Por R. K.
Las cintas no están.
Las tienen los norteamericanos. Esto le dijo anoche a este diario
una calificada fuente de la Cancillería refiriéndose a las
grabaciones en las que un hombre, supuestamente de Al-Qaeda, dijo hace
un año que esa organización encabezada por Osama bin Laden
fue responsable de una explosión en Buenos Aires. El
anónimo grabado en las cintas que no están también
indicaba que Norteamérica recibirá una sorpresa
y mencionaba el 26 de setiembre de 2000 como la fecha de un ataque. Con
tan precarios datos en la mano y sin siquiera escuchar las grabaciones,
desde el juzgado de Juan José Galeano lanzaron con bombos y platillos
la siguiente información: Al-Qaeda se adjudicó el
atentado contra la AMIA y adelantó los ataques en Nueva York y
Washington. Estos ataques, cabe recordar, se produjeron un año
después de lo señalado por la voz anónima. Anoche,
una fuente del gobierno de los Estados Unidos, citada por la agencia Reuters,
descartó que exista un vínculo entre Bin Laden, Al-Qaeda,
y los atentados de la Argentina. No creemos esa versión,
le dijo a Reuters un integrante de la administración Bush.
El sainete de las llamadas anónimas a la embajada argentina en
Arabia Saudita siguió ayer siendo patético:
- El diplomático Juan José Echegoyen, a cargo de la delegación
en Ryad en aquel momento, confirmó que las llamadas existieron,
el 20, 23 y 24 de setiembre de 2001 y que se grabaron. La voz decía,
en nombre de Al-Qaeda, nos hacemos responsables de una explosión
en Buenos Aires. Norteamérica se llevará una sorpresa el
26.
- Según la Cancillería, de inmediato le informaron a la
SIDE, que no le dio importancia a la reivindicación del atentado
por creerla poco seria, pero sí atendió a la amenaza, ya
que desde 1998 Al-Qaeda se había volcado al terrorismo contra objetivos
norteamericanos e israelíes. Por ello se instruyó a la Cancillería
para que informe a la embajada de Estados Unidos en Ryad.
- Anoche trascendió que los diplomáticos argentinos les
dieron a los norteamericanos las cintas con la grabación sin quedarse
con una copia. Eso sí, está la transcripción, que
tal vez registre minuciosamente lo que dijo la voz anónima. O tal
vez no.
- La Cancillería sostiene que actuó de acuerdo a lo que
correspondía, comunicando todo lo hecho a la SIDE.
- La central de espías se contradice. Por un lado sostiene que
se enteró de todo hace 15 días, pero por el otro dio instrucciones
de ponerse en contacto con los norteamericanos en aquel momento. Además,
la Cancillería asegura que tiene, con recibo firmado incluido,
los datos de las tres personas de la SIDE que fueron informadas y recibieron
la transcripción en setiembre de 2001.
- En todo caso, ninguno se comunicó con el juez Galeano, encargado
de la investigación de la AMIA, ni con la Corte, a cargo de la
pesquisa por el atentado contra la Embajada de Israel.
Obviamente surge como interrogante por qué no le transmitieron
nada al juez.
- Una razón podría ser la ineficacia, o sea la proverbial
burocratización del Estado argentino. Uno le informó al
otro, el otro no le dio importancia, el tercero se olvidó y así
sucesivamente.
- Otra razón posible es que ni en la Cancillería ni en la
SIDE le otorgaron seriedad a los llamados, algo que se perfila como probable.
- Y también está la alternativa de que todos intentaron
ocultarle las cosas a Galeano porque encubrían algo. A primera
vista, no parece muy creíble: no hay indicios de que en la SIDE
y sobre todo en la Cancillería estén en la línea
de encubrir a Bin Laden. La abogada de la DAIA, Marta Nercellas, reclamó
porque el juez no fue notificado en su momento de las llamadas y hasta
deslizó que en realidad la reivindicación de Al-Qaeda está
en la línea de la investigación realizada por Galeano (ver
aparte). Por su parte, Alberto Zuppi, letrado de Memoria Activa, sostuvo
que estamos ante otra cortina de humo para tapar una investigación
deficiente.
