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ECONOMISTAS DE LA CITY PREVEN HIPERAJUSTE Y REFINANCIACION FORZOSA
Lo que viene, peor que lo que fue

Broda, Artana, Guidotti y Calvo analizaron la situación financiera argentina. Coinciden en que, sin ayuda de Estados Unidos, el país va al default. Pero aun con ayuda, hay promesa de más sacrificios.

Por David Cufré

“Tal como estamos, pagar la deuda en tiempo y forma ya no es posible”, sentenció ayer el economista Miguel Angel Broda. “Tenemos dos caminos por delante: la reestructuración voluntaria de la deuda o la reestructuración forzosa. Sin la ayuda de Estados Unidos, ocurrirá lo segundo”, agregó. Lo más saliente de semejantes declaraciones no es sólo el reconocimiento de que la deuda es impagable, sino que lo haya dicho uno de los voceros más calificados del establishment. Otro economista del riñón de la city, Daniel Artana, coincidió con Broda en que no hay chances de mantener el déficit cero sin el auxilio de Washington, que “debería aportar, como mínimo, 10 mil o 15 mil millones de dólares para promover otro canje”. Y que sin ese canje internacional de la deuda, la Argentina tiene destino de default. Para los economistas del núcleo duro de la ortodoxia, el país que viene tras las elecciones afrontará momentos muy delicados, con un final incierto.
Guillermo Calvo y Pablo Guidotti, tan ortodoxos como Broda y Artana, fueron los otros expositores de un seminario realizado ayer por la Universidad Di Tella. La denominada “Escuela de Gobierno” de esa universidad convocó a los economistas para que dieran su pronóstico sobre cómo seguirá la economía tras los comicios. Salvo Calvo, que tuvo mucho cuidado en sus referencias a la Argentina para evitarse nuevos retos, los demás participantes describieron un panorama tétrico, con muy escasas posibilidades de eludir lo que Broda definió como “el escenario de las dos D: default y devaluación”.
La única opción para escapar a “ese caos” es que el Gobierno consiga un nuevo socorro de Estados Unidos y del Fondo Monetario Internacional. Esta vez, la ayuda debería ascender a 10 mil o 15 mil millones de dólares. Con esos fondos se respaldaría una nueva emisión de títulos públicos, a ser entregados a cambio de los que tienen en su poder los acreedores externos. La operación permitiría bajar los costos y estirar los vencimientos de la deuda. Pero para que se cumpla con ese esquema de “reestructuración voluntaria de la deuda”, tanto Broda como Artana advirtieron que es condición indispensable la colaboración de Estados Unidos y del FMI.
El problema es que los ataques estadounidenses a Afganistán desplazaron por completo a la Argentina de la agenda de Washington. Y eso lo comprobó el viceministro de Economía, Daniel Marx, cuando estuvo en esa ciudad hace tres semanas. El último acuerdo con el FMI prevé la entrega de 3000 millones de dólares a fines de este año o principios del próximo. “Ese dinero no alcanza y lo que advierto es que si nos manejamos con esos plazos, la ayuda puede llegar tarde”, alertó Broda.
Para el economista, el canje de deuda que negocia Domingo Cavallo con bancos radicados en Argentina y con AFJP “sólo nos permitirá ganar entre 60 y 90 días, hasta abril o mayo del año que viene”. Una operación por 13 mil millones de dólares –como la que se prepara– reduciría las necesidades de financiamiento en 996 millones este año y en 5813 millones el próximo. Pero el grueso de la deuda es la que está colocada entre inversores extranjeros, con 82.637 millones, contra los 49.505 millones en el mercado local.
El auxilio internacional es clave porque la política de déficit cero hace agua por todos lados, y difícilmente se sostendrá sin el desahogo que permitiría la postergación de pagos de la deuda. El Gobierno admitió que para llegar a la eliminación del déficit se requiere un ajuste de 1600 millones de pesos hasta fin de año. Broda estimó el recorte en 1900 millones, en función de proyecciones más pesimistas de la recaudación en los próximos meses. “Hasta fin de año hay que seguir con el descuento del 13 por ciento, dejar de transferir 1200 millones de pesos a las provincias y subejecutar gastos por 300 o 500 millones”, puntualizó Broda. Además, denunció que el Gobierno se está financiando con recursos del Banco Nación y del BICE, lo que pone en peligro la solvencia de ambas entidades. ElNación está quedando expuesto a una crisis terminal o, para evitar su cierre, a una privatización, sugirió.
Pero después de un ajuste tan tremendo como el que se necesita hasta fin de año, con la enorme dificultad política de imponerlo –sobre todo después de cómo salieron las elecciones–, “Cavallo tendría que hacer un ajuste de 10.800 millones de pesos el año que viene, comparando lo que se presupuestó en 2001 con lo que efectivamente debe gastarse en 2002”. Es decir, el déficit cero es irrealizable. Artana reconoció que la actual política fiscal tiene efectos devastadores sobre la actividad económica, aunque de todos modos insistió en que “hay que hacer el ajuste”.
Para demostrar cuán difícil será cumplir con el déficit cero el año que viene, Broda mencionó que “habría que recortar 200 millones a las universidades, 600 millones del Fondo de Incentivo Docente, 80 millones de ATN, 600 millones de asignaciones familiares, 257 millones de la Anses, 300 millones del Fonavi, 110 millones a la policía y fuerzas de seguridad y 84 millones a la política, y aun así no alcanzaría”. Guidotti, por su parte, consideró que “ya empezó la cesación de pagos”. “Se está evitando caer en la definición legal del default, pero al dejar de pagar salarios, jubilaciones, a proveedores y ahora a los bancos y AFJP con el canje, lo que vemos es que el Estado ya es insolvente”, afirmó.
Para los economistas del establishment, Cavallo sólo ganaría tiempo con un nuevo paquete de medidas y con la reestructuración de la deuda local. Creen que la única solución a la vista es una reprogramación global de la deuda, a fin de ganar oxígeno para “hacer las reformas estructurales de fondo”. Artana dio una pista sobre cuáles son esas reformas: “El Gobierno no pudo aprobar una tibia reforma previsional y una tibia desregulación de las obras sociales, que no son nada en comparación con lo que hay que hacer”. Artana es economista jefe de FIEL, desde donde se propone como solución de fondo una reforma del Estado con 94 mil agentes despedidos.

Los “pianta capitales”
“Si un inversor escucha a los políticos argentinos, piensa en cualquier otro lugar del mundo para llevar la plata”, se quejó ayer Guillermo Calvo, economista jefe del BID, en su única referencia directa al resultado de las elecciones. “El tema de la deuda está de regreso. En toda América latina hay políticos que llaman a no pagar”, completó. Pero más allá de su fastidio por ese tema, Calvo adelantó ayer algunas ideas que estudia el BID para asistir a países emergentes en crisis, como la Argentina. Aseguró que se analiza la creación de un fondo para estabilizar los bonos de los países en problemas, interviniendo activamente en el mercado cuando la cotización de los títulos se desplome. “Sería una especie de Banco Central internacional, para resolver problemas internacionales”, señaló el economista. “Cuando los bonos de un emergente caigan entre 15 y 20 por ciento en un período muy corto, intervendría el Fondo de Estabilización comprando los bonos. Y después los vendería cuando la situación se normalice”, precisó.

 

 

 

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