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BULLRICH YA TIENE SU PROGRAMA SOCIAL: ASIGNACIONES FAMILIARES PARA TODOS
Una red de contención para el plan Cavallo

El ministro de Economía recibió con agrado la iniciativa de la cartera laboral. Se está definiendo el monto necesario para otorgar asignaciones familiares incluso para empleados en negro.

Patricia Bullrich, ministro de
Trabajo, aspira a la Agencia Social.

Por Cledis Candelaresi

En su afán por paliar los efectos de la política de ajuste permanente a que lo condena el Déficit Cero, el Gobierno podría anunciar en las próximas horas la decisión de universalizar las asignaciones familiares a todos los hogares con hijos y las becas para estudiantes secundarios. La ampliación de estos beneficios forma parte de una propuesta que fogonea el Ministerio de Trabajo, cuya titular, Patricia Bullrich, es candidata a mudarse en los próximos días a la cartera de Desarrollo Social o a su transformación en Agencia Social. Por ahora, la letra fina de esas iniciativas depende de cuántos recursos sean asignados finalmente a los rubros de asistencia social, monto que Economía aún no consiguió definir.
De avanzarse en este sentido, el remozado régimen de asignaciones familiares y el auxilio a la educación secundaria podrían erigirse en las columnas vertebrales del sistema asistencial argentino, que hoy se sostiene en programas diversos y a veces superpuestos.
La iniciativa sobre asignaciones por hijos fue elaborada en la secretaría de Seguridad Social y consiguió un primer guiño del Palacio de Hacienda, aunque hasta anoche no contaba con todos los recursos que aspiraba la cartera laboral para instrumentar su plan con el mayor alcance posible. Nadie en Trabajo podía asegurar que el año próximo podría disponer por encima de los 1753 millones anuales de que nutren el sistema de asignaciones y poder así extender el beneficio sin tener que sacrificar prestaciones.
Aún no hay una última palabra sobre el tema, pero éste engrosó la agenda cavallista, lo que le da chances de prosperar, aún en el caso de que Trabajo no disponga de los millones de pesos adicionales por año que habría reclamado para desarrollar su iniciativa.
El proyecto postula pagar asignaciones familiares a todos los padres que perciban hasta cierto nivel de ingresos –presumiblemente más bajos que los 1500 actuales– aún en el caso que sean trabajadores informales. “La intención es que la asistencia no siga concentrada en los trabajadores en blanco, que son los que acaparan todo los beneficios”, comentan en el edificio de Alem. Este es un cambio sustancial respecto al sistema actual, que sólo ampara con aquellas subvenciones al empleo formal.
“La intención es deslaboralizar el sistema, otorgando una ayuda directa”, explicaba anoche a este diario una calificada fuente de la cartera laboral. Eso significaría que la asistencia por hijos abarcaría también al 40 por ciento de los ocupados informalmente así como a los desocupados, sin discriminación. En términos estadísticos: que el universo de destinatarios de la ayuda se duplicaría.
Para controlar la veracidad de los ingresos declarados por los beneficiarios del sistema, el gobierno podría cruzar la actual base de datos de la ANSeS con un registro que confeccionará especialmente para los futuros destinatarios de las asignaciones. Con este padrón y aquel cruce, los funcionarios de la cartera laboral descuentan que podrán evitar el fraude, también acotado por el pago directo de esas prestaciones: esta modalidad reemplazará la liquidación a través del empleador, que en muchos comprobados casos falsearon información para retener indebidamente el dinero del Estado.
Claro que la universalización también podría modificar la envergadura de los beneficios tal cual están previstos en la actualidad. Si los recursos presupuestarios fueran insuficientes, tal vez resultaría necesario disminuir los montos actuales o reducir por debajo de los 18 años la edad de cada hijo por el que se cobra.
La propuesta que se intenta pulir en estas horas va a contramano de la iniciativa fogoneada por el actual ministro de Desarrollo Social, Juan Pablo Cafiero, quien postuló un subsidio exclusivamente para los niños más pobres, en particular habitantes de las villas. Y tiene algún punto de contacto con la que sugirió Argentina para una República de Iguales (ARI), de subvencionar a la infancia sin discriminación. Pero la alternativa en la que trabajó Seguridad Social se diferencia de la cafierista por su mayor alcance y, al mismo tiempo, se distancia de la idea de Elisa Carrió ya que no prevé crear fuentes de financiamiento distintas a las actuales para la asistencia social, sino que prevé redistribuir recursos que hoy existen.
El otro capítulo destacado del asistencialismo aliancista estará a cargo del Palacio Pizzurno, que podría becar a todos los estudiantes secundarios cuyos padres no superen cierto rango de ingreso. Para gozar del beneficio, los alumnos tendrán que probar periódicamente su continuidad en el establecimiento en cuestión, sea éste público o privado, entre otros requisitos.
De ese modo, se intentaría retener en el sistema educativo a los estudiantes del segmento en el que existe mayor deserción. El dato es bien conocido por el ministerio de Educación, potencial responsable de una iniciativa cuyo futuro también depende de los recursos que pueda asignarle Economía, jaqueada por una recaudación en declive.

