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VENTAJAS COMPARATIVAS ENTRE LOS PRECANDIDATOS DEL PERONISMO
El largo y arduo camino a la Rosada

Los distintos referentes del PJ, triunfadores en la elección del 14, deben sortear la
reorganización partidaria y la crisis económica. Quién está mejor y quién peor en esta carrera.

Por Sergio Moreno

La elección del 14 de octubre tuvo condición de foto, y la política, se sabe, se asemeja más a un film. Los comicios hicieron las veces de catalizador, descartaron algunas aspiraciones e insuflaron nuevos bríos a otras. El peronismo salió victorioso de aquella jornada, que se derramó con distinta densidad sobre sus caudillos. La faena que les espera para conseguir el premio mayor es ardua porque la Argentina es caníbal y la época un medicamento para abrir el apetito. Los candidatos presidenciables del peronismo saben que su partido llegará al poder en 2003, pero desconocen si ellos ocuparán el augusto sitial. A continuación, los pro y los contra de cada uno de esos dirigentes que quieren reemplazar a Fernando de la Rúa.

Carlos Ruckauf
El 38 por ciento de los votos que el peronismo obtuvo en las elecciones del domingo en Buenos Aires lo hacen acreedor de una victoria que pareció morigerar los derrapes de su gestión y recolocarlo en la pasarela de los presidenciables. Pero la gloria de una jornada es costosa de mantener: todo puede matarla. Ruckauf enfrenta un escenario complicadísimo. En primer lugar, el aire que le dio el patacón se está agotando y la asfixia puede llegar de la mano de la sequía de fondos que se florea por La Plata. El gobernador anunció que extenderá el pago de bonos a la totalidad de los empleados públicos y necesita acordar, a como dé lugar, con la Nación para renegociar su inabarcable deuda pública. En segundo término, Ruckauf convive con su mayor escollo, el patrono de su territorio, Eduardo Duhalde, ganador de la elección del 14 y auténtico pretor del PJ bonaerense. Duhalde quiere ser presidente. Ruckauf debe apelar a que el senador electo cambie de opinión o, si es que se arriesga, enfrentarlo. En ese tren, sólo hay una plaza.

Eduardo Duhalde
A pesar de que su triunfo no fue tal como ha sido presentado en sociedad –no alcanzó el piso histórico del PJ en el distrito, sacó 700.000 votos menos que cuando fue candidato a presidente y un millón de votos menos que su mujer, Chiche, cuando compitió en 1997–, el senador electo consiguió crear la ilusión de que su victoria fue arrasadora. Al espejismo tributó una pésima elección de la Alianza y el estado calamitoso de las finanzas provinciales, por sobre las cuales emergió su figura y el recuerdo de sus “obras bonaerenses”. Desde entonces, Duhalde se mueve como si ya fuese presidente (su agenda cotidiana de temas y encuentros dan cuenta de ello), fatuidad que encrespa a sus adversarios de siempre, los gobernadores del interior. El ex gobernador dará la pelea por ser el challenger mayor del PJ en 2003, para lo cual cuenta con el poderoso –aunque insuficiente– aparato del peronismo de su provincia. Ya anunció su intención de convocar a una mesa para elegir una conducción transitoria del PJ nacional. A favor de sus anhelos, Duhalde cuenta con que, esta vez, no tiene que enfrentar los sinsabores de la gestión (más aún en esta época recesiva) y pude entregarse a una faena que, hasta el momento, no le ha sido sencilla: convencer a los peronistas de que él es el hombre.

José Manuel de la Sota
El cordobés cantó las hurras por cuarta vez consecutiva desde fines de 1998. Apabulló al radicalismo de su provincia –antaño poderoso árbitro de la política nacional– con la seguidilla de triunfos. Esta última elección no fue una de las mejores. Pero fue, que es lo que importa en estas horas de definiciones. El Gallego cerró la costura electoral y, ahora, tiene que volver a empezar de nuevo, casi tanto como cuando consiguió la gobernación luego de insistir tantas veces como le fue posible. Ahora, De la Sota está al borde de meter a su provincia en la opaca majada de las menesterosas y apelar a la emisión de bonos para pagar sus obligaciones con empleadospúblicos y proveedores. Por si fuera poco, en estas jornadas de desigual negociación por los fondos coparticipables con la Nación, el cordobés -junto con Ruckauf– forman un dueto disonante con los confesos intereses del resto de las provincias (en su mayoría justicialistas y algunas radicales): De la Sota necesita imperiosamente un acuerdo que impida que su provincia se vea en el espejo bonaerense.

