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LUIS ZAMORA, DIPUTADO ELECTO POR AUTODETERMINACION Y LIBERTAD
Historia de un voto sorpresa

Sin planta ni estructura, logró el diez por ciento de los votos porteños y dos bancas. �En la izquierda nos separan las coincidencias, no las diferencias�, dice.

Ideas: �Ser de izquierda es seguir denunciando que el planeta no va a sobrevivir si no derrotan este domi-nio imperial que ejercen EE.UU. y el capitalismo�.

Zamora sabe que el domingo
hubo mucho voto bronca.
Pero dice que el suyo fue
“un voto para estimularme”.

Por Romina Calderaro

–¿Y qué se siente? –Alegría, estímulo. La verdad es que me conmovió. ¿Sabés qué noté? Cariño, respeto. Hay votos que son votos castigo. Otros que son al menos malo. Yo creo que los que me votaron a mí me quisieron estimular.
Dice Luis Zamora. Y son tiempos de cosecha para el diputado electo de Autodeterminación y Libertad. Sacó el diez por ciento de los votos en una elección en la que el gran ganador fue el “voto bronca” y después de 8 años alejado de la política partidaria, logró dos bancas en la Cámara de Diputados. En su campaña, la plata sólo le alcanzó para mandar a pegar tres mil afiches y llegó raspando a juntar las seis mil firmas necesarias para que su agrupación consiguiera personería jurídica. En diálogo con Página/12, Zamora habla de lo que cambió en él. En la lista de lo que sigue intacto, vale remitirse a dos comentarios que hizo al paso: no sabe cuánto gana un diputado ahora y ayer perdió su teléfono celular.
–¿Esperaban tanto?
–Un mes atrás me crucé con una persona en la calle que me dijo “qué lástima que usted no se presenta en esta oportunidad”. Y yo dije “sonamos”. Y cuatro o cinco días antes de la elección empecé a notar que la gente me hacía comentarios en la calle. Mucha gente se enteró en los últimos días. Pero nunca pensamos en los votos, la idea era pensar en voz alta algunas cosas. Y cuando vimos el diez por ciento la verdad es que nos sorprendió. Y eso que tuvimos un robo de boletas importante.
–Entre esas cosas que están conversando en voz alta, leí que tiene una explicación de por qué no hay unidad en la izquierda...
–Es que la izquierda tradicional, de la que yo formé parte y por eso conozco bien en sus mecanismos, se considera dueña de la verdad y a partir de ahí construye una organización. Y por lo tanto no nos dividen las diferencias, nos dividen las coincidencias. Y construyen una estructura alrededor de esa verdad que pretenden difundir para ser seguidos por la mayoría de la población. Yo lo aprendí de la gente en la calle: me decían “yo los escucho y dicen lo mismo” y yo me desgañitaba tratando de explicarles las discrepancias y me miraban como diciendo “no me convence”. No es que no tengamos discrepancias, sino que las coincidencias son mucho más importantes y las diferencias no justifican esta división. Yo creo que si realmente nos reunimos veinte mil militantes, simpatizantes o adherentes en un estadio, lo llenamos. Y si fuéramos con la libertad de escuchar a cada orador sin importar de qué partido es aprenderíamos todos de todos.
–Usted está en un momento en el que dice tener “más dudas que certezas”. ¿Se sigue definiendo como un hombre de izquierda?
–Sí, yo soy de izquierda. Aunque el movimiento todavía no se definió porque no hemos empezado por ahí. En todo caso que nos definan.
–¿Y qué es ser de izquierda hoy?
–Te digo como lo veo yo. Ser de izquierda es seguir denunciando que ni el planeta ni la humanidad van a poder sobrevivir si no derrotan este dominio imperial que ejercen los Estados Unidos y el capitalismo globalizado sobre el mundo. Ser de izquierda es sentirse parte de luchas de emancipación que superen las fronteras de nuestro país. Me entusiasma mucho todo el movimiento antiglobalización, esto de que la resistencia sea tan global como el capital mismo. Y también ser de izquierda es tener un reexamen crítico constante, huyendo de los dogmas. Lo cerrado y lo terminado está alejado de lo revolucionario.
–Usted dijo hace poquito en una entrevista que no tiene sentido que la izquierda sea una alternativa de gestión si el pueblo no es socialista.
–Yo lo que digo es que coyunturalmente una agrupación de izquierda puede llegar, disputar el poder y hasta tomarlo. Pero si no hay una contracultura socialista en la población y una construcción de poder que se le oponga al poder de capital en la gente, no se trata de construir una organización de cuadros profesionales que dispute el poder a la burguesíaapoyado en la lucha de los pueblos. Se trata de la lucha de los pueblos por derrotar el poder del capitalismo. En esto es muy rico todo el análisis del zapatismo. Creo que el socialismo se construye desde abajo.
–¿Qué políticos lo llamaron para felicitarlo?
–Muchos. Pero prefiero no mencionarlos... Hubo llamados muuuy oportunistas y otros fraternales.
–¿Qué le parece la discusión económica en la Argentina de estos días? Dolarización, devaluación, Cavallo o no Cavallo...
–Todos los que hablan en esos términos están alentando la posibilidad de que la Argentina busque un nicho en la globalización capitalista. Y nuestra perspectiva es confrontar. Por eso creemos que nuestra identidad está en el marco de América latina. Me preocupa la superficialidad de lo que se debate: se dice que el modelo está agotado. No podemos cambiar el modelo si no es confrontando con Estados Unidos, con los organismos financieros.
–En su paso por la Cámara de Diputados. Alvaro Alsogaray solía decir que usted era “un cuerpo extraño” que en algún momento había que extirpar. ¿Cambiará algo en este nuevo mandato?
–En primer lugar, voy a tener otros compañeros de izquierda con los que vamos a poder presentar proyectos juntos. Antes, yo tenía un proyecto y se lo llevaba el Grupo de los 8, a veces los radicales. Ahora que el ambiente es insalubre... y yo no espero que haya cambiado. Pero no es lo mismo tener al lado a Jaroslavsky que a algunos compañeros de la izquierda. Además ya no estoy solo: entró conmigo una compañera de la agrupación.
–Marta Castaño, que, según tengo entendido, no se esperaba ser electa y tuvo sus dudas en aceptar la banca.
–Claro, es que en nuestra lista nadie quería tener cargos. Marta es una compañera muy valiosa. Es profesora de plástica y fue empleada bancaria hasta hace poquito. No tiene ninguna práctica militante. Es un poco lo que queremos mostrar nosotros: gente que sin tradición militante que puede aportar cosas más ricas que un político tradicional. Que en líneas generales es más lo que nos sacan que lo que nos dan.
–¿Increparía a George Bush hijo, como aquella vez que hizo cuando su padre visitaba el país?
–Sí, yo me siento un privilegiado habiéndolo hecho. En primer lugar, porque me parecía una inmoralidad que el Congreso homenajeara a alguien que defiende intereses contrarios a los intereses del país y de la humanidad. A su hijo ahora le agregaría lo que está haciendo en Afganistán y lo que está haciendo en Medio Oriente.
–¿Cómo vivió su familia su candidatura?
–Mi compañera (Noemí Olivetto) codo a codo. Fernando, mi hijo de 19 años, trabajó mucho. Y el más chico, Sebastián, que tiene diez años, me preguntaba todo el tiempo ¿cuándo terminan las elecciones? Cree que lo engañamos, pobrecito. Es que ahora tengo más cosas que antes.

 

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