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EL NOROESTE BONAERENSE FUE DECLARADO “ZONA DE DESASTRE”
La peor inundación de la historia

En Buenos Aires hay 10 mil productores en emergencia. Unas 250 escuelas están bajo agua. Ruckauf, Marín, De la Sota y Reutemann reclamaron una audiencia a De la Rúa. La lluvia seguirá cayendo.

Los productores agrarios se quejan porque nunca fue implementado el
plan hídrico en la provincia.

Por Cristian Alarcón

Desde el aire, la Pampa Húmeda comienza a lucir como una enorme laguna, quizá la más grande del mundo. Y según los pronósticos, con la persistencia de la lluvia eso podría terminar de concretarse en lo que queda de la primavera. Con diez mil productores agropecuarios en estado de emergencia, pueblos y parajes aislados, 250 escuelas inundadas y la desesperación de los minifundistas que apenas alcanzan a sobrevivir comiendo de huertas cercadas, buena parte de la provincia de Buenos Aires, La Pampa, Córdoba y Santa Fe languidecen. Ayer, el gobernador Carlos Ruckauf declaró “zona de desastre” al área afectada y en un tándem peronista junto a Carlos Reutemann, Juan Manuel de la Sota y Carlos Marín envió una carta al presidente Fernando de la Rúa para que amplíe esa calificación a todas las zonas inundadas. El pedido encierra el reclamo de fondo de los productores –elevado por el cuarteto en el medio de la puja política entre las provincias y la Nación– para que habilite desgravaciones impositivas, suspenda de ejecuciones bancarias y entregue subsidios a los afectados. La silenciosa acumulación de las aguas ha llegado, con las últimas lluvias y el desborde del río Salado, a convertir a ésta en la peor inundación de la historia provincial.
Ayer le quedó claro a Luis Bruni, de General Pinto, cuando junto a funcionarios provinciales sobrevoló por primera vez la zona en la que es intendente radical desde 1987. Junto al director de Hidráulica y el jefe de gabinete de Obras Públicas, pudo ver la radiografía de lo que se padece en tierra. “La lluvia caída y el avance del agua de otras zonas ha arrasado el partido y más del 80 por ciento está bajo agua. Son 250 mil hectáreas, y 200 mil están cubiertas, incluidas las principales vías de comunicación”, le contó Bruni a Página/12. Así, los 1500 habitantes de Germania, los mil de Iriarte, los 50 de Gunther, no tiene cómo salir o entrar. Esta semana sólo se pudo llegar dos veces en un camión Unimog prestado por el Ejército para acercar comida, medicamentos y un médico que atendió una emergencia.
Iriarte es uno de esos sitios en los que los pequeños productores han ido escapando de la miseria y del agua, sin que a esta altura se sepa de qué huyen primero. Los tambos, emprendimientos familiares que sobrevivían hasta hace poco han ido cerrando. Primero faltó el alimento para los animales, luego el propio suelo. Después, ya no llegaron los camiones para levantar los tarros de leche. Algunos vendieron sus vacas, otros las mudaron a tierras prestadas de vecinos solidarios.
Iriarte, o General Pinto, podrían ser casos testigos de lo que ocurre en el resto de las 4.000.000 de hectáreas y los 60 distritos bonaerenses afectados. Esa es la zona que ayer Ruckauf decidió declarar en estado de desastre, aliviando en principio a los productores de pagar los impuestos provinciales. Los medianos productores del noroeste bonaerense, muchos de ellos distantes y críticos con las propias organizaciones gremiales del sector, protestaron ayer en Henderson no sólo contra el de la sonrisa sino también contra el gobierno nacional y los intendentes de la zona, la mayoría de la Alianza. Reclaman el plan de obras hídricas que nunca se puso en marcha, subsidios y excepción impositiva.
Es el mismo pedido que trasladaron ayer los gobernadores peronistas de las provincias afectadas a Fernando de la Rúa. Por su lado, el presidente del bloque de diputados justicialistas, Humberto Roggero, exigió ayer que el gobierno entregue los 11 millones del presupuesto nacional previstos para situaciones de este tipo, porque sólo se han distribuido unos tres millones. La queja sube desde los propios ríos subterráneos que aumentan el caudal de agua y de los minifundistas quebrados y al borde del hambre hasta el Gobierno, que en estas horas negocia lo imposible con las provincias empobrecidas. El agua viene a ser el corolario del desmadre económico, al peor estilo de las metáforas del cine nac and pop.
Pero es tal el caos en el que se sumerge la Pampa Húmeda que los motivos de las inundaciones van desde el efecto de “El Niño” que no para, hasta laacción individual de los productores que para salvar lo propio han abierto zanjas que empeoraron la situación de otros (ver aparte). Así ocurrió en Carlos Casares, según el ministro de Obras Públicas bonaerense, Julián Domínguez, que ayer también sobrevoló una zona, haciendo base en Junín.
“Nosotros somos el único distrito que no tienen agua en el pueblo –le dijo a Página/12 José Andreoli, intendente de Carlos Casares–. Pero somos los más afectados en el sector rural, de las 240 mil hectáreas 180 mil están con agua”. En la zona de Andreoli, los pesares le tocan a medianos, grandes y pequeños. Pero son quienes menos tienen, o sea los minifundios de entre 50 y 150 hectáreas, los que más golpeados están por el agua. “Ya no tienen caminos, a esta altura ya tienen todos los créditos caídos, les están por rematar los campitos, la producción no alcanzan para subsistir, ya perdieron las camionetas, los autos –describe Andreoli–. Antes, cualquier chacarero de ochenta hectáreas vivía bien. Hoy se los ve haciendo dedo para llegar a la chacra o para salir a vender un chancho.”

