Por Hilda Cabrera
A la profusión de trabajos
sobre el escritor, dramaturgo y periodista Roberto Arlt y su obra se suma
un nuevo montaje, Fragmentos de un amor contrariado, cuyo tema central
es la relación amorosa entre el hombre y la mujer. La pieza, con
dramaturgia y dirección de Carlos Ianni, se estrena el viernes
en el Teatro Celcit, de Bolívar 825. El material que la sustenta
proviene de cartas y textos de Arlt, referidos a su primera esposa, y
de sus dos novelas más famosas: Los siete locos publicada
en 1929, poco antes del golpe militar del general José Félix
Uriburu (6 de setiembre de 1930) y la posterior Los lanzallamas
(octubre de 1931). En diálogo con Página/12, junto al actor
Marcelo Nacci (quien compone a Erdosain, oscuro empleado de una compañía
azucarera), Ianni dice haber querido eludir ciertas recurrencias: Cuando
comenzamos con este trabajo, traté de evitar Los siete locos, porque
su utilización me parecía un lugar común en los teatristas,
pero después descubrí en esta novela una veta que pocos
frecuentan. Encontré un paralelo entre la propia biografía
de Arlt, la de su relación con su primera mujer, y la que mantienen
en la ficción los personajes de Erdosain y Elsa.
Al recorrer ese filón, Ianni halló en esa faceta de la historia
de Erdosain espejos deformantes de otra realidad. Obvió, según
cuenta, los aspectos más locos, aun cuando éstos persisten
en los sueños de felicidad de los personajes de Fragmentos...,
cuyo elenco se completa con Sergio Baldini, María Figueras, Pablo
Finamore, Martín Morales y Yamila Ulanovsky. Se trata de individuos
en crisis, tristes, cínicos o traidores, depositarios de toda clase
de contradicciones, en permanente desencuentro entre sí y respecto
de un entorno que los acorrala y mantiene unidos por desesperación.
Ianni aclara que esta puesta no es un experimento psicologista: Expongo
las contradicciones, y me preocupo mucho de no tomar partido por una posición,
apunta.
El acercamiento a la obra de Arlt es siempre complejo, y múltiple
la interpretación de intelectuales y artistas. En cuanto al drama
interior de Erdosain, se duda incluso de la unidad de la persona
que narra, como señala el director (quien repone, también
en el Celcit, Monogamia, obra del chileno Marco Antonio de la Parra invitada
al próximo Festival de Teatro Latino de Miami). En su opinión,
la escritura de Arlt es literatura viva, y por lo tanto el
único planteo posible es mostrarla de forma descarnada: Este
es un autor que crea preguntas, genera interrogantes, y a uno como director
le queda poner en acción esos interrogantes.
Sobre Arlt (que nació el 26 de abril de 1900, de madre austríaca
y padre alemán, y murió de un infarto el 26 de julio de
1942) se dijo que el teatro y el relato policial lo ayudaron a salir del
mundo cerrado de sus novelas, todas urbanas, originales e imposibles de
ser reducidas a esquemas. Esa apertura hace aún más
problemático este montaje, para el cual el director tomó
sólo seis personajes (Erdosain y Elsa, Ergueta e Hipólita,
Barsut y el Capitán), enfocando la obra desde la visión
de Erdosain, en la que domina, según se ha escrito, un irracionalismo
generalizado.
Estas relaciones son todas muy complicadas. En ellas la degradación
produce placer y los amores obedecen a razones que la razón no
entiende, sostiene Ianni, en tanto rescata a Elsa como el personaje
que busca salir de una situación de encierro existencial.
Por su lado, el actor Marcelo Nacci (autor de Cartas a Delmira, intérprete
en Puentes y codirector de La entrevista, obra del ciclo Teatro
x la Identidad) pone el acento en aquello que en los personajes
de Arlt implica un avasallamiento. Sobre ese punto, opina: Pasaron
setenta años desde la escritura de Los siete locos y hoy sentimos
ese deterioro social, esa misma impresión de hallarnos en un callejón
sin salida. La comprobación de ese retroceso produce escalofríos.
Recuerda que no es casual que en 1932 el autor, director yperiodista Leónidas
Barletta, fundador del Teatro del Pueblo, escenificara un fragmento de
Los siete locos (El humillado).
De todas formas, Nacci descubre entre la frustración, la mentira
y la crueldad radiografiadas por Arlt la búsqueda desesperada de
algo que dé sentido a la vida: Cuando nos reuníamos
para pensar cómo abordar a Arlt, empezamos por preguntarnos si
nosotros mismos habíamos pasado por un momento de cobardía,
de impotencia por no poder devolver una piña, por ejemplo. En esa
vuelta sobre las propias experiencias, vimos que también nosotros
no habíamos podido responder a alguna afrenta. A veces porque el
que teníamos delante era un grandote, pero también porque
vivimos en un país donde no importa qué le pasa al más
débil. Ese darnos cuenta nos ayudó a entender a los personajes
de Arlt, a esa gente desesperanzada, que está en carne viva y tan
triste que se deja humillar.
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