OPINION
Por Raúl Kollmann
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Seriedad, por favor
El juez Juan José Galeano se enteró de que hace un
año se produjeron tres llamadas a la embajada argentina en
Arabia Saudita. Por un lado, Al-Qaeda reivindicaba una explosión
en Buenos Aires y por el otro anunciaba para tres días
más tarde 28 de setiembre de 2000 una sorpresa
para Norteamérica.
A primera vista, todo tenía pinta de poco serio.
- Resultaba imposible comprobar si la voz anónima era o no
de alguien de Al-Qaeda. Podría ser, por ejemplo, un enemigo
de Al-Qaeda que quería involucrar a Bin Laden en los atentados
de Buenos Aires.
- También resultaba extraño que se reivindicara el
atentado contra la AMIA seis años después de ocurrido.
Cien meses sin decir una palabra y, de golpe, una reivindicación,
más aún tratándose de Al-Qaeda que no ha reivindicado
ni uno solo de los atentados que se le adjudican.
- Las llamadas no aportaban ningún dato que confirmara que
ellos fueron los autores. Por ejemplo, podrían haber dicho
que actuó el mártir fulano, quien ingresó
a la Argentina con tal nombre. Esa es una forma de reivindicar
un atentado, porque indica un dato que supuestamente sólo
sabe quien organizó el ataque. Hamas y Hezbolá hasta
han mandado videos con imágenes de los suicidas.
- Al-Qaeda puso proa hacia el terrorismo contra Estados Unidos e
Israel recién cuando constituyó el Frente Islámico
Internacional, en los primeros meses de 1998. O sea mucho después
de los atentados de Buenos Aires.
- Respecto del adelanto de la sorpresa contra Norteamérica,
obviamente el 28 de setiembre no ocurrió nada y es ridículo
aseverar que se anticiparon los ataques a las Torres Gemelas y el
Pentágono, cometidos un año después. Tal vez,
tal vez, la sorpresa podría referirse al ataque
contra el USS Cole, en Yemen, concretado el 12 de octubre de 2000.
Reitero, todo indicaba que la información que recibió
Galeano era poco seria. Sin embargo, supongamos por un instante
que el magistrado consideró que eran datos fidedignos. En
ese caso, en lugar de hacer alharaca y salir a la luz pública
con estruendo, debió encararse una investigación seria:
- Averiguar calladamente cuál pudo ser el origen de las comunicaciones,
de dónde se hicieron.
- Obtener un buen informe de los norteamericanos y lograr, en silencio,
que devuelvan las cintas.
- Peritar las grabaciones para tratar de determinar qué tipo
de dialecto árabe usó el individuo que llamó
de incógnito, establecer si en las cintas hay algún
ruido que podría significar una pista, interrogar a todo
el personal de la embajada para ver si tienen algún indicio
o hubo algún otro incidente previo.
En lugar de eso, Galeano con el habitual acompañamiento
de la DAIA salió a instalar la información poco
seria que surgió de las llamadas: que Bin Laden reivindicó
el atentado contra la AMIA y que anticipó los atentados del
11 de setiembre.
Para colmo, la falta de seriedad arrasa con lo que él ha
insistido una y otra vez: fue Irán y no Al-Qaeda o Afganistán.
Curiosamente, ayer hubo un intento de sugerir que en realidad se
trata de la misma pista. Falso.
- Imad Mughniyeh, alias Carlos El Iraní, al que
Galeano y la Corte le quieren adjudicar, sin pruebas, los atentados
de Buenos Aires, siempre trabajó para el Hezbolá y
para el régimen chiíta de Irán. La realidad
es que los iraníes repudian a Bin Laden y a los talibanes,
a los que consideran una deformación del Islam,
al punto que hace tres años estuvieron por entrar en guerra
cuando éstos masacraron a los chiítas en Afganistán.
- Hezbolá no figura como integrante de Al-Qaeda en ningún
trabajo de investigación serio.
- La última prueba de todo eso se publicó hace tres
días en el diario inglés The Observer. El gobierno
iraní informó hoy que expulsó de suterritorio
a Imad Mughniyeh, uno de los terroristas más buscados. Sin
embargo, desde Washington no creen en esa información oficial
y sostienen que Irán sigue protegiendo a Mughniyeh.
Es hora de que en el caso AMIA se actué con seriedad, sin
tirar petardos e información falsa.
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