 

Los soldados de Mingo

Domingo Cavallo aprovechó el viaje de Fernando de la Rúa a España para reorganizar fuerzas. Estuvo reunido durante tres horas en su despacho de Economía con sus dirigentes más fieles, evaluando la situación política tras las elecciones. El mayor temor de los cavallistas es el golpe de Eduardo Duhalde, que imaginan posible por cómo quedaron repartidas las fuerzas en el justicialismo. El ministro tomó nota de las advertencias de sus colaboradores, pero sostuvo que confía en que podrá alcanzar un acuerdo con el ex gobernador bonaerense, con quien tiene un diálogo fluido. El encuentro se concretó en la tarde de ayer en el quinto piso del Palacio de Hacienda. Estuvieron Horacio Liendo, Armando Caro Figueroa, Alfredo Castañón, Carlos Bastos, César Albrisi, Jorge Baldrich, y diputados de Acción por la República como José Luis Fernández Valoni, Marcelo Dragan y los electos Guillermo Johnson y Guillermo Cantini. Para algunos de ellos, Duhalde podría montarse en el envión que le dio su triunfo aplastante sobre la Alianza para forzar la renuncia de Cavallo. Su análisis es que en este momento Duhalde tiene el campo libre para maniobrar. Pero si espera hasta 2003, deberá disputar espacios con De la Sota, Ruckauf, Reutemann, Kirchner, Marín y, tal vez, hasta con Menem. Los cavallistas están muy atentos a los movimientos del ex gobernador bonaerense, quien dialoga con sindicalistas, empresarios y con el radicalismo de Alfonsín. Les preocupa que estén tejiendo un acuerdo para tomar el poder real, pero manteniendo a De la Rúa como presidente. En esa situación, claro está, Cavallo sería echado del Gobierno. Por otra parte, en la reunión se discutió la estrategia para afrontar otras duras batallas. Una de ellas es la negociación con los gobernadores, que es crucial para el ministro porque de ella depende la posibilidad de mantener la política de Déficit Cero. Cavallo afirmó que por más que los gobernadores justicialistas sigan con un discurso duro y confrontativo, tarde o temprano aceptarán el acuerdo que les propone la Nación.

 

“Excesivamente arriesgada”

Las empresas españolas no deben invertir en países como Argentina porque, en el nuevo contexto internacional, representan una opción “excesivamente arriesgada”. La advertencia fue hecha por el gobierno de José María Aznar y responde a la preocupación oficial por la actual concentración de inversiones del país en América latina y la Unión Europea, plazas que se prevé se contarán entre las más afectadas por la recesión mundial. El encargado de transmitir el consejo fue el secretario de Estado para Asuntos Exteriores, Miguel Nadal, quien agregó que “la incertidumbre” que pesa sobre la economía mundial debería levar al gobierno y a los empresarios a “replantearse las prioridades de inversión en el exterior”.

