Por Eduardo Febbro,
Desde Islamabad
El secretario de Estado norteamericano
pisó el suelo paquistaní con el 83% de la opinión
pública en contra de las represalias norteamericanas. Colin Powell
llegó ayer a Islamabad con el objetivo de darle cuerpo al futuro
gobierno afgano encargado de remplazar al régimen talibán
y se fue con rumbo a la India tras haber obtenido el acuerdo de Pakistán,
o al menos de su gobierno, y un nuevo respaldo a la campaña militar
en curso. El presidente paquistaní Pervez Musharraf reafirmó
que apoyaba las represalias norteamericanas tanto tiempo como duren
y prometió que Islamabad y Washington iban a desarrollar
y reforzar la cooperación en todos los campos posibles para que
los autores, los organizadores y los instigadores de los ataques terroristas
sean llevados a la Justicia. Ayer por la tarde Powell llegó
a Nueva Delhi, donde tratará con el gobierno indio las mismas cuestiones
que con el paquistaní. Un lugar central ocupa el conflicto de Kashmir,
al que el gobierno de Islamabad concede un lugar central. Ayer, por segundo
día consecutivo, se reiniciaron las hostilidades a uno y otro lado
de la frontera.
Lo esencial del encuentro entre los dos hombres estuvo centrado en la
busca de un consenso sobre la formación del próximo gobierno
afgano. Después de la primera fase de negociaciones organizadas
en Roma, la discusión sobre el gabinete se trasladó a Pakistán.
Powell y Musharraf no revelaron nada nuevo, sino que más bien confirmaron
las hipótesis que se venían manejando desde hace unas semana.
Ambos responsables manifestaron su acuerdo a propósito
del perfil del próximo gobierno de Kabul y plantearon la obligación
de que éste deberá ser amistoso frente a sus vecinos,
multiétnico, ampliamente representativo y organizado sin
injerencia exterior. Este último párrafo de la conferencia
conjunta es por demás paradójico, ya que el gobierno se
está armando mediante la manifestación de la más
absoluta injerencia exterior. Musharraf adelantó luego que el gabinete
podría implicar al ex rey Zaher Shah así como a la
Alianza del Norte y elementos moderados del régimen talibán
dispuestos a respetar el derecho de todos. Powell hizo especial
hincapié en repetir que era preciso que todos los sectores
políticos afganos se vean implicados en el proceso actual
de negociaciones, tanto la Alianza del Norte como las tribus de
la etnia pashtún del sur de Afganistán. Poner de acuerdo
a todos los orígenes geográficos y étnicos de Afganistán
está por encima de las fuerzas de cualquier Estado,
comentaba en Islamabad un politólogo local.
Según varios militares y expertos en política afgana, la
idea de un gobierno arco iris es más una declaración
de buena voluntad que una realidad tangible. Esa fórmula
ideal de un gobierno de todos no ha tenido ningún efecto duradero
en los últimos 20 años de historia política de Afganistán.
La apuesta de Islamabad y Washington es tanto más incierta cuanto
que si los talibanes llegaron al poder fue precisamente a causa del caos
que reinaba en el seno del gobierno pluridimensional que estaba
en Kabul en ese momento.
En el contexto militar, el secretario de Estado norteamericano reconoció
que la dictadura talibán estaba sometida a una inmensa presión,
pero se mostró prudente y no habló de fechas ni avanzó
pronósticos. En momentos en que muchos analistas estiman que la
intervención terrestre de EE.UU. en Afganistán está
más cerca que nunca, el jefe de la diplomacia de la Alianza del
Norte, el doctor Abdullah Abdullah, estimó los ataques norteamericanos
dañaron seriamente las capacidades militares del régimen
talibán. A pesar de que Abdullah afirmó que los talibanes
estaban incapacitados de llevar a cabo ofensivas, el representante
de la Alianzaaclaró que la derrota de los talibanes en todo
el territorio va a tomarse su tiempo.
India y Pakistán intercambiaron disparos esporádicos por
segunda día consecutivo el martes en su frontera común de
la disputada región de Kashmir, además de iniciar una guerra
de palabras pese a que Washington les pidió que se calmaran. El
combate entre los rivales nucleares comenzó el lunes y continuó
durante la noche como el mayor intercambio de disparos en casi un año
a través de la Línea de Control militar que divide a Kashmir.
Islamabad dijo que tres civiles murieron y cerca de 40 resultaron heridos
del lado paquistaní
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