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Aplacando las guerras que vienen después del triunfo

El secretario de Estado Colin Powell dejó Pakistán con un acuerdo para detener una guerra civil tras la derrota talibana en Afganistán. Pero hoy debe pacificar a India por el tema Kashmir.

Nucleares: Desde 1998, India y Pakistán son potencias nucleares y ayer fue su segundo día de enfrentamientos a lo largo de la frontera de Kashmir.

Powell con su colega indio Singh
ayer por la tarde en Nueva Delhi.

Por Eduardo Febbro,
Desde Islamabad

El secretario de Estado norteamericano pisó el suelo paquistaní con el 83% de la opinión pública en contra de las represalias norteamericanas. Colin Powell llegó ayer a Islamabad con el objetivo de darle cuerpo al futuro gobierno afgano encargado de remplazar al régimen talibán y se fue con rumbo a la India tras haber obtenido el acuerdo de Pakistán, o al menos de su gobierno, y un nuevo respaldo a la campaña militar en curso. El presidente paquistaní Pervez Musharraf reafirmó que apoyaba las represalias norteamericanas “tanto tiempo como duren” y prometió que Islamabad y Washington iban a “desarrollar y reforzar la cooperación en todos los campos posibles para que los autores, los organizadores y los instigadores de los ataques terroristas sean llevados a la Justicia”. Ayer por la tarde Powell llegó a Nueva Delhi, donde tratará con el gobierno indio las mismas cuestiones que con el paquistaní. Un lugar central ocupa el conflicto de Kashmir, al que el gobierno de Islamabad concede un lugar central. Ayer, por segundo día consecutivo, se reiniciaron las hostilidades a uno y otro lado de la frontera.
Lo esencial del encuentro entre los dos hombres estuvo centrado en la busca de un consenso sobre la formación del próximo gobierno afgano. Después de la primera fase de negociaciones organizadas en Roma, la discusión sobre el gabinete se trasladó a Pakistán. Powell y Musharraf no revelaron nada nuevo, sino que más bien confirmaron las hipótesis que se venían manejando desde hace unas semana. Ambos responsables manifestaron su “acuerdo” a propósito del perfil del próximo gobierno de Kabul y plantearon la obligación de que éste deberá ser “amistoso frente a sus vecinos, multiétnico, ampliamente representativo” y organizado “sin injerencia exterior”. Este último párrafo de la conferencia conjunta es por demás paradójico, ya que el gobierno se está armando mediante la manifestación de la más absoluta injerencia exterior. Musharraf adelantó luego que el gabinete podría implicar al “ex rey Zaher Shah así como a la Alianza del Norte y elementos moderados del régimen talibán” dispuestos a “respetar el derecho de todos”. Powell hizo especial hincapié en repetir que era preciso que “todos los sectores políticos” afganos se vean implicados en el proceso actual de negociaciones, tanto “la Alianza del Norte como las tribus de la etnia pashtún del sur de Afganistán”. Poner de acuerdo a todos los orígenes geográficos y étnicos de Afganistán “está por encima de las fuerzas de cualquier Estado”, comentaba en Islamabad un politólogo local.
Según varios militares y expertos en política afgana, la idea de un gobierno “arco iris” es más “una declaración de buena voluntad” que una realidad tangible. Esa fórmula ideal de un gobierno de todos no ha tenido ningún efecto duradero en los últimos 20 años de historia política de Afganistán. La apuesta de Islamabad y Washington es tanto más incierta cuanto que si los talibanes llegaron al poder fue precisamente a causa del caos que reinaba en el seno del gobierno “pluridimensional” que estaba en Kabul en ese momento.
En el contexto militar, el secretario de Estado norteamericano reconoció que la dictadura talibán estaba sometida a una “inmensa presión”, pero se mostró prudente y no habló de fechas ni avanzó pronósticos. En momentos en que muchos analistas estiman que la intervención terrestre de EE.UU. en Afganistán está más cerca que nunca, el jefe de la diplomacia de la Alianza del Norte, el doctor Abdullah Abdullah, estimó los ataques norteamericanos “dañaron seriamente las capacidades militares del régimen talibán”. A pesar de que Abdullah afirmó que los talibanes estaban “incapacitados de llevar a cabo ofensivas”, el representante de la Alianzaaclaró que “la derrota de los talibanes en todo el territorio va a tomarse su tiempo”.
India y Pakistán intercambiaron disparos esporádicos por segunda día consecutivo el martes en su frontera común de la disputada región de Kashmir, además de iniciar una guerra de palabras pese a que Washington les pidió que se calmaran. El combate entre los rivales nucleares comenzó el lunes y continuó durante la noche como el mayor intercambio de disparos en casi un año a través de la Línea de Control militar que divide a Kashmir. Islamabad dijo que tres civiles murieron y cerca de 40 resultaron heridos del lado paquistaní

 

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