Por Santiago Rodríguez
y Felipe Yapur
No se sabe todavía si
dentro del Gobierno o de la Alianza pero el Frepaso tiene las horas contadas,
salvo un milagro en el que ya ni los mismos frepasistas creen, al punto
que lo describen en tono de broma: Por ahí, si algo lo golpea
en la cabeza, (Fernando) De la Rúa cambia y aplica el déficit
cero al revés. De otro modo, es imposible que destine todo lo que
se recauda a reactivar la economía y lo que sobra a pagar la deuda.
Esa lectura del escenario postelectoral y la conveniencia de apartarse
al menos de la gestión fue compartida por los pocos funcionarios
de esa fuerza que aún subsisten en el Ejecutivo en una reunión
que mantuvieron con el jefe del bloque de diputados de la Alianza, Darío
Alessandro, quien a su vez recibe día a día más presiones
de su propia tropa en la Cámara baja para terminar con la sociedad
que los une a los radicales. La idea de los frepasistas es darle, junto
a lo que definen como el radicalismo aliancista, una suerte
de ultimátum al Gobierno y si no hay un cambio en la política
económica, emprender otro rumbo. Algo parecido tiene resuelto Juan
Pablo Cafiero, quien este fin de semana se propone hablar con De la Rúa
y en caso de no obtener los fondos que necesita para Desarrollo Social,
abandonar esa cartera en los próximos días.
El puñado de funcionarios frepasistas se reunió con Alessandro
el último jueves al mediodía en el despacho del titular
de la bancada aliancista y lo que se conversó durante las dos horas
que duró el encuentro es un fiel reflejo del estado deliberativo
del Frepaso. ¿Hasta cuándo vamos a seguir? Tenemos
que definir si nos quedamos; y si nos quedamos, a qué, advirtió
el secretario para la Modernización del Estado, Marcos Makón.
Al principio la reunión fue dura. Alessandro no estaba y el vicepresidente
de la Cámara de Diputados, Rodolfo Rodil, trataba en su lugar de
contener los planteos secesionistas de los funcionarios. Enfrente suyo
tenía, además de a Makón, al secretario de Empleo
y Producción, Enrique Martínez; al titular del Conicet,
Andrés Carrasco; al secretario de Política Criminal y Asuntos
Penitenciarios, Mariano Ciafardini; al subsecretario de Justicia, Francisco
Fuster; al subsecretario de Ordenamiento y Política Ambiental,
David Mutchinick; y a la subsecretaria de Coordinación del Ministerio
de Desarrollo Social, Graciela Rosso.
En mi caso propuse la creación de 14 ministerios chicos al
estilo Brasilia, entregué el proyecto y después salió
(el jefe de Gabinete, Chrystian) Colombo a decir hay que reducir la cantidad
de ministerios, se quejó Makón. ¿Cuál
es el límite?, terció Carrasco frente a un Rodil que
trataba de calmar a sus interlocutores: No tiene sentido irse ahora.
Hay que darle el ultimátum al Gobierno con los radicales como (Raúl)
Alfonsín y (Rodolfo) Terragno y si dice que no, nos vamos con ellos
también.
Con el correr de los minutos los ánimos se fueron apaciguando y
cada uno expuso su experiencia de gestión y su punto de vista:
A mí me va bien porque estamos trabajando como corresponde
y tengo una buena relación con el ministro (de Justicia, Jorge
de la Rúa), pero eso no contribuye en nada a la situación
del Frepaso dentro del Gobierno, explicó Fuster.
El único de los presentes que no dejó en claro su disposición
a abandonar el Gobierno fue Martínez. Me molesta mucho la
irresponsabilidad de los legisladores que no ponen nada en juego,
señaló y protestó también: A mí
nadie me avisó que el vicepresidente iba a renunciar. Hay 50 personas
que dependen de mí y tengo un proyecto por desarrollar. En
los planes de Martínez estaría apartarse de la gestión
y en ese caso también del Frepaso para formar una agrupación
propia.
Los escenarios que se analizaron fueron tres: el del milagro de que algo
golpee a De la Rúa en la cabeza, irse sin más trámite
y esperar a que Cafiero sea desplazado de Desarrollo Social para romper.
Vengo de ver a Terragno y lo encontré muy decidido a enfrentar
a De la Rúa, explicó Alessandro al llegar casi al
final de la reunión. Comentó también que habían
conversado de mantener la coalición pero sacarla fuera del
Gobierno en caso de que no haya un cambio de rumbo. Quedamos
en el ultimátum al Gobierno y en armar un encuentro entre funcionarios,
legisladores y dirigentes con cargos partidarios para tomar una determinación.
