Por Cristian Vitale
Se vendieron 17.
La noticia de una asistente les dibujó una sonrisa: Lilian Saba
y Nora Sarmoria no sólo habían tocado ante una platea llena
en el pequeño anfiteatro del Centro Cultural Sur, sino que se había
vendido tal cantidad de CDs. Un dato que no puede resultar menