Por Cristian Alarcón
Desde el aire, la Pampa Húmeda
comienza a lucir como una enorme laguna, quizá la más grande
del mundo. Y según los pronósticos, con la persistencia
de la lluvia eso podría terminar de concretarse en lo que queda
de la primavera. Con diez mil productores agropecuarios en estado de emergencia,
pueblos y parajes aislados, 250 escuelas inundadas y la desesperación
de los minifundistas que apenas alcanzan a sobrevivir comiendo de huertas
cercadas, buena parte de la provincia de Buenos Aires, La Pampa, Córdoba
y Santa Fe languidecen. Ayer, el gobernador Carlos Ruckauf declaró
zona de desastre al área afectada y en un tándem
peronista junto a Carlos Reutemann, Juan Manuel de la Sota y Carlos Marín
envió una carta al presidente Fernando de la Rúa para que
amplíe esa calificación a todas las zonas inundadas. El
pedido encierra el reclamo de fondo de los productores elevado por
el cuarteto en el medio de la puja política entre las provincias
y la Nación para que habilite desgravaciones impositivas,
suspenda de ejecuciones bancarias y entregue subsidios a los afectados.
La silenciosa acumulación de las aguas ha llegado, con las últimas
lluvias y el desborde del río Salado, a convertir a ésta
en la peor inundación de la historia provincial.
Ayer le quedó claro a Luis Bruni, de General Pinto, cuando junto
a funcionarios provinciales sobrevoló por primera vez la zona en
la que es intendente radical desde 1987. Junto al director de Hidráulica
y el jefe de gabinete de Obras Públicas, pudo ver la radiografía
de lo que se padece en tierra. La lluvia caída y el avance
del agua de otras zonas ha arrasado el partido y más del 80 por
ciento está bajo agua. Son 250 mil hectáreas, y 200 mil
están cubiertas, incluidas las principales vías de comunicación,
le contó Bruni a Página/12. Así, los 1500 habitantes
de Germania, los mil de Iriarte, los 50 de Gunther, no tiene cómo
salir o entrar. Esta semana sólo se pudo llegar dos veces en un
camión Unimog prestado por el Ejército para acercar comida,
medicamentos y un médico que atendió una emergencia.
Iriarte es uno de esos sitios en los que los pequeños productores
han ido escapando de la miseria y del agua, sin que a esta altura se sepa
de qué huyen primero. Los tambos, emprendimientos familiares que
sobrevivían hasta hace poco han ido cerrando. Primero faltó
el alimento para los animales, luego el propio suelo. Después,
ya no llegaron los camiones para levantar los tarros de leche. Algunos
vendieron sus vacas, otros las mudaron a tierras prestadas de vecinos
solidarios.
Iriarte, o General Pinto, podrían ser casos testigos de lo que
ocurre en el resto de las 4.000.000 de hectáreas y los 60 distritos
bonaerenses afectados. Esa es la zona que ayer Ruckauf decidió
declarar en estado de desastre, aliviando en principio a los productores
de pagar los impuestos provinciales. Los medianos productores del noroeste
bonaerense, muchos de ellos distantes y críticos con las propias
organizaciones gremiales del sector, protestaron ayer en Henderson no
sólo contra el de la sonrisa sino también contra el gobierno
nacional y los intendentes de la zona, la mayoría de la Alianza.
Reclaman el plan de obras hídricas que nunca se puso en marcha,
subsidios y excepción impositiva.
Es el mismo pedido que trasladaron ayer los gobernadores peronistas de
las provincias afectadas a Fernando de la Rúa. Por su lado, el
presidente del bloque de diputados justicialistas, Humberto Roggero, exigió
ayer que el gobierno entregue los 11 millones del presupuesto nacional
previstos para situaciones de este tipo, porque sólo se han distribuido
unos tres millones. La queja sube desde los propios ríos subterráneos
que aumentan el caudal de agua y de los minifundistas quebrados y al borde
del hambre hasta el Gobierno, que en estas horas negocia lo imposible
con las provincias empobrecidas. El agua viene a ser el corolario del
desmadre económico, al peor estilo de las metáforas del
cine nac and pop.
Pero es tal el caos en el que se sumerge la Pampa Húmeda que los
motivos de las inundaciones van desde el efecto de El Niño
que no para, hasta laacción individual de los productores que para
salvar lo propio han abierto zanjas que empeoraron la situación
de otros (ver aparte). Así ocurrió en Carlos Casares, según
el ministro de Obras Públicas bonaerense, Julián Domínguez,
que ayer también sobrevoló una zona, haciendo base en Junín.
Nosotros somos el único distrito que no tienen agua en el
pueblo le dijo a Página/12 José Andreoli, intendente
de Carlos Casares. Pero somos los más afectados en el sector
rural, de las 240 mil hectáreas 180 mil están con agua.
En la zona de Andreoli, los pesares le tocan a medianos, grandes y pequeños.
Pero son quienes menos tienen, o sea los minifundios de entre 50 y 150
hectáreas, los que más golpeados están por el agua.
Ya no tienen caminos, a esta altura ya tienen todos los créditos
caídos, les están por rematar los campitos, la producción
no alcanzan para subsistir, ya perdieron las camionetas, los autos describe
Andreoli. Antes, cualquier chacarero de ochenta hectáreas
vivía bien. Hoy se los ve haciendo dedo para llegar a la chacra
o para salir a vender un chancho.
