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LOS CONSULTORES DESMENUZAN EL NUEVO FENOMENO
El voto bronca, bajo la lupa

Los que lo eligen suelen ser ilustrados, algo politizados, de clase media a media alta urbana. No expresan apatía ni desinterés.

Por Irina Hauser

Nunca una feta de jamón, un Homero Simpson, una lista de insultos, un preservativo, un Clemente, un sobre vacío o la decisión de no ir a votar, estuvieron tan cargados de significado como el último domingo. Fueron la forma de expresión del descontento con la dirigencia política en general y con el gobierno actual en particular, según algunos de los principales encuestadores. El apabullante “voto bronca” –un voto pensado o por lo menos sentido– resultó el retrato del país, sus candidatos, ex funcionarios, actuales gobernantes y la situación socieieoeconómica, que eligieron pintar muchos ciudadanos. Los analistas de opinión comienzan a delinear una perfil del votante embroncado: gente joven y de mediana edad, de clase media a media alta, que vive en zonas urbanas, tiene como mínimo educación secundaria, y lee diarios y ve televisión.
Contra una creencia común, el bautizado “voto bronca” no tiene relación con un sentimiento de desinterés o de apatía, al menos según el buen saber y entender de los expertos consultados por Página/12. “Es una expresión de gente interesada, un voto pensado y del pensamiento crítico”, sostiene Enrique Zuleta Puceiro, titular de Ibope. “Sí es posible que, asociada a la insatisfacción con las políticas en curso y las ofertas de candidatos, haya en ciertos casos una tendencia a la rutinización de las elecciones y la pérdida del sentido del voto como gesta, que se tiene después de interrupciones de la democracia”, agrega Artemio López, director de Equis.
Los votos en blanco y anulados superaron, en varios casos, a los candidatos y arrasaron tanto en provincias gobernadas por la Alianza como por el justicialismo. En Capital Federal alcanzaron algo más de un 27 por ciento en la elección de senadores y un 28 por ciento en la de diputados, cifras que casi duplicaron los votos para Rodolfo Terragno. En Buenos Aires, el “voto bronca” superó el 21 por ciento para el Senado y llegó a casi el 24 por ciento para Diputados, dejando rezagado a Raúl Alfonsín. Santa Fe batió récords con un 40 por ciento de “voto protesta” para cada cámara, cifras que superan a las logradas por la UCR y el PJ.
Zuleta Puceiro dice que los votos nulos y anulados fueron propios de los votantes de sectores medios y medios-altos, entre 30 y 50 años de edad, con nivel secundario o universitario, alta exposición a los medios y que “sintieron que su voto dejaba de ser una protesta individual y formaba parte de un movimiento colectivo”. “Fue un voto calificado –señala–, relacionado con el hecho de tener trabajo, motivado por la pertenencia a un sector para el que la política es un costo, ya que no pueden capitalizar sus sacrificios ni pisar tierra firme”.
El consultor Hugo Haime notó, en sus análisis de Capital Federal y Tucumán, que el “voto bronca” fue elegido por “sectores de centroderecha, dentro de la clase media”. También cree que obedece a la falta de liderazgos fuertes: “donde hubo mejores liderazgos, como en la provincia de Buenos Aires, el voto bronca se expresó menos”, alega. Para Heriberto Muraro, el movimiento 501 –encabezado por jóvenes que en las últimas elecciones presidenciales se fueron bien lejos para no votar– puede considerarse como un antecedente del “voto bronca”, que esta vez fue elegido “para mostrar disconformidad con el gobierno de Fernando de la Rúa, y seguramente con el de Carlos Menem”. En Córdoba, donde trabajó, notó que “el voto rechazo fue mayor en los varones que en las mujeres”.
López diferencia, en base a sus registros:
- “El voto anulado fue la vedette. Era, históricamente, de 0,8 por ciento, y ahora alcanza una media nacional de 14 por ciento. Surge de sectores de ingresos medios, de zonas urbanas, con secundaria completa o más estudios, abarca la franja de 18 a 45 años, con un afán protagónico muy grande y un ansia de comunicar cosas”, señaló el analista.
- El voto en blanco, añade, fue el elegido por gente de 35 a 55 años, de ciudades y clase media, “que no se siente representada pero defiende alsistema democrático y expresa una preocupación por la situación socioeconómica”.
- El ausentismo, según el consultor de Equis, “aparece de 45 años en adelante y es más intenso en el Noroeste y el Nordeste del país; parece tener correlación con la población con necesidades básicas insatisfechas (NBI) y con un rechazo a la oferta política disponible”.
El “modo de producción de la política” es, según Zuleta Puceiro, uno de los principales motivos por los que tantos electores “descartaron la búsqueda de candidatos que los corporizaran”. Y enumera: “El estilo de confrontar utilizado los políticos resultó disuasivo; hay un gran desencanto ya que los ejemplos de Graciela Fernández Meijide y Carlos “Chacho” Alvarez todavía se perciben como muy cercanos y como muestra de que la confianza no funciona; el lazo que la gente nota entre la política y la corrupción es fuerte, en momentos en que se renovaba el Senado, el cuerpo más desprestigiado; la política parece no tener consignas ni ideas, mientras los medios son los que denuncian e investigan”.

 

 

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