Por Adriana Meyer
Aunque Hugo Anzorreguy declarará
en el juicio oral por el ataque contra la AMIA como testigo, cuando se
siente en el banquillo será interrogado por todo lo que hizo la
SIDE pero, sobre todo, por lo que dejó de hacer ese organismo durante
la investigación. El Tribunal Oral 3 que lleva adelante el proceso
le pidió al presidente Fernando de la Rúa que relevara al
ex jefe de la SIDE de la obligación de guardar secreto. Lo mismo
fue solicitado para eximir de tal exigencia a trece agentes que también
están citados, entre los que figuran Alejandro Brousson, Jorge
Igounet y Rodrigo Toranzo, la cúpula de la central de inteligencia
durante la gestión Anzorreguy. Según explicaron los jueces,
esto es necesario en virtud de la ley secreta que impone esa condición
a toda la actividad de los espías locales. En la undécima
jornada del juicio, cuatro ex policías imputados se negaron a declarar.
Uno de ellos se quejó enérgicamente por las condiciones
de detención que dice padecer en una sede de la Prefectura.
La citación de Anzorreguy y los espías había sido
anunciada cuando se difundió la lista de testigos del caso, pero
la novedad de ayer fue el oficio que envió el Tribunal a De la
Rúa. El abogado de Memoria Activa, Alberto Zuppi, se opuso a la
decisión porque consideró que no se puede pedir permiso,
lo cual sería, a su criterio, otorgarle a los agentes un privilegio
del que ya no gozan ni jueces ni legisladores. Es un vil de indemnidad
para todos los funcionarios de ese organismo, se quejó el
letrado tras el primer cuarto intermedio de la jornada. Zuppi entiende
que tanto Anzorreguy como sus ex subordinados tienen que sentarse y si
se amparan en el secreto de Estado recién entonces el tribunal
debería pedir el levantamiento de esa obligación por parte
del Presidente. Y se lamentó de que este juicio ya tiene
demasiados legajos secretos.
El abogado cosechó la adhesión de varios defensores y la
oposición del fiscal Alberto Nisman y de la querellante de DAIA
Marta Nercellas, que manifestó que había que esperar a una
eventual respuesta negativa de De la Rúa. El abogado de la querella
Familiares de las Víctimas, Julio Frederik, manifestó que
es la decisión más importante del Tribunal desde el
inicio del juicio. José Manuel Ubeira, abogado del ex comisario
Juan José Ribelli, expresó que el secreto de estado
está para amparar actividades lícitas y no ilícitas
como las que acá están sospechadas. Ningún
argumento fue tenido en cuenta por los jueces que rechazaron el planteo
por considerarlo prematuro.
Antes de la explosión en la AMIA, la SIDE hizo tareas de inteligencia
siguiendo a una célula fundamentalista y a un grupo de iraníes
sospechosos, en el marco de una causa instruida por el juez Alberto Santamarina
que llegó a tener 26 cuerpos. Esta pista se le escapó
a la SIDE, la bomba les explotó en la cara y para tapar esta ineficiencia
se dedicaron a un encubrimiento feroz, apuntó el abogado
Pablo Jacoby, de Memoria Activa. La SIDE está en la mira en este
juicio por no haber investigado de manera correcta y por haber sembrado
pistas falsas. De hecho, desaparecieron 66 cintas, con escuchas de conversaciones
desde y hacia la casa de Telleldín en Villa Ballester, que estaban
en manos de los espías, entre una larga lista de irregularidades.
Toranzo, ex secretario del área exterior de la SIDE, fue quien
piloteó la pesquisa relativa a la conexión internacional
que derivó en la llamada pista iraní. Se lo
consideraba mano derecha de Anzorreguy. Brousson trabaja en
Contrainteligencia (sector 85) de la SIDE y está sindicado como
uno de los negociadores del pago de 400 mil dólares al reducidor
de autos Carlos Telleldín para que, en 1996, declarara contra policías
bonaerenses en la causa.
A mis hijas las requisan como perras, se quejó Claudio
Araya al borde del llanto. Apenas se sentó en el banquillo, este
ex policía que participó de la detención de Telleldín
aseguró que pensaba declarar pero, según explicó
más tarde su abogado Juan Martín Cerolini, se desequilibró
emocionalmente por la situación que está pasando en su detención
en Prefectura. Como policía yo hubiera dado la vida por cada
uno de ustedes, gritó desencajado señalando al tribunal,
a los fiscales y a las querellas, y ahora soy un rehén de
Galeano. Y enseguida vociferó: Araya se la aguanta,
pero atrás del hombre hay una familia, están mis hijas que
son anoréxicas y tienen crisis de pánico. El presidente
del Tribunal le pidió que mantuviera la compostura, al tiempo que
varios gendarmes se acercaban a estrado. Pero como Araya seguía
vociferando exaltado, el juez Gerardo Larrambebere lo amenazó con
ordenar que lo retiraran de la sala. No hizo falta porque en ese momento
se levantó y volvió a su asiento. Se llevó las manos
al rostro y rompió en llanto. Pocos minutos después, su
defensor pidió autorización para que el ex policía
saliera de la sala. Al retirarse, Araya pidió perdón a los
jueces, que quedaron algo conmocionados por la escena.
Mientras el SAME lo atendía en la alcaidía, Cerolini reiteró
el pedido de traslado a Gendarmería, para lo cual argumentó
que el propio jefe de la DIPA aseguró que el lugar de detención
donde está ubicado Araya no es apto para tal fin. El
letrado comentó a Página/12 que su cliente puede ver a la
familia sólo 20 minutos por semana, y confirmó que las hijas,
mellizas de 12 años, son maltratadas al ingresar a la visita. Agregó
que cuando llegaron al lugar estaban allí los restos del avión
accidentado de LAPA y el olor era nauseabundo, y que los presos tuvieron
que acondicionarlo. Al parecer, la mala relación con los ex policías
detenidos en la DIPA tiene que ver con rivalidades y diferencias entre
ambas fuerzas de seguridad. El SAME evaluó la posibilidad de medicarlo
porque resultó ser hipertenso. Pero a las 19.30 informó
a Tribunal que, aunque el ataque de nervios había sido
superado, no volvería a la sala. La fiscalía había
adherido al reclamo pero los jueces lo desestimaron, aunque anunciaron
que tomarían alguna medida al respecto.
Coquetos entre retos
- El tribunal retó a uno de los defensores oficiales por
hablar con el representante de Ribelli, José Manuel Ubeira,
quien salió de su lugar para reunirse con su colega. Ante
la reprimenda ambos debieron suspender la conversación.
- El defensor de Telleldín cuida la imagen y el aspecto.
Víctor Stinfale lució un corte de pelo estilo cadete
militar y se puso abundante perfume Farenheit, de Christian Dior.
Y el defensor de Ribelli no se queda atrás. Durante la lectura,
José Manuel Ubeira se acomodaba el pelo y miraba a la cámara.
A su lado, el defensor de Leal dormía una siestita.
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