No es cuestión de bajarse del barco, pero si uno intentó
todo lo posible y el tipo que lo maneja no cambia, hay que irse,
comentó a Página/12 uno de los funcionarios que estuvo en
la reunión.
Palabras más, palabras menos, es lo que Alessandro y Rodil acompañados
en el partido por el jefe de gobierno porteño, Aníbal Ibarra,
y Graciela Fernández Meijide escuchan de los miembros de
su bloque. Los que pretendemos una separación política
y parlamentaria de la Alianza somos el 90 por ciento, pero estamos tratando
de sintetizar una posición porque queremos evitar la fractura,
precisó a este diario un diputado que especuló con que no
habrá definición hasta fines de la semana que viene.
Tengo mis límites para ser funcionario. No voy a serlo a
cualquier precio y tampoco estoy enamorado de mi sillón,
aclaró ayer Cafiero, en cuyo entorno aseguraron que se está
cansando de no obtener respuesta. Cafiero tiene pensado recurrir
directamente a De la Rúa entre hoy y mañana para pedirle
los fondos sociales. Una nueva negativa sería su límite.
OPINION
Por Eduardo Sigal*
|
La derrota y el futuro
El temprano agotamiento de las expectativas en el gobierno nacional
es el dato central de las elecciones del domingo 14. Ciertamente,
el voto popular tuvo también un sentido de castigo más
generalizado a toda la dirigencia política, pero esa evidencia
no debería llevar a quienes formamos parte de la Alianza
a relativizar los alcances de la dura derrota sufrida. La autocomplacencia
y el mirar para otro lado son malos consejeros en momentos como
el que vive la coalición que ganara las elecciones nacionales
hace apenas dos años.
La provincia de Buenos Aires fue un escenario central de la derrota
aliancista. Y el dato no es menor porque fue su triunfo en las legislativas
de 1997 el que marcó el principio del fin de la hegemonía
menemista y abrió paso a la victoria en las elecciones presidenciales.
A no ser que creamos que la política se rija por fatalidades
inalcanzables al juicio de las personas, estamos obligados a pensar
las causas y asumir las responsabilidades de tamaño retroceso.
La Alianza fue proyectada al gobierno como fuerza progresista alternativa
al menemismo, entendido como proceso de concentración de
la riqueza, agudización de las desigualdades, vulneración
de la institucionalidad republicana y corrupción política
creciente. ¿Qué tiene de raro entonces el castigo
a un gobierno al que la gente identifica con la continuidad e incluso
con el agravamiento de la situación social?
Quienes integramos el Frepaso tampoco podemos pensar este fracaso
como ajeno. Somos parte de este desgraciado balance, en la medida
en que hemos compartido la experiencia del gobierno nacional sin
la capacidad de asegurar rectificaciones que evitaran este curso.
¿Hay margen para recomponer un espacio de centroizquierda
en nuestro país? Habrá que aceptar que no será
fácil revertir la desilusión y la bronca. Sin embargo,
se trata de un camino posible en la Argentina de hoy. Lo decisivo
para abordarlo son las ideas, las propuestas y los liderazgos, no
las estructuras ni las identidades partidarias por importantes que
éstas puedan ser. La reconstrucción debería
empezar por un amplio debate transversal y no limitado a quienes
hemos compartido la misma opción electoral sobre los
caminos viables para sacar al país del estancamiento económico
y el deterioro social. El resultado electoral no deja un liderazgo
claro y excluyente de este espacio, esto debería ser tomado
como una oportunidad para un acercamiento generoso y no hegemonista.
La otra pieza central de este proceso es nuestra capacidad de demostrar
que es posible gobernar bien en el plano local, allí donde
la Alianza todavía respeta su mandato de origen: son los
recursos institucionales que la sociedad puso en nuestras manos
y deberían ser los pilares de una recomposición del
progresismo.
Por su parte, el Frente Grande, uno de los componentes esenciales
del Frepaso, debería facilitar un rápido debate interno
sobre su actual situación: una discusión política
y programática que incluya la adecuación de sus instituciones
a su actual realidad y que actualice un liderazgo claro. Si se trata
de respetar el veredicto de las urnas y lanzar un proceso de recomposición
del arco progresista desde la experiencia de los gobiernos locales,
Aníbal Ibarra debería ser reconocido ya como principal
dirigente del partido.
* Presidente del bloque de senadores del Frepaso de la Provincia
de Buenos Aires.
|
|