Todo puede ser peor
La situación de las localidades inundadas podría
tornarse aún peor si se cumple la tendencia marcada por el
Servicio Meteorológico Nacional: las lluvias seguirían
hasta diciembre. Este aumento de las precipitaciones se debe tanto
al calentamiento global como al aumento de la temperatura de los
océanos, entre otros factores, según explican allí.
El jefe del Centro de Análisis Climático del Servicio,
Hugo Hordij, explicó que el fenómeno de lluvias intensas
y permanentes comenzó entre 1997 y 1998 con el efecto
de El Niño, que provocó la primera de las recientes
grandes inundaciones. La gran cantidad de agua caída
desde aquel momento no logró evaporarse debido a que no existieron
las temperaturas altas necesarias para ello.
Esta continuidad de tormentas no parece que tenga pronto su fin.
La tendencia no tiende a revertirse durante la primavera,
porque el cambio se puede producir recién a mediados de diciembre,
señaló Hordij. Es que el comienzo del verano puede
dar lugar a una evaporación más eficaz del agua acumulada.
Al reciclado de las precipitaciones anteriores, hay que agregarle
que se registran temperaturas más altas en los océanos
y vientos más fuertes que traen la evaporación de
agua desde regiones del océano tradicionalmente más
cálidas, como las de Brasil, indicó el especialista.
Para mediados del último mes del año, las condiciones
podrían mejorar. El Servicio Meteorológico advirtió
que todavía podrían producirse lluvias aunque serían
aisladas.
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Para colmo, los mosquitos
Por si algo faltaba, llegaron los mosquitos. Las zonas inundadas,
que siguen bajo riesgo sanitario, aisladas y con pérdidas
económicas millonarias sufren ahora una invasión de
insectos. A raíz de esta situación, el Ministerio
de Salud de la provincia de Buenos Aires dispuso que a partir del
lunes se fumiguen los distritos afectados. También la Municipalidad
de Santa Rosa, La Pampa, realizará un operativo similar.
El director de Saneamiento bonaerense, Héctor Marchand, explicó
que se utilizarán productos biológicos e insecticidas
con equipos especiales terrestres y garantizó que la
provincia cuenta con un moderno equipamiento para realizar
esta tarea.
General Villegas será uno de los primeros partidos en participar
de la iniciativa. Sus autoridades evalúan además la
posibilidad de desinfectar la ciudad cabecera. Allí, debido
a la falta de mantenimiento de la empresa de aguas, se escurren
líquidos servidos por las calles. De todos modos, fuentes
del municipio aseguraron que la situación está
controlada y que la salud de la población no está
en peligro.
Mientras tanto, en la capital pampeana habrá una campaña
de fumigación en dos etapas. La primera será por tierra
y aire, y la última abarcará a los árboles
de la vía pública en la época de su floración.
Los trabajos tienen por objetivo exterminar al llamado mosquito
de inundación.
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EL
CAOS QUE PROVOCO LA AUSENCIA DEL PLAN HIDRICO
Desviando el agua al vecino
Por C. A.
Vieja es la fábula en
la que un granjero desvía las aguas de un correntoso río
de sus campos y ahoga de esa manera los animales del vecino. Algo por
el estilo ha ocurrido en el interior bonaerense con los productores agropecuarios
desesperados por salvar sus tierras. Ante el desorden y la falta de planificación,
producto de la inexistencia de una política que coordine las maneras
de paliar las inundaciones, ayer el ministro de Obras y Servicios Públicos
bonaerense, Julián Domínguez, pidió que nadie
realice obras de canalización para resolver problemas individuales
porque terminan comprometiendo los cascos urbanos.
Los intendentes han intentado, según contaron a este diario, convencer
a los productores sin éxito. Lo que pasa es que es necesario
un plan de obras que ellos reclaman hace mucho, entonces es difícil
tener autoridad cuando la desidia es tan grande, opinó uno
de ellos.
Digamos que muchos han abierto diferentes canales para desviar las
aguas, y esos desvíos han hecho que se inunden otras zonas,
explica el intendente de Carlos Casares, José Andreoli, desde uno
de los pocos municipios que no tiene evacuados. En la provincia de Buenos
Aires ya son 3 mil las personas que debieron dejar sus casas. Y hay lugares
tan amenazados por el desborde de los ríos que ya fueron rodeados
por terraplenes de un metro y medio, como en el caso de Iriarte, cerca
de General Pinto. En ese caso sería necesaria la construcción
de canales aliviadores para el aumento del caudal hacia la Cañada
de las Horquetas, una obra que figura en el plan maestro de la Cuenca
del Salado, explicó el intendente Luis Bruni.
Sorprendente es el caso de Casares, donde la laguna Maganini podría
desbordarse. Esto es porque existía un canal que evacuaba
las aguas pluviales hacia otra laguna que está dentro de la estancia
La Dorita, pero su propietario, Hugo Biolcatti, de la Sociedad Rural Argentina,
tiene un juicio con el Estado que está en la Corte Suprema y que
por el momento nos hace imposible desagotar en su terreno, explicó
Andreoli.
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