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UNA HUMILLACION NACIONAL QUE TERMINO EN PAPELON PARA CASI TODOS
El día que paralizaron el Capitolio

Fue el día de la farsa y fue el día del terror, fue el día del estoicismo y el de la cobardía. En cualquier caso, el apresurado cierre de la Cámara de Representantes en previsión de un nuevo ataque químico dejó a todos mal parados.

Tom Daschle, líder de la mayoría demócrata del Senado, en uno de los momentos más tensos.

Por Gabriel Alejandro Uriarte
Desde Washington D.C.

Constitucionalmente, pusieron fuera de acción a un tercio del gobierno de Estados Unidos. Esto ya era malo, pero la humillación trascendía incluso esas proporciones. Era total. El Congreso norteamericano comenzó su día con la noticia de que nada menos que 34 empleados del Senado habían sido expuestos al ántrax descubierto el martes en la oficina del líder de la mayoría demócrata, Tom Daschle. Según los primeros informes, había sido elaborado expertamente, lo que abría la posibilidad de que fuera tan potente que no pudiera curarse con antibióticos o cualquier otra cosa. Poco después, los parlamentarios se enteraron de que incluso esto no era lo peor del asunto: había señales de que este súper-ántrax había llegado al sistema de ventilación subterráneo, que conecta los diferentes edificios en el complejo del Congreso, todos los cuales, había que suponer, podrían haber sido contaminados. Fue demasiado para el líder de la bancada republicana de la Cámara de Representantes, Dennis Hastert, quien ordenó cerrar la Cámara baja hasta el martes. Pero el Senado, el único lugar donde se encontró ántrax hasta el momento, decidió continuar sus sesiones. Mientras esta confusa farsa se desarrollaba en el Capitolio, en Nueva York el gobernador George Pataki informó que se había encontrado ántrax en sus oficinas, que habían sido clausuradas por tiempo indefinido. ¿Qué pasó? Las diferentes versiones son muy contradictorias entre sí, pero los elementos centrales de la historia son claros. El ántrax que acecha los corredores del Senado parece haber venido de una sola fuente, la carta enviada al senador Tom Daschle el 8 de octubre y abierta el lunes. Existía una gran confusión acerca de la potencia de la bacteria. Al principio, se pensaba que habría sido el mismo tipo de ántrax “corriente”, probablemente robado de alguno de los cientos de laboratorios que poseen cultivos, que apareció en la sede de American Media en Florida, y en las cadenas NBC y ABC (donde infectó a un bebé) en Nueva York. Esto resultaba relativamente tranquilizante dado que en la mayoría de esos casos las infecciones habían sido muy localizadas, y eran todos del tipo “cutáneo” (en la piel), el más simple de tratar. Pero después se informó que no, el ántrax era muy sofisticado, tanto que parecía haber sido desarrollado en un laboratorio especializado. La versión cobró fuerza con el enorme número de empleados que daban positivo en las pruebas de ántrax. Hasta ayer más de 33 empleados del edificio Hart del Senado habían sido definitivamente expuestos a la bacteria. Si el ántrax usado había sido desarrollado específicamente para propósitos militares, entonces la perspectiva era negrísima para estas personas y quizá muchos más: la versión militar del ántrax está diseñada para resistir todas las curas conocidas, incluyendo el ahora famoso antibiótico Cipro, y es invariablemente fatal. Pero esto no fue lo que infectó el Senado.
Aparentemente la diferencia, el salto cualitativo, era que había sido molido en partículas muy pequeñas, lo hacía mucho más probable que se dispersara por todo el edificio, con efectos muy duros dada la alta concentración de personal allí (solo en el sector cerca de la oficina de Daschle trabajan unas 2000 personas). El material base, sin embargo, sigue siendo ántrax de “baja” potencia. Pero para cuando esto se hizo más o menos claro, el gobierno federal ya había conseguido suscitar fuertes dudas acerca de su eficiencia.
