Por Eduardo Videla
La instalación de una
planta para la selección de residuos aptos para el reciclado, donde
trabajen muchas de las personas que hoy hacen esa tarea en la calle, revolviendo
la basura, es la solución que propone el gobierno porteño
para resolver el conflicto que envuelve a los cirujas, los vecinos, las
empresas recolectoras y el Estado. Hasta que ocurra esto, la represión
del cirujeo quedará suspendida por 180 días, mediante una
ley que aprobará le Legislatura en dos semanas. Las propuestas
se conocieron ayer en el marco de la jornada sobre Reciclado y recicladores,
que se llevó a cabo en la Legislatura porteña. Allí
se divulgaron también las propuestas de distintas cooperativas
de cartoneros, que apuntan a dignificar un trabajo que, en la Ciudad de
Buenos Aires, involucra a unas 50 mil personas.
El encuentro reunió a casi todos los actores involucrados en el
manejo de la basura: funcionarios del gobierno porteño y el CEAMSE,
directivos de las empresas recolectoras, investigadores, ONGs que trabajan
en reciclado y representantes de cooperativas de cartoneros.
El objetivo es que la ciudad se haga cargo de la basura que genera
y establezca políticas de gestión de residuos que contemplen
la recuperación y el reciclado. Y se tenga en cuenta a estos trabajadores
informales que en vez de pedir un Plan Trabajar salen a clasificar residuos
en la calle, explicó a Página/12 el diputado Eduardo
Valdés (PJ), coordinador del encuentro.
El secretario de Medio Ambiente porteño, Eduardo Ricciuti, reclamó
la incorporación al debate de los intendentes del Gran Buenos Aires,
porque el problema de la basura debe resolverse como Area Metropolitana.
Estamos buscando un predio para crear la primera planta para la
selección de residuos, gestionado por mano de obra que va a provenir
de este sector informal, dijo el funcionario a Página/12.
Con ese objetivo, el gobierno está tejiendo un acuerdo con legisladores
de distintos bloques para darle una rápida aprobación al
proyecto y, a la vez, cambiar el marco normativo para incluir la
figura del reciclado.
En ese sentido, dijo Valdés, existe la voluntad de los legisladores
de incorporar en los pliegos de la próxima licitación del
servicio de recolección en la ciudad, las figuras de la selección
y el reciclado, al menos en experiencias piloto. Mientras esto se
implementa, quedará suspendida una vieja ordenanza de tiempos del
brigadier Cacciatore, que reprime el cirujeo, anunció el diputado
Enrique Rodríguez. En esa norma se basan los operativos del gobierno
porteño y la policía para desalentar el cirujeo
en la ciudad.
En la futura planta, dijo Ricciuti, se hará la separación
manual de residuos inorgánicos, para que la utilización
de mano de obra sea intensiva. Para eso, será necesaria la selección
en origen; en los domicilios deberán separarse los residuos en
bolsas distintas para los orgánicos e inorgánicos. Estos
últimos son los que irían a la planta para clasificar papel,
cartones, plástico, vidrio y metales.
La propuesta coincide solo en parte con la que presentó la cooperativa
El Ceibo, surgida de las casas tomadas de Palermo y Villa Crespo y que
sumó a gente de varias villas de la ciudad. La organización
presentó su proyecto ante el Banco Mundial, que está a punto
de aprobar su financiamiento. Consiste en tres etapas: primero,
los promotores ambientales recorren las casas del barrio para explicar
a los vecinos cómo separar la basura; luego, los recuperadores
ambientales pasan a recoger las bolsas, que se llevan a los centros de
acopio, ubicados en tres villas de la ciudad, donde se hace la clasificación,
explicó Cristina Lescano, dirigente de la cooperativa, que nuclea
a unas 400 familias. El grupo ya cuenta con un colectivo para la recolección
y con un centro de acopio en la villa 31.
Nuestra diferencia con el gobierno es que ellos quieren sacar a
los cartoneros de la calle. Pero no van a poder, dice Lescano. Por
elcontrario, la cooperativa aspira a institucionalizar la figura del cartonero,
con la más elegante denominación de recuperador ambiental.
Para eso, propone que los trabajadores usen guantes y uniforme, que tengan
libreta sanitaria y vacuna antitetánica.
Sería más fácil para nosotros salir a cortar
rutas, se quejó Daniel Palacios, del grupo de recolectores
del Tren Blanco, de José León Suárez, en un petitorio
dirigido al jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra. Lo dijo en referencia
a los operativos oficiales que se realizan en la ciudad para desalentar
la recolección informal.
Un campeón
mundial que fue botellero
Por E. V.
Estamos buscando apoyo del Gobierno para que la gente trabaje
mejor, para que se recicle todo lo que se pueda y para que se consigan
mejores precios para la gente, dice Horacio Acavallo, el mismo
que fue campeón mundial de peso mosca y ahora es presidente
honorario de la Mesa Coordinadora de Recolectores de Residuos de
Capital y Gran Buenos Aires.
Antes de ser boxeador y campeón del mundo, Acavallo fue botellero,
y lo recuerda con orgullo, porque a pesar de la gloria y la fortuna,
sigue siendo un hombre humilde y sencillo. A los 11 años
salía en el carro con mi viejo, un italiano analfabeto. Me
acuerdo que en la quema encontrábamos los filets de pescado
que la gente tiraba envueltos en papeles limpios. Los olía
y, si estaban buenos, los comía. Se ve que tenía buen
olfato, porque aquí estoy, recuerda, apenas entra en
confianza.
Los Acavallo progresaron con el cirujeo: pasaron del carro a una
chata Chevrolet 28 y un depósito en Lanús, a
donde llegaban 25 carros por día. Después fui
artista de circo y payaso, trabajé con Pepe Biondi y Dringue
Farías, hasta que empecé con el boxeo. En el
61 fue campeón argentino y cinco años después
le ganó el titulo del mundo al japonés Takayama. Tenía
31 años.
Cuando me llamaron para decirme que me habían nombrado
presidente honorario de los recolectores, creí que me estaban
haciendo una broma, dice Acavallo. Hoy tiene 67 años
y le quedan tres locales de venta de artículos deportivos
de los 29 que llegó a tener, además de una fábrica
de calzado deportivo. Decidido a apoyar la causa de los cartoneros,
el ex campeón sugiere: No puede ser que chicos de 8
o 12 años anden manejando una caballo, o que entren carros
en el centro.
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