 

Larreta no cree en moratoria

La DGI ampliará de 1200 a 2000 el listado de Grandes Contribuyentes antes de fin de año, informó ayer su titular, Horacio Rodríguez Larreta, quien aseguró además que no habrá una nueva moratoria. “Tenemos un plan de aquí a fin de año para intensificar mucho más los controles de los denominados Grandes Contribuyentes, que son los que tienen un nivel de control más estricto, casi personalizado por parte de la DGI”, agregó. En cuanto a la posibilidad de que se disponga una nueva moratoria fiscal, Rodríguez Larreta la desestimó por considerar que ya hay varios sistemas de facilidades de pago de deuda en marcha. “No tenemos previsto para nada una nueva moratoria”, afirmó el funcionario, quien no obstante aclaró que el que tiene la palabra final es el ministro Domingo Cavallo.

 

MUCHAS CRITICAS DESDE BRASIL HACIA LA ARGENTINA
Cachetadas para todo gusto

El gobierno brasileño disparó una batería de declaraciones que cayeron como un balde de agua helada a la desconcertada administración De la Rúa. Primero, su embajada en Argentina dio a conocer un informe en el que se asegura, contra la opinión de Cavallo, que la devaluación del real no perjudica a las exportaciones argentinas ni la evolución del PBI de ambos países. Segundo, el propio presidente Fernando Henrique Cardoso dijo, en una entrevista periodística, que la crisis en Argentina ha sido el más grave traspié sufrido por la economía brasileña este año. Tercero, el representante brasileño ante el Mercosur aseguró que el “voto de protesta” al gobierno del domingo último es comprensible dada la situación económica que se vive en Argentina (ver aparte).
Por si fueran pocas cachetadas provenientes del socio mayor, ayer el Grupo Brasil, integrado por 190 empresas brasileñas que operan en Argentina, anunció que el año próximo reducirán en promedio sus inversiones entre un 30 y 40 por ciento. Según su presidente, Eloi Rodrigues, las inversiones previstas inicialmente, que ahora serán recortadas, eran de 2000 millones de dólares entre el 2000 y el 2002.
La investigación sobre el tipo de cambio bilateral realizado por la embajada brasileña abarca el período enero de 1999, cuando Brasil levantó el ancla cambiaria sobre el real, y junio de 2001. En ese lapso la moneda brasileña se desvalorizó en términos nominales un 91 por ciento, mientras que la devaluación en términos reales (descontada la inflación interna) alcanzó al 40 por ciento. Según el estudio, eso “no impidió el mantenimiento, por Argentina, de saldos comerciales ininterrumpidos y crecientes con Brasil”. “En 1999, cuando el cambio real se deprecia en 23,35 por ciento, siendo previsible un aumento de exportaciones y caída de importaciones brasileñas, ambas caen”, afirma el documento. Y agrega que
“en 2000, con el real ya 23,35 por ciento más débil, siendo razonable prever exportaciones más dinámicas que importaciones, ambas se expanden de modo similar (16,2 y 17,4%, respectivamente)”. Finalmente, dice que “en el primer semestre de 2001, cuando se acelera la desvalorización, lo que haría esperar un aumento de las exportaciones y disminución de las importaciones brasileñas, ocurre lo contrario (las primeras disminuyen 0,92% y las segundas crecen 5,63%)”.
No parece haber sido casualidad que el gobierno brasileño difundiese ese documento ayer, justo cuando el gobierno argentino le envió una propuesta para la creación de un mecanismo de salvaguardas para proteger la producción local de la fuerte depreciación del real. Este último tema ya provocó fuertes tensiones a nivel bilateral, e incluso mereció fuertes críticas de los empresarios argentinos que, a través de la UIA, reclamaban directamente la suspensión del Mercosur. En este contexto, Cardoso afirmó que “la crisis de Argentina es terrible, porque sacude los mercados financieros. En realidad, no existe una dependencia de la economía brasileña de la economía argentina. Pero, a raíz de los mercados financieros, nos convertimos en hermanos siameses de los argentinos”, dramatizó.

 

“Fue un voto de protesta”

El representante de Brasil en el Mercosur, José Botafogo Gonçalves, dijo que es “perfectamente comprensible” la derrota del presidente Fernando de la Rúa en las elecciones del domingo último: “Fue un voto de protesta del elector frente a una crisis económica que ya dura cuatro años”, explicó, al margen de la diplomacia. En declaraciones a la prensa paulista, Gonçalves señaló que su país espera las nuevas medidas económicas del gobierno argentino. “Quiero recordar que el 8 de octubre quedó acordado que en la primera oportunidad representantes brasileños y argentinos se encontrarán nuevamente para analizar todas las cuestiones comerciales pendientes, particularmente a la luz del resultado electoral”, advirtió.

