Los manotazos y las patadas
de Charly a los policías que pretendían detenerlo en una
comisaría de Ituzaingó estaban lejos de constituir un delito.
Así lo determinó ayer un juez, que consecuentemente declaró
la absolución del músico en la causa por resistencia
a la autoridad que venía arrastrando desde hace dos años,
cuando un intento de reconquistar a una novia terminó en una batahola
dentro de una seccional policial.
Charly García fue formal y concurrió ayer a los tribunales
de Morón para asistir a la audiencia donde se dictaría la
sentencia, pero el juez fue cortés y le dijo a su abogado que no
hacía falta la presencia del músico: le evitó así
tener que lidiar con las decenas de periodistas y camarógrafos
que atestaban la entrada del edificio. Charly quedó a la espera
del fallo en un bar cercano, donde logró pasar desapercibido para
el enjambre mediático que lo aguardaba.
No hay que confundir que una cosa es resistir al funcionario y otra
violar un deber jurídico, advirtió el juez Antonio
Mele, con lo que dejó fuera de consideración los argumentos
del fiscal Alejandro Jons, que había pedido una condena de tres
meses de prisión en suspenso. Para argumentar su pedido, Jons se
limitó a considerar que estaban probados los golpes de Charly a
lo policías. El juez en realidad no puso en duda que las trompadas
hayan existido, solo que entendió que no constituían un
delito.
Es más, Mele destacó en la sentencia que la conducta
del músico no reunió los elementos constitutivos de la figura
por la cual resultó acusado, y por lo tanto, no es jurídico-penalmente
relevante.
El rockero celebró la sentencia con sus íntimos: a ellos
les anunció que, como la semana próxima es su cumpleaños,
toda la semana será de festejos. Para Charly, la absolución
no es una noticia menor: aunque la pena pedida en su contra era de apenas
tres meses, de haberse concretado hubiera constituido un precedente que
podría complicar las otras causas vinculadas a sus días
de furia: la que le inició en Rosario un fotógrafo que lo
acusó de haberlo golpeado y la que tiene abierta en Mendoza, originada
por una denuncia de una mujer que también dice haber sido agredida
por el músico.
La que ahora termina feliz para Charly empezó el 26 de octubre
de 1999, cuando vio fracasadas sus insistencias telefónicas a Florencia
para que reiniciaran la relación que ella había cortado.
Esa noche, decidió pasar a la acción: fue de improviso a
la escuela nocturna a la que concurría la chica, entonces de 17
años, para convencerla en persona.
Ella no le llevó el apunte y él comenzó a increparla.
Resultado: la adolescente se fue corriendo, entre sollozos, a la comisaría
ubicada a la vuelta de la escuela. Hasta allí llegó al rato
el padre de la chica, un fanático de Charly y su música.
Padre e hija decidieron hacer una exposición civil en contra de
García por el episodio ocurrido en la escuela.
Pero en eso volvió él. Primero la emprendió contra
el padre, con quien empezó a forcejear. En la escena se metieron
un cabo primero y un sargento, para intentar separarlos. Y terminaron
cobrando ellos. Eso le valió pasar esa noche en el calabozo y los
dos años siguientes con una causa por resistencia a la autoridad.
El martes último fue a declarar al juicio oral y público.
Admitió que en ese momento estaba emocionalmente afectado
por el fin de la relación con su novia. Y que todo lo que había
hecho fue sin intención. El juez, ayer, le dio la razón.
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