Carlos Reutemann
No le fue lo bien que hubiese querido en la jornada del 14: obtuvo la mitad de los votos con los que ganó en 1999 y el voto en blanco puso a su provincia en el podio de los malos ejemplos. No obstante, el Lole consiguió continuar la saga de victorias del peronismo en su distrito, iniciada en los albores de la recuperación democrática, y cumplir con la condición sine qua non para mantener sus aspiraciones a sentarse en Balcarce 50: ganar. En términos comparativos con los otros precandidatos de su partido, Reutemann cuenta con una inhabitual entropía con sus pares de las provincias denominadas chicas. Siempre ha cumplido con los acuerdos, supo mantener un bajo perfil, su parquedad se ha confundido -afortunadamente para él– con humildad. En las negociaciones con la Nación, Lole ha cerrado filas con el Frente Federal, cuyos principales referentes rescatan que el ex automovilista, a diferencia de Ruckauf y De la Sota, nunca se ha presentado como la voz del peronismo. Por si fuera poco, su provincia carece de deudas y tiene las cuentas saneadas. En su contra, tiene un 20 por ciento de desocupación. Reutemann va a dar la batalla: ya mandó a Jorge Obeid y al senador electo Oscar Lamberto a abrir oficinas en la Capital para su campaña presidencial.

Frente Federal
Está compuesto por los gobernadores de las provincias “chicas” -calificativo que los incomoda–: Tierra del Fuego, Santa Cruz, La Pampa, San Luis, La Rioja, Salta, Tucumán, Jujuy, Formosa, Misiones y Santiago del Estero. Es un grupo heterogéneo, de realidades diversas e intereses comunes. Aquí conviven los gobernadores que mejor performance han tenido en la elección del domingo pasado, excediendo el 50 por ciento de los votos en varias de ellas, quienes han comprendido que, juntos, pueden ser determinantes en asuntos no menores: la negociación por la coparticipación, la sucesión Presidencial, la interna del PJ. A excepción –momentáneamente– de Rubén Marín y Angel Maza, este núcleo ha conciliado un proyecto de poder común. Por lo pronto, darán batalla por colocar al senador electo y ex gobernador de misiones Ramón Puerta en la línea de sucesión presidencial, instalándolo como presidente provisional del Senado, territorio donde se saben los más poderosos de la comarca. La Cámara alta será su reino por ser ampliamente mayoritarios en la bancada mayoritaria. El esquema de combate continúa en el partido, donde impulsarán al puntano Adolfo Rodríguez Saá a la presidencia. Y, para cerrar, piensan tentar la suerte lanzando al santacruceño Néstor Kirchner como candidato a presidente para el 2003. Tal como afirma Puerta en el reportaje reproducido en la página 16, el Frente Federal amenaza con presentar fórmula propia en la interna del PJ. Un detalle: la mayoría de estos gobernadores no se llevan con Ruckauf, poco con Duhalde, y ha empeorado se relación con De la Sota. Contrariamente, consideran a Reutemann, con cautela, como uno de ellos.

Menemistas
Rubén Marín, gobernador de La Pampa, y Angel Maza, de La Rioja, arrastran –con distinto grado de comodidad– el apelativo. Al respecto, las diferencias quedan claras en la voz que uno de sus pares hizo oír ante Página/12: “La relación entre Marín y (Carlos) Menem es más racional que sentimental; Maza es un cómplice (de Menem)”. Marín heredó la conducción del PJ cuando Menem ingresó a su prisión de Don Torcuato. Maza heredó suprovincia por favor de los Menem (Carlos y Eduardo). El cuadro de situación de sus provincias acentúa las diferencias: La Pampa es una de las mejores administradas del país; La Rioja, una de las peores. Así y todo, ambos tuvieron grandes performances el 14. Marín es un cuadro que varios quieren coptar: por ahora aporta al Frente como un igual y, según comentaron varios gobernadores a este diario, con lealtad. Maza está, y punto. De este último, nadie apuesta por la autonomía de su voluntad; es imposible que haga algo diferente al deseo del clan Menem. Marín podría, en un futuro, acercarse a De la Sota. Pero, por el momento, los elementos para que tal alquimia sea posible no están en el laboratorio del PJ.

Carlos Menem
Está preso. Y mientras siga en tal condición, su palabra tendrá el valor de una anécdota y el peso de una mariposa. Todo podría cambiar si la Corte Suprema lo libera. Habrá que ver qué mes de 2002 se transita cuando ello ocurra (si es que ocurre) y qué tan avanzadas se encuentran las definiciones en el justicialismo. Si llegase a salir, Menem ejercerá su influjo en la interna; Duhalde y Ruckauf serán los beneficiarios directos de su libertad. Y, si –como todo indica– su influencia no alcanza el universo que él desea, aun mantendrá su poder de daño. No es poco.

Gordos y flacos
Les queda un aparato oxidado, que se lubrica con los cada vez más menguados fondos de sus gremios. Prestigio cero, suelen ser piantavotos para los no iniciados y para gran parte de los iniciados también. Pero son peronistas y para un peronista... Cualquiera sea el candidato querrá sumarlos –con mayor o menor grado de exposición– a sus mesnadas. Hugo Moyano y su CGT rebelde no han dudado en abrevar en las aguas del duhaldismo. “Los gordos” de la CGT oficial, gerenciada por Rodolfo Daer, han ido a “la Docta”, en varias oportunidades, para declarársele a De la Sota. Pero esto recién comienza y la volubilidad de “los muchachos” suele ser persistente.

 

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