Por Fabián Lebenglik
Desde Madrid

El Museo Reina Sofía presenta hasta fin de año, por primera vez en España, una muestra antológica de Pipilotti Rist, videoartista suiza poco conocida en la Argentina, aunque su obra ha recorrido las principales bienales y museos internacionales desde hace más de una década.
Pipilotti Rist nació en Rheintal, valle del Rhin, Suiza, en 1962, vive y trabaja en su país y en Alemania. Estudió diseño gráfico en Austria y Artes Audiovisuales en Suiza. Su práctica artística se inició con la realización de películas en súper 8 y como colaboradora de grupos de música. Integra el grupo musical Les Reines Prochaines.
Desde una perspectiva de reactualización estética del pop y la psicodelia, realizó escenografías, ambientaciones, decorados, fusión de música, imagen y narración, en videoinstalaciones que toman elementos formales y rítmicos de los videoclips pero basados en una tradición estética sólida.
Los videos de Rist impactan por su relación con la escala, por el tratamiento de lo corporal, así como por los colores fulgurantes y saturados, la teatralidad y el humor de sus puestas en escena, que toman elementos de varios lenguajes y géneros. Su obra evoca un imaginario femenino completamente libre e individualista que resulta polémico en el marco de las propias discusiones feministas y de género.
En su obra se advierte un cruce entre los ecos del romanticismo y el legado del grupo Fluxus, así como del trabajo conjunto entre John Lennon y Yoko Ono.
Las exposiciones y performances del pionero Grupo Fluxus –por el que pasaron artistas como Nam June Paik y Yoko Ono– eran fundamentalmente variantes del happening, a través del cual se buscaba la participación activa del espectador y se luchaba contra la compartimentación técnica y genérica, combinando lo visual con lo musical, literario y escénico, en un contexto de espectáculo popular. Yoko Ono, antes de conocer Lennon era compositora, cantante, poeta, performer, cineasta y videasta y mezclaba todas esas vertientes en happenings donde exploraban los límites de cada una de esas artes, transgrediéndolas. En este sentido, la obra de Ono y Paik, funcionan como fuentes del trabajo de Pipilotti Rist.
La artista Suiza, entre otras grandes exposiciones internacionales, participó de las bienales de Venecia de 1993 (premio a la artista joven) y 1997; en las bienales de Kwangju y Lyon en ese mismo año y en la de Estambul de 1999. Presentó varias muestras individuales en Francia (Museo de Arte Moderno de la Ville de París), Japón (Museo Nacional de Kioto y de Arte Contemporáneo de Tokio) y Canadá (Museo de Bellas Artes de Montreal).
El Museo Reina Sofía presenta por primera vez en España, bajo el título general “Damascos a lo largo de la calle”, una exhibición antológica de Pipilotti Rist, que consiste en cinco grandes videoinstalaciones.
“Siempre es lo más importante” (dos proyecciones superpuestas, dos lectores de DVD y sistema de audio), muestra a una mujer caminando feliz y oronda por la calle, que sostiene una gran flor de tallo largo y cada tanto se detiene, y con gesto alegre y exultante, agita violentamente el tallo para hacer estallar las ventanillas de los autos estacionados. A en su larga marcha, la mujer va saludando a los transeúntes, incluida una mujer policía, que responden muy amablemente a su saludo, transformando la violencia de sus actos y la violación de la ley en un juego. Simultáneamente, otra proyección lateral muestra escenas del campo, donde crecen esas grandes flores sólidas que la mujer usa como alegres armas.
“Bebe mi océano” (que consiste en dos proyecciones reflejadas en la esquina de la sala), es un video grabado casi íntegramente bajo el agua, en el que la cámara muestra a la artista desplazarse como una sirenamientras una cantidad de objetos cotidianos se hunden en medio de jardines de algas y mares de coral.
“Nunca más podría estar de acuerdo contigo” (dos proyecciones) cuenta el recorrido de una mujer a través de espacios urbanos mientras que una segunda proyección de dimensiones reducidas, se refleja sobre su frente para mostrar personas desnudas en el bosque. Un contraste en el que la categoría de ciudadano queda reducida a la de animal urbano, para alternar las actitudes educadas y salvajes.
“Carta de entidad azul” (proyección sobre pared pintada con una burbuja blanca pintada), muestra a una mujer desnuda, tendida sobre el pasto y salpicada de piedras brillantes –en los ojos, la boca, las manos y el pubis– que es recorrida minuciosamente por una cámara aérea que muestra todos los detalles de su cuerpo como si se tratara de un vasto territorio obsesivamente sobrevolado. Finalmente, la ambientación y videoinstalación “La habitación” (ver foto), presenta una gran sala amueblada por elementos gigantescos, completamente fuera de escala. La TV, en sus distintos canales -que elige el espectador-proyecta obra anterior de la artista a modo de retrospectiva. Pippilotti Rist tiene claro que el lenguaje del cine de arte se mudó de las salas cinematográficas a las salas de los museos y centros culturales, de modo que en su obra está previsto que el espectador merodee las pantallas, recorra la sala, se meta detrás de la proyección, varíe su distancia de la imagen y su punto de vista. La videoinstalación se percibe como una producción que combina los modos de percepción de las artes visuales tradicionales y del cine. A la vez que la textura de la imagen, el tratamiento saturado del color y el uso a su favor del grano de la imagen, vuelven su obra absolutamente pictórica. “En mi obra –dice Rist– entra la pintura, la tecnología, el lenguaje, la música, el movimiento, la poesía, la conmoción, el asco, la premonición de la muerte, la amistad y el sexo como en un bolso de viaje”.

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