A las cinco de la tarde de ayer, la plaza frente al Capitolio era escena de un espectáculo curioso: decenas de asesores legislativos acechaban a un número menor de periodistas, especialmente los de televisión. Estabandesesperados para explicarles, en calidad de “fuentes del Congreso”, cómo fue que la Cámara de Representantes, donde no se encontraron rasgos de ántrax, hubiera decidido cerrarse hasta el martes, mientras que el Senado, donde hay al menos 34 personas infectadas, continuaba sus sesiones. Ya habían comenzado a circular rumores de que Daschle había tendido una trampa para Hastert, o bien que Hastert había entrado en pánico y decidió escaparse del Congreso. La versión semi-oficial que se difundía a la tarde de ayer, sin embargo, tampoco hablaba demasiado bien sobre el desempeño del Congreso.
Es una historia enrevesada. A la mañana, los líderes del Senado y la Cámara de Representantes acordaron evacuar los edificios, pero después los senadores recibieron información de que la situación no era tan grave, y enfrentaban la resistencia de colegas que no querían dar la impresión de que se batían en retirada frente a las cartas-ántrax, por lo que decidieron no suspender las sesiones después de todo. Pero para ese entonces –continuaban las “fuentes” que desafiaban el viento helado que corría a la tarde de ayer fuera del Capitolio para relatar esta épica legislativa–, ese pan de Dios de Dennis Hastert ya había salido para anunciar que los representantes no sesionarían hasta el martes. Un asesor concluyó: “Por supuesto, ahí ya no podían dar marcha atrás”. Por supuesto. No tiene mucho sentido analizar si esto es cierto o falso. En cualquier caso el resultado es humillante para el Congreso y la Casa Blanca. Si es falso, entonces sucedió lo que pareció suceder; es decir, no hubo ningún tipo de coordinación entre las dos cámaras del Congreso, una de las cuales decidió ordenar lo que desde afuera se parecía bastante a una huida en pánico, tanto más humillante dado que en días pasados muchos de los fugitivos habían salido en televisión para explicar como los norteamericanos debían seguir trabajando y que el peligro del ántrax había sido muy exagerado. Y si las fuentes de la Cámara baja decían la verdad al describir la comedia de errores que habría estado detrás de la confusión de ayer, una comedia de errores sigue siendo una comedia de errores, y nadie puede sentirse muy tranquilo de que haya transcurrido en el Congreso norteamericano tras un ataque cuya modalidad podía haber sido prevista desde hace más de una semana. Por último, en ambos casos la Casa Blanca brilló por su ausencia, lo que no es mucho decir para los “infinitos justicieros” (o, ahora, “libertarios duraderos”) que están llevando a cabo la gran cruzada (perdón, la gran operación) del Bien contra el Mal.
Los efectos de esta debacle ya se sentían ayer entre los ciudadanos de la capital. “¡Que cobardes! Nos dicen que nos quedemos en nuestro trabajo mientras que ellos corren a algún lugar seguro”, disparó un oficinista de unos cuarenta años al escuchar la noticia en la televisión. Otros adoptaron una actitud más fatalista. “Creo que esto demuestra que el gobierno está tan indefenso como nosotros, y si no pueden protegerse a ellos mismos no nos pueden proteger a nosotros”, explicó una mujer en la plaza del Federal Triangle, a unas cuadras del Capitolio. Había otras señales más sutiles. Por primera vez desde que comenzó el bombardeo de Afganistán, los televisores en bares y restaurantes estaban acaparados por la CNN. Los méritos relativos de cada variante del ántrax eran el principal tema de discusión. Y, finalmente, nadie se preocupaba demasiado por lo que ocurría en Afganistán. Desde hace varios días los medios intentan convencer a su público de que si los talibanes son expulsados de una ciudad en el norte llamada Mazar-i-Sharif se lograría una victoria decisiva, que justificaría que Estados Unidos se mantuviera básicamente inactivo durante el invierno que comienza en noviembre. Pero ninguna de las personas consultadas ayer por Página/12 tenía la menor idea sobre lo era Mazar-i- Sharif (“¿no es el líder de los talibanes?”), exceptuando a unos pocos empleados del Senado. Y ellos tenían otras cosas de las que preocuparse.

