente como los gobernadores del PJ con aspiraciones
presidenciales tendrán que concentrarse en problemas serios como
la incipiente y preocupante rebelión fiscal. La caída de
la recaudación del IVA plantea un problema mucho más grave
que la recesión. Habría que analizarlos con seriedad para
saber qué relación hay en ese voto bronca y la rebelión
fiscal.
Por lo que usted dice, parece que Fernando de la Rúa se aproxima
a un final similar al de Alfonsín en el 89.
Ojalá que no sea así. No lo deseo, pero la situación
es bastante difícil.
Durante la campaña usted habló de ser presidente.
¿Insistirá con ello?
No es ni el momento ni la hora para hablar de candidaturas.
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