 

Para devaluar da igual estar dolarizados

Por Julio Nudler

Una razón comúnmente invocada por los economistas locales para descartar la devaluación del peso, o la mera flotación del tipo de cambio, como uno de los instrumentos para escapar de la depresión a que condujo la convertibilidad con paridad fija, es el alto grado de dolarización de la economía. Por tanto, la eventual devaluación sólo sería nominal y no podría ser real, porque los precios internos subirían rápidamente tanto como el dólar. En consecuencia, sólo se conseguiría recaer en la inflación, sin ninguna mejora efectiva en la competitividad. Pero hay investigaciones que cuestionan esta verdad aparente.
Es el caso de un estudio realizado por José Antonio González Anaya, de la Universidad de Stanford, intentando determinar qué nexo existe entre la traslación a precios del tipo de cambio y el grado de dolarización de una economía. El entiende por dolarización la proporción de pasivos bancarios (depósitos) denominados en dólares. González trabajó con datos sobre trece países latinoamericanos (entre los cuales no incluyó a la Argentina) en los años ‘80 y ‘90. Lo notable es que sus conclusiones desmienten la aludida creencia generalizada: la dolarización no impide modificar la paridad real a través de una devaluación.
En concreto, este estudio arriba a dos conclusiones centrales. La primera es que, en la comparación entre países, “un grado más elevado de dolarización no conduce a una mayor traslación. Por tanto, economías más dolarizadas no tienen necesariamente una menor capacidad para influir en su tipo de cambio real a través de movimientos nominales en su tipo de cambio”.
El segundo resultado obtenido es que “dentro de un mismo país, un incremento en la dolarización no obstaculiza la capacidad de ese país de ajustar el tipo de cambio a través de fluctuaciones nominales”. González Anaya señala que “una dolarización más alta no significa necesariamente que haya una mayor indexación a dólar, contrariamente a lo que suele creerse”. Y añade: “La determinación del índice de precios no depende de la unidad de cuenta sino de las condiciones del mercado interno.”
La investigación sí halló una relación positiva (correlación) más consistente aunque no significativa estadísticamente entre dolarización y velocidad de ajuste. Esto quiere decir que en economías más dolarizadas, el nivel interno de precios tiende a ajustarse más rápidamente ante fluctuaciones nominales en el tipo de cambio. Sin embargo, la magnitud de la traslación (de la variación del dólar a precios) no se ve afectada por la dolarización. En otros términos: la mayor celeridad del ajuste significa que las perturbaciones nominales son más rápidas, pero no que difieran en magnitud. Por tanto, una devaluación no es necesariamente más inflacionaria en una economía porque ésta esté más dolarizada.
Estas cuestiones son vitales para el diseño de la estrategia económica porque la política monetaria sólo afecta directamente el tipo de cambio nominal. De la inflación resultante dependerá el impacto sobre el tipo de cambio real. “Un dogma del enfoque monetario -consigna González- es que en el largo plazo una devaluación se traslada íntegramente al nivel de los precios internos, esterilizando cualquier alteración en el tipo de cambio real.” En la práctica, habrá cierto grado de devaluación en la medida en que precios y salarios no sean totalmente flexibles y la política monetaria no se acomode plenamente.
El estudio recuerda que en las economías que sufrieron altas tasas de inflación, o incluso hiperinflaciones, muchos precios eran expresados en dólares sobre una base diaria, como ocurría en la Argentina (que aquí cita textualmente), Bolivia y Perú. Cuando la inflación remitió, los cocientes de dolarización aumentaron y muchos precios siguieron siendo vertidos en dólares. Para ese entonces, se aceptó como un valor entendido que los altos coeficientes de dolarización implicaban que se mantenía el elevado nivel de indexación a dólar. Hasta el FMI daba esto por cierto, según González Anaya sin fundamentación empírica alguna.

 

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