 


 

HABLA NICHOLAS LEVIN, EXPERTO NORTEAMERICANO
“La viruela es un arma peor”

Por Marcelo Justo
Desde Londres

Especialista estadounidense de la región de las Américas de “Control Risks”, una de las firmas más importantes a nivel mundial en temas de riesgo político y seguridad, Nicholas Levin abrió el diálogo con Página/12 sobre la amenaza bioterrorista con una hipótesis fuerte. “Dudo que el responsable de los casos de ántrax sea un grupo islámico determinado. Más bien creo que hay una variedad de fuentes y no me extrañaría que haya grupos de ultraderecha de los Estados Unidos”, señaló.
–¿Por qué piensa que hay más de una fuente de estos ataques?
–Las calidades de ántrax son diferentes en los distintos casos que se produjeron. En el del senador Daschle es de altísima calidad profesional. No en los otros. Esto es una señal que hay distintas fuentes de producción. El ántrax no es difícil de producir. Lo complicado es hacerlo de una manera que sea utilizable como arma porque si los esporos (los corpúsculos de la bacteria) son muy grandes no quedan suspendidos en el aire y si son muy chicos no quedan adheridos a los pulmones. Se tienen que medir y eso requiere cierto tipo de tecnología.
–¿Qué tipo de infraestructura se necesita para hacerlo?
–Lo primero es conseguir la materia prima. En el caso del ántrax fue distribuida gratis a laboratorios de todo el mundo, incluso a países como Irak, para fines de investigación. También puede hallarse en una procesadora de alimentos, por ejemplo, en cuyo caso se necesita gente infiltrada en la planta para obtenerla. Pero para conseguir un ántrax con las condiciones de calidad que mencioné antes se necesita una alta capacidad tecnológica para procesarlo. Esto significa tener un estado u organización, con acceso a laboratorios, con sofisticados equipos de centrifugado para tratar la sustancia. En su forma más rudimentaria, que apareció en varias de las cartas, se puede hacer en una cocina. Basta con tener ciertos conocimientos rudimentarios y la materia prima. De modo que no me extrañaría que haya grupos montados al caos que provocó el 11 de setiembre. El número de falsas alarmas abona esta hipótesis.
–¿Cuán peligroso es el ántrax?
–El ántrax es un pésimo agente biológico. No es contagioso y es difícil de diseminar. Depende de la materia prima que se consiga porque al ser una sustancia que existe en la naturaleza hay distintos tipos de ántrax.
–Esto no se aplicaría a otros agentes del bioterrorismo.
–En efecto. El bioterrorismo es un arma muy peligrosa. Si agarramos una enfermedad como la viruela, que es altamente contagiosa y para la cual no hay defensas en la raza humana, el riesgo se multiplica. Desde el punto de vista del terrorista, este virus es extremadamente efectivo porque ya no se necesita reinfectar constantemente a la gente, que es lo que pasa con el ántrax que requiere el contacto individual con la sustancia. En el caso de la viruela, basta con soltar el virus en un metro para que éste tenga un gran impacto no sólo porque infecta a los allí presentes sino por su capacidad de contagio sobre el resto de la sociedad. La materia prima es relativamente fácil de encontrar. Se halla almacenada en los Institutos de Salud Pública porque es la base para hacer la vacuna.

 

OPINION
Por Claudio Uriarte

Rumsfeld gana todo

Todo se derrumba, y el centro no puede mantenerse. Colin Powell, el decorativo general afroamericano que ocupa las oficinas del secretario de Estado norteamericano, es una especie de Rey Midas al revés: todo lo que toca se convierte en polvo. Y en un polvo bastante parecido al ántrax, en el sentido de que es insidioso, elusivo, inicialmente inofensivo pero finalmente letal. Pruebas al canto: se ha pasado los siete meses y pico de la administración Bush tratando de gestionar un cese del fuego que nunca se mantuvo por más de horas, y actualmente, en su vano esfuerzo de construir la coalición más amplia posible contra el terrorismo afgano -incluyendo aliados árabes y musulmanes– se encuentra con el asesinato de un dirigente de derecha israelí por parte de una formación palestina laica basada en Siria, uno de los presuntos eslabones de su coalición antiterrorista.
Pero esto no ha sido todo. El general Powell, sobreexcitado en su ansiedad por amarrar el apoyo (ya dado) de un Estado hipócrita, narcotraficante y chantajista como Pakistán a la coalición internacional, cometió el garrafal error de ofender a la India en un comentario sobre las disputadas alturas del Himalaya en Kashmir, donde los militantes pakistaníes que operan son hombres de Osama bin Laden. El resultado de esta fantástica gira del Inspector Clouseau fue el estado de máxima alerta, el aprestamiento de fuerzas militares y el estallido de combates a lo largo de la línea de control entre los dos países, lo último que EE.UU. necesitaba en la retaguardia de una guerra donde los norteamericanos no tienen las fuerzas para ocuparse de más de un solo frente, y donde China puede variar en cualquier momento su cauto apoyo a la coalición antiterrorista para dar su apoyo a sus primos pakistaníes. Y el general no puede ignorar que tanto India como China y Pakistán son Estados que disponen de armamentos nucleares.
El juego de suma cero que implica esta serie de partidas cruzadas deja un solo ganador: Donald Rumsfeld, jefe del Pentágono, quien a partir de ahora asumirá la dirección político-militar de facto de la República Imperial, y cuya estrategia para la guerra que ya está empezando en el terreno es mantener a Pakistán como un estado títere tipo Vietnam del Sur, reforzar la alianza con India e incorporar dos nuevos actores clave al conflicto: la entrada de tropas de Australia (como lo anticipó este columnista el lunes pasado, dentro de la puesta en primer plano de la red anglosajona de Echelón y el eclipsamiento de la OTAN) y Turquía, que aportará las fuerzas de mantenimiento de la paz cuando los talibanes sean expulsados de Kabul.

