Por Marcelo Justo
Desde
Londres
Fellow del prestigioso Royal
Institute of International Affairs, especialista en temas de seguridad
y terrorismo, y autor de Technology Trap, un análisis de las nuevas
armas de destrucción masiva que producirá la humanidad,
Sir Timothy Garden señaló a Página/12 en el curso
de una entrevista que las armas del llamado nuevo terrorismo
son las mismas que antes y que son exagerados los temores a una guerra
biológica, química o nuclear.
¿Cómo definiría el nuevo tipo de terrorismo
que aparece a partir de los atentados del 11 de setiembre?
Este nuevo tipo no parece tener ningún tipo de restricciones
en cuanto al número de víctimas que está dispuesto
a causar con su acción, mientras que la forma clásica de
terrorismo estaba ligada a la búsqueda de un impacto político
y por lo tanto necesitaba encontrar un equilibrio entre la implantación
del terror y la necesidad de atraer nuevos adeptos a la causa. Este equilibrio
era un límite concreto al número de víctimas: más
arriba de ese límite, se podía perder el apoyo de la gente.
La segunda gran diferencia es el objetivo político de la acción.
Antes el acto terrorista estaba vinculado a una causa definida en un lugar
geográfico focalizado. En el caso del IRA, a la unificación
de Irlanda. En el del ETA, a la consecución de la independencia
vasca. El actual parece ser un terrorismo en el que no es posible llegar
a una solución negociada que tome en cuenta las causas que lo motivan.
¿No hay toda una nueva variedad de medios como la guerra
biológica o química diferentes de la bomba, el arma clásica?
No estoy tan seguro que haya medios tan diferentes a los tradicionales.
Si usted toma el atentado del 11 de setiembre, lo que se utilizó
fue la clásica táctica del secuestro de avión y las
armas empleadas fueron unos cuchillos rudimentarios. Los temores que tenemos
al uso de armas de destrucción masiva dan por sentado que los terroristas
van a dedicar mucho tiempo y recursos desarrollando sustancias de gran
complejidad tecnológica. En los casos de ántrax que hemos
visto, no se sabe todavía si se trata de los mismos grupos terroristas
que realizaron el atentado del 11 de setiembre. La situación actual
se presta para que numerosas organizaciones se aprovechen de la confusión.
Una gran ventaja que tiene este tipo de armas es que consiguen perturbar
enormemente el funcionamiento cotidiano de la sociedad con una inversión
mínima. Pero lo concreto es que hay muchas más falsas alarmas
que reales.
Sin embargo, para un terrorismo que no tendría límites
respecto al número de víctimas, los medios de destrucción
masiva biológicos, químicos o nucleares son mucho más
efectivos que el atentado individual.
El problema es una cuestión de medios y de logística.
Para conseguir armas nucleares se requiere una infraestructura económica
y técnica que no está al alcance de un grupo terrorista.
Requiere un estado y, como se ha visto en la práctica, no muchos
estados han sido capaces de desarrollar tecnología nuclear a pesar
de que lo intentaron durante muchísimo tiempo. Un estadio menor
de esta amenaza nuclear, sería utilizar material radioactivo que
se pueda esparcir por una explosión. Esto produciría un
peligro radioactivo, pero no tendría el impacto masivo de un arma
nuclear. De la misma manera, la capacidad de diseminar agentes biológicos
es algo con lo que experimentaron muchos estados, no necesariamente con
éxito. A nivel de un grupo terrorista lo que se puede hacer es
operar con pequeñas cantidades, pero al hacerlo se pierde por completo
la capacidad de causar pérdidas masivas de vida humana. En el terrorismo
hay que tener muy clara la diferencia entre el efecto que el acto terrorista
causa en la mente yel que causa en el cuerpo. Lo que se causa en estos
casos es terror a nivel masivo pero no víctimas.
¿Cree usted entonces que se han exagerado las medidas de
seguridad o que debería haber otro tipo de estrategia?
No estoy subestimando el peligro. Lo que digo es que el riesgo principal
no es el que aparece en los titulares de los medios. No cabe duda que
se han cambiado los límites respecto al número de víctimas,
lo que es un cambio cualitativo importante. Pero creo que los medios siguen
siendo la bomba o, como el 11 de septiembre, el uso de aviones como misiles
contra objetivos humanos. De modo que sigue siendo importante tomar todas
las medidas de seguridad a las que estamos acostumbrados en Europa en
la custodia de aviones, edificios públicos, etc., y al mismo tiempo
hay que hacer una tarea mucho más profunda de inteligencia para
desarticular los grupos terroristas.
Se ha hablado de estados que patrocinan el terrorismo.
Hay muy poca evidencia sobre un patrocinamiento directo de grupos
terroristas por parte de un estado. Lo que existe son países que
cobijan a ciertos grupos y le dan un apoyo logístico. Todo depende
también de definiciones. Porque lo que es terrorista en un país
es luchador por la libertad en otro. De modo que hay grados en todo este
apoyo. Creo que uno de los resultados del 11 de setiembre es que habrá
mucha mayor cautela a la hora de vincularse con ciertas organizaciones.