 

Todo puede ser peor

La situación de las localidades inundadas podría tornarse aún peor si se cumple la tendencia marcada por el Servicio Meteorológico Nacional: las lluvias seguirían hasta diciembre. Este aumento de las precipitaciones se debe tanto al calentamiento global como al aumento de la temperatura de los océanos, entre otros factores, según explican allí.
El jefe del Centro de Análisis Climático del Servicio, Hugo Hordij, explicó que el fenómeno de lluvias intensas y permanentes comenzó “entre 1997 y 1998 con el efecto de El Niño, que provocó la primera de las recientes grandes inundaciones”. La gran cantidad de agua caída desde aquel momento no logró evaporarse debido a que no existieron las temperaturas altas necesarias para ello.
Esta continuidad de tormentas no parece que tenga pronto su fin. “La tendencia no tiende a revertirse durante la primavera, porque el cambio se puede producir recién a mediados de diciembre”, señaló Hordij. Es que el comienzo del verano puede dar lugar a una evaporación más eficaz del agua acumulada.
“Al reciclado de las precipitaciones anteriores, hay que agregarle que se registran temperaturas más altas en los océanos y vientos más fuertes que traen la evaporación de agua desde regiones del océano tradicionalmente más cálidas, como las de Brasil”, indicó el especialista. Para mediados del último mes del año, las condiciones podrían mejorar. El Servicio Meteorológico advirtió que todavía podrían producirse lluvias aunque serían aisladas.

 

Para colmo, los mosquitos

Por si algo faltaba, llegaron los mosquitos. Las zonas inundadas, que siguen bajo riesgo sanitario, aisladas y con pérdidas económicas millonarias sufren ahora una invasión de insectos. A raíz de esta situación, el Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires dispuso que a partir del lunes se fumiguen los distritos afectados. También la Municipalidad de Santa Rosa, La Pampa, realizará un operativo similar.
El director de Saneamiento bonaerense, Héctor Marchand, explicó que se utilizarán “productos biológicos e insecticidas con equipos especiales terrestres” y garantizó que la provincia cuenta con un “moderno equipamiento” para realizar esta tarea.
General Villegas será uno de los primeros partidos en participar de la iniciativa. Sus autoridades evalúan además la posibilidad de desinfectar la ciudad cabecera. Allí, debido a la falta de mantenimiento de la empresa de aguas, se escurren líquidos servidos por las calles. De todos modos, fuentes del municipio aseguraron que la situación “está controlada” y que la salud de la población no está en peligro.
Mientras tanto, en la capital pampeana habrá una campaña de fumigación en dos etapas. La primera será por tierra y aire, y la última abarcará a los árboles de la vía pública en la época de su floración. Los trabajos tienen por objetivo exterminar al llamado “mosquito de inundación”.

 

EL CAOS QUE PROVOCO LA AUSENCIA DEL PLAN HIDRICO
Desviando el agua al vecino

Por C. A.

Vieja es la fábula en la que un granjero desvía las aguas de un correntoso río de sus campos y ahoga de esa manera los animales del vecino. Algo por el estilo ha ocurrido en el interior bonaerense con los productores agropecuarios desesperados por salvar sus tierras. Ante el desorden y la falta de planificación, producto de la inexistencia de una política que coordine las maneras de paliar las inundaciones, ayer el ministro de Obras y Servicios Públicos bonaerense, Julián Domínguez, pidió que “nadie realice obras de canalización para resolver problemas individuales porque terminan comprometiendo los cascos urbanos”.
Los intendentes han intentado, según contaron a este diario, convencer a los productores sin éxito. “Lo que pasa es que es necesario un plan de obras que ellos reclaman hace mucho, entonces es difícil tener autoridad cuando la desidia es tan grande”, opinó uno de ellos.
“Digamos que muchos han abierto diferentes canales para desviar las aguas, y esos desvíos han hecho que se inunden otras zonas”, explica el intendente de Carlos Casares, José Andreoli, desde uno de los pocos municipios que no tiene evacuados. En la provincia de Buenos Aires ya son 3 mil las personas que debieron dejar sus casas. Y hay lugares tan amenazados por el desborde de los ríos que ya fueron rodeados por terraplenes de un metro y medio, como en el caso de Iriarte, cerca de General Pinto. En ese caso sería necesaria la construcción de “canales aliviadores para el aumento del caudal hacia la Cañada de las Horquetas, una obra que figura en el plan maestro de la Cuenca del Salado”, explicó el intendente Luis Bruni.
Sorprendente es el caso de Casares, donde la laguna Maganini podría desbordarse. “Esto es porque existía un canal que evacuaba las aguas pluviales hacia otra laguna que está dentro de la estancia La Dorita, pero su propietario, Hugo Biolcatti, de la Sociedad Rural Argentina, tiene un juicio con el Estado que está en la Corte Suprema y que por el momento nos hace imposible desagotar en su terreno”, explicó Andreoli.

 

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