Por Pablo Plotkin
Hace tres años que María
Eva Albistur se fue de Buenos Aires para estudiar música en Nueva
York. Y pasaron dos años ya desde que abandonó Nueva York
para sumarse a la banda de Joaquín Sabina en su gira por América
y España, antes de instalarse en Madrid. Allí ordenó
algunas de sus canciones ya escritas, compuso otras y, alternando entre
estudios de las capitales argentina y española, grabó Insomnio,
su primer álbum solista. María Eva monta pequeñas
orquestaciones cosmopolitas guitarra portuguesa, bandoneón,
pandereta egipcia, gongs en torno de canciones sencillas, melancólicas,
signadas por el desarraigo y los amores grises. Soy un poco melancólica,
admite, y luego reconoce que empezó a escuchar tango una vez que
se fue de Argentina. Tanto lo folklórico, lo tanguero, como
lo moro que hay en ciertas canciones, fueron cosas que salieron cuando
empecé a componer. En mi casa jamás había escuchado
tango, ni folklore. Jamás. Tampoco música española,
o marroquí. Pero me gustaba que todo eso saliera naturalmente.
De visita en la ciudad, Albistur se presenta hoy a las 21 en La Trastienda,
al frente de una banda que completan Fernando Samalea (batería
y bandoneón), Diego Galaz (violín), Alejandro Franov (teclados),
Laura Gómez Palma (bajo), Martín Pantyrer (saxos, clarinete),
Fernando Kabusacki (guitarra eléctrica), Huma (guitarra) y Daniel
Melingo como músico invitado.
¿Cuál fue el propósito del viaje a Nueva York?
Me quería ir un tiempo. Quería ir a Nueva York, no
a cualquier lado. Me daban ganas de estar en un ambiente más cosmopolita,
y el intercambio cultural que hay ahí está buenísimo.
Acá es bastante más cerrado, no nos enteramos mucho sobre
otras culturas. Además, ahí el arte está en actividad
permanente. Nueva York, París, Berlín, son ciudades donde
pasa de todo. Pensaba pasar tres meses, estudiando, pero después
me ofrecieron renovarme la beca y acepté, y después mis
maestros empezaron a llamarme para tocar con ellos. El asunto es que una
vez que ya estaba instalada, que desarmé mi casa de Buenos Aires,
me llamaron para ir a España de gira con Sabina. No lo pensaba
como un lugar donde vivir, pero me atraía la posibilidad de conocer
Europa.
Habrá sido un cambio de ambiente bastante drástico.
Fue una especie de shock. Yo venía de tocar en bares en Nueva
York y de repente me encontré tocando con Sabina en plazas de toros
de toda España. Fue una muy buena experiencia, por eso acepté
hacerlo. De hecho, a mí me interesaba quedarme en Nueva York, pero
me llamaron y me dijeron que tenía que decidirme ya, que en cinco
días tenía que viajar. En Estados Unidos me había
empezado a suceder todo lo que había estado buscando durante un
año: me llamaban para tocar en bandas africanas, bandas latinas.
A nivel aprendizaje musical me convenía quedarme ahí, pero
me decidí por la experiencia de la gira. Además, irme a
Europa me permitió volver a conectarme con mi parte compositiva,
cosa que en Nueva York se me hacía más difícil. Y
con Joaquín aprendí mucho a nivel letras. Viéndolo
trabajar, me di cuenta que el tipo puede estar semanas haciendo una letra.
Esribiendo, tachando, volviendo a rescatar ideas. Me ayudó mucho
en la parte literaria, aunque sé que estoy recién empezando.
En Insomnio hay muchas referencias al mar, los puertos,
los barcos...
Sí, siempre me gustó mucho viajar, siempre me atrajeron
mucho los puertos. El poema de Miguel Hernández que musicalicé
(Barco negro), si bien es bastante abstracto, o también
los poemas que suelo elegir, siempre hablan de viajes, trenes, barcos.
En el próximo disco estoy tratando de evitar esa temática,
pero se ve que hay algo de todo eso que me gusta. Ahora estoy tratando
de hacer letras menos abstractas, de jugarme un poco más. Antes
no me animaba a mostrarme mucho; ahora estoy másdesprejuiciada,
escribo más libremente. Supongo que a uno lo influye todo. En mi
caso, puede influirme tanto un músico como un director de cine,
o un escritor. El cine de (John) Cassavetes me estimula mucho, por ejemplo,
o Leonardo Favio. o Joni Mitchell, o las letras de Bob Dylan.
Después de tres años fuera de Buenos Aires, ¿en
qué estado artístico encontró la ciudad?
Acá la gente siempre sigue haciendo cosas buenísimas,
por más crisis que haya. No ganás un mango, lamentablemente,
pero la movida que hay acá no existe en España. Allá
hay medios, pero faltan inquietudes. Para ellos mi música es muy
rara, cosa que acá no pasa. Son un país pop, suspendido
en los ochenta, y cuesta desarrollar proyectos independientes como el
mío. Ellos quieren algo para bailar, para divertirse. Hablo en
general, claro. Muchos de los proyectos independientes que hay allá
son de argentinos. Ellos están mucho más relajados, no pueden
creer que vivamos tan trastornados. Siempre dicen: ¡por favor,
paren de pensar un poco!.
GEORGE
HARRISON VOLVIO A GRABAR
Un beatle jamás se rinde
George Harrison grabó
su primera canción después del último tratamiento
para el cáncer al que fue sometido en Suiza. La canción,
que Harrison produjo junto al músico y conductor televisivo Jool
Holland y co-escribió con su hijo Dhani, se titula A horse
to water. Así lo anunció el propio Holland: George
me propuso que grabáramos juntos la canción, y lo hicimos
este mes, dijo el pianista inglés. Fue genial trabajar
con uno de los artistas más grandes y legendarios del mundo,
completó. El flamante tema formará parte del álbum
Small World Big Band, para el que Holland de quien en cable puede
verse su show, a través de People and Arts también
grabó canciones junto a Eric Clapton, el guitarrista de Pink Floyd
David Gilmour, el bluesman irlandés Van Morrison y el músico
tecno Marc Almond.
En julio de este año la prensa británica había informado
que Harrison tenía en avanzado estado de desarrollo un tumor en
el cerebro y que se preparaba para la muerte. El ex beatle lo desmintió
inmediatamente, aunque reconoció que estaba siendo tratado de la
enfermedad.
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