Uno de los resultados más claros de la campaña militar contra
Afganistán es que actuará como un disuasivo para otros estados
que tengan vínculos con grupos terroristas. El ejemplo más
simple es el del IRA que ha encontrado financiamiento en Estados Unidos,
donde era considerado un luchador por la libertad de Irlanda. No por eso
uno diría que es una organización patrocinada por el gobierno
estadounidense.
COMO
SE MINIMIZARON LAS CHANCES DEL BIOTERRORISMO
Un año de desinteligencias de la CIA
Por Rosa Townsend
Desde
Washington
La capacidad de Osama bin Laden
y su organización Al-Qaeda de atentar con agentes químicos
o biológicos es real y peligrosa, señala Paul
Pillar, jefe de la CIA para Medio Oriente y el sur de Asia. Otras fuentes
de inteligencia han confirmado que el temor de Estados Unidos a que tal
capacidad se active se han multiplicado tras los atentados del 11 de setiembre.
No obstante, descartan que los terroristas puedan realizar un ataque letal
de gran magnitud: más bien pueden intentar crear pánico.
El propio Paul Pillar, de la CIA, minimizó las amenazas en un libro
el año pasado titulado Terrorismo y la política exterior
de Estados Unidos. Es imposible evaluar con precisión las
capacidades biológicas y químicas de Bin Laden, probablemente
se han exagerado, afirmaba Pillar. Ahora tiene una opinión
muy distinta.
Los componentes químicos o biológicos accesibles a terroristas
que citan los expertos son gases nerviosos, como el sarín o VX,
agentes patógenos de viruela o variedades de ántrax. El
propio director de la CIA, George Tenet, ha advertido en varias audiencias
en el Congreso de que han interceptado comunicaciones de Bin Laden adoctrinando
a sus bases sobre que es un deber religioso de todo musulmán
conseguir agentes químicos, biológicos y nucleares.
La CIA confirma tener pruebas de que bin Laden lleva tiempo tratando de
obtener materiales para crear armas químicas y nucleares, pero
no tiene evidencia de que haya logrado desarrollarlas. Un ex militante
de Al-Qaeda que cumple condena en Estados Unidos, Jamal Ahmed Fadl, ha
confesado que Bin Laden estaba ayudando al partido gobernante de Sudán,
el Frente Nacional Islámico, a fabricar armas químicas para
usarlas contra civiles cristianos.
Ahmed Fadl había dicho durante el juicio por los atentados a las
embajadas norteamericanas de Kenia y Tanzania que Bin Laden le había
pagado 10.000 dólares para la compra de uranio. La operación
se realizó con un militar sudanés que ofreció vender
uranio a Al-Qaeda por un millón y medio de dólares.
Vincent Cannistraro, ex jefe de contraterrorismo de la CIA, afirma que
la dificultad no estriba tanto en obtener los componentes nucleares
o químicos como en procesarlos. Para eso se necesita una
infraestructura compleja, por eso los servicios de inteligencia opinan
que no representa una amenaza inmediata. Pueden tener por ejemplo
uranio 235 y tratar de meterlo en bombas convencionales.
Existe la sospecha de que Al-Qaeda ha reclutado científicos o estudiantes
para montar los laboratorios. Uno de ellos puede estar en la propia capital
afgana, en un laboratorio de ántrax fundado por la Cruz Roja en
Kabul para atender los brotes derivados del contagio de la ganadería.
Para convertirlo en un centro de bioterrorismo sólo se necesita
dinero, algo que según se cree posee Bin Laden en abundancia, señala
Amy Smithson, directora del Proyecto de No Proliferación de Armas
del Centro Stimsom de Estados Unidos. Esa pesadilla es muy posible.
El primero que la puso en práctica fue Aum Shinrikyo (el japonés
que esparció gas sarín en el metro de Tokio). Con 30 millones
de dólares, reclutó a estudiantes y científicos.
Smithson es la autora del informe Ataxia: La amenaza de terrorismo biológico
y químico y la respuesta de Estados Unidos.
Aun después del atentado de Japón y de otros casos potencialmente
exportables a Estados Unidos, los servicios de inteligencia norteamericanos
nunca dieron credibilidad a las amenazas. Se supo que la CIA interceptó
conversaciones entre miembros de Al-Qaeda y simpatizantes en las que se
referían a que Bin Laden estaba preparando un Hiroshimacontra
Norteamérica. La amenaza, revelada por The New York Times
el domingo 14, aparentemente no se tomó en serio por la impresión
de seguridad que prevalecía entonces, antes del 11 de setiembre.
Los servicios de espionaje pensaron que se trataba de una amenaza en embajadas
u otros intereses norteamericanos en el extranjero, pero nunca en suelo
de Estados Unidos.
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