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Un bebé británico �a medida� que podrá salvar a su hermano enfermo

El bebé tendrá un sistema inmune compatible con el de su hermano, que padece leucemia. Se logró por medio de selección embrionaria.

Por James Meek*
Desde Londres

En una pequeña ciudad británica, una familia está esperando el nacimiento de un niño diferente a todos los nacidos en este país hasta ahora. La revolución genética, combinada con el amor y la dedicación de los padres del bebé, han determinado que el niño vendrá al mundo con el poder de salvar la vida de su hermano. Los padres, Susanna y David Peters, se saltearon las regulaciones británicas y fueron a Estados Unidos para tener un bebé con un sistema inmune compatible con el de su hijo, quien padece leucemia.
El niño, cuyo nacimiento intensificará el feroz debate ético en torno del examen genético de los embriones, será considerado el primer bebé de diseño de Gran Bretaña. Los oponentes argumentan que seleccionar rasgos genéticos particulares entre embriones saludables establece un peligroso precedente. Pero Peters no acepta que se hable de “diseño”. “¿Qué hemos diseñado? –pregunta–. No hemos diseñado nada. Es fácil conjurar esos fantasmas cuando uno no está en ese lugar.”
Hay un 25 por ciento de posibilidades de que el hijo de los Peters, Marcus, que tiene cuatro años y está recuperándose tras un momento en que peligró su vida, sufra una recaída en los próximos años. Ellos quieren estar seguros de que si eso sucede no tendrán que pasar por la terrible y a menudo estéril carrera contra el tiempo, en busca de un donante de médula ósea compatible para salvar su vida.
Técnicas perfeccionadas en Estados Unidos permiten que se practique una fertilización in vitro a una mujer y los embriones sean examinados antes de la implantación en el útero para seleccionar uno que provea un tejido perfectamente compatible para la donación. Pero las normas británicas lo prohíben, por lo cual los Peters realizaron una serie de agotadores viajes para encarar cada procedimiento.
El bebé debe nacer para fin de año. No será necesario sacarle médula espinal nunca en su vida, aún si Marcus tiene una recaída. En el momento del nacimiento, se tomarán células madre del cordón umbilical del bebé y se las congelará.
“El mejor escenario posible para el futuro es éste: tenemos nuestro niño, nuestro cuarto hijo, goza de buena salud, Marcus nunca tiene una recaída y somos una familia feliz”, dice Susanna Peters. “El peor escenario es que Marcus no sobrevive, con o sin trasplante, pero al menos David y yo podremos mirarnos a los ojos y decir que había algo que podíamos hacer y lo hicimos, que intentamos todo lo posible.”
Los Peters decidieron intentar el tratamiento en Estados Unidos después de leer acerca del caso de Molly Nash, que sufría una extraña enfermedad y cuya madre tuvo un hijo “compatible”, Adam (ver aparte).
Los Peters aceptaron hablar con The Guardian para que otras familias en la misma situación sepan sobre el tratamiento, bajo la condición de que sus identidades no fueran reveladas. Sus nombres han sido modificados. Contactaron al doctor John Wagner, de la Universidad de Minnesota, quien llevó adelante el tratamiento de los Nash, apenas leyeron sobre su trabajo el año pasado. La salud de Marcus pasaba entonces por un mal momento y todos los procedimientos fueron realizados en un ritmo frenético. Primero, toda la familia tuvo que ser examinada para ver si ya alguno era compatible con Marcus. No lo eran. Luego tuvieron que encontrar especialistas que aceptaran tomarles muestras de piel y sangre.
Casi tres meses pasaron mientras los especialistas en genética estudiaban el ADN de los Peters para saber qué buscarían cuando analizaran los embriones. Luego, Susanna tuvo que ir a Chicago para la fertilización in vitro. Se estudiaron once embriones: sólo uno era saludable y compatible y fue implantado, pero ya en Gran Bretaña supo que el embarazo no prosperó.
Volvió a Chicago. Esta vez, de 11 embriones cinco fueron compatibles, pero sólo tres se desarrollaron al punto de poder ser implantados. Dos se llevaron al útero y de uno de ellos quedó embarazada. El tratamiento costó más de 45.000 dólares, sin considerar costos de pasajes y hoteles.
Mohammed Traranissi, uno de los especialistas en fertilización in vitro británicos que intentó que se permitiera realizar en Londres el procedimiento, dice que sería posible hacerlo allí por unos pocos miles de libras. “Hay gente en posición similar que los Peters que no puede financiar viajes y gastos –dice–. El tratamiento ya es bastante caro en sí mismo. ¿Por qué no podemos hacerlo aquí? No estamos creando bebés de diseño, no estamos eligiendo el color de ojos o pelo. Estamos tratando de impedir una enfermedad.”
Los Peters dicen que siempre quisieron tener un cuarto hijo. Cuando se le pregunta si el nuevo bebé no crecerá con la impresión de que nació sólo para salvar a su hermano, Susanna Peters dice: “En ese caso habríamos fracasado en mostrarle cuánto lo queremos. Todos nuestros hijos fueron planeados y deseados en un cien por ciento, y éste más aún”. David Peters la respalda: “Muchos niños podrían pensar así, aunque estoy seguro de que el nuestro no lo hará. Algunos podrían preguntarse ‘¿Yo nací porque mis padres se emborracharon en un pub y luego se subieron al asiento trasero de auto?’ La mayoría de los chicos nacen sin una razón específica. Yo creo que nosotros tenemos una base sólida para este niño”.

* De The Guardian. Especial para Página/12.

El caso Adam
El caso de Molly Nash y su hermano Adam fue el primero en el mundo que planteó estos interrogantes éticos: ¿es aceptable gestar un hijo “compatible” con otro enfermo para poder ayudarlo? Los Nash, un matrimonio norteamericano, consideraron que sí. Su hija Molly, de siete años ahora, padece de una rara enfermedad, la anemia Falconi, que provoca graves hemorragias y desórdenes del sistema inmunitario. Sin tratamiento, el mal lleva a la muerte a los ocho o nueve años. Adam, gestado a partir de un embrión seleccionado tras varios intentos, nació en agosto de 2000 y su hermana pudo beneficiarse de la donación de las células madre que se obtuvieron del cordón.

 

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