 

Antrax más, ántrax menos, igualito que Buenos Aires

Por Cristian Alarcón

Si la fotografía de Osama bin Laden peleó el primer lugar de los votos nulos del último domingo, la bacteria que el fundamentalismo islámico eligió para aterrorizar a los occidentales, el ántrax –o su fantasma– ayer consiguió paralizar el escrutinio final de votos en la ciudad de Buenos Aires y en la provincia de Santa Fe. La decisión, tomada cuando ya son casi ochocientos los sobres cuyos destinatarios han empalidecido ante remitentes norteamericanos o paquistaníes, llegó después de que decenas de votos aparecieron con un particular polvo blanco que incluso llegó a causar irritaciones en las fosas nasales de presidentes de mesa y fiscales. Continuando con su postura de que “no panda el cúnico” –tal como bromeó con Página/12 el viernes emulando al Chapulín Colorado– el ministro de Salud Héctor Lombardo se reunió con el Comité Nacional de Emergencia Bacteriológica y trató de frenar la psicosis con una conferencia en la Casa Rosada. Lo mismo intentó el titular de Salud Bonaerense, Juan José Mussi, junto al ministro de Seguridad Ramón Verón.
“¿Qué es eso? ¡Qué asco!”, soltó una fiscal de Nueva Dirigencia en una de las aulas de la UADE, sobre la calle Lima. “Es tiza molida. ¡Es gamexane! ¡Es ántrax!”, opinaron los de Izquierda Unida, la Alianza y el PJ tapándose con las remeras y los pulóveres las narices, a la manera de mujeres musulmanas. “Nos ardieron un poco los ojos y tenía un olor feo pero a ninguno se le ocurrió pensar que era más que gamexane de un gracioso”, le contó a Página/12 uno de los presentes. “Le ahorramos un gasto a los del (Instituto) Malbrán que ya están colapsados según dicen”, dijo. Pero al parecer la actitud de esa mesa de varones en la UADE donde ganaron los votos nulos y en blanco (y a Bin Laden le competía un hombre de color de extraordinarias dotes fálicas) no fue de la mayoría de los contadores de votos sorprendidos por posibles bromas. De hecho ayer
la Junta Electoral porteña decidió hoy suspender hasta el lunes próximo el escrutinio definitivo en la Capital Federal, hasta que se conozcan los análisis de los sobres sospechados de contener sustancias tóxicas.
Pero mientras tanto la difícil y cada vez más voluminosa tarea del Hospital Muñiz, y del ajustado Instituto Nacional de Microbiología Carlos Malbrán hizo que ayer aparecieran nuevas alternativas para aquellos que teman haber recibido una carta con ántrax. Los especialistas no habían divulgado aún la posibilidad de resolver la muerte del bacilo mediante dos simples métodos: el fuego o la lavandina. Los casi quinientos sobres que hasta anoche habían entrado en el servicio de bacteriología del hospital Muñiz fueron suficiente. El titular del Departamento de Pacientes Infecciosos, Jorge San Juan, explicó a Página/12 que “es posible neutralizar el bacilo sumergiendo el sobre recibido en un balde en el que se haya vaciado un litro de lavandina en cinco de agua”. Claro que el mismo especialista aclaró que lo recomendable siempre sigue siendo dar parte a la policía para que abra un expediente y de esa manera circulen hasta el Muñiz las cartas de la paranoia.
Justamente parece ser la paranoia el mayor problema que hasta el momento tienen los gobiernos nacional y bonaerense. “Hay expresas directivas a direcciones de epidemiología del país sobre las medidas que se tienen que tomar. Lo importante es que no haya pánico en la población, son todas medidas de precaución y no hay ningún caso en el país”, sostuvo Lombardo al formar el Comité Nacional de Emergencia Bacteriológica. Lo propio dijo Mussi quien dio conferencia de prensa en La Plata junto a Verón. El capo de la bonaerense informó que ha habido 126 casos de sospechas pero que todos dieron negativo. Sin embargo el encuentro fue para anunciar que el gobierno de Carlos Ruckauf prepara un equipo especializado para enfrentar posibles contagios con ántrax, dependiente de Defensa Civil. Ayer hubo pánico en Santa Fe cuando en un salón de la Secretaría Electoral de un sobre de votos observados saltó un polvo de feo olor y acre gusto. Uno de los empleados se desmayó en el momento. Otros tres sintieron doloresestomacales, ardor en los ojos y tos. Los médicos que los revisaron dijeron que eran síntomas de una intoxicación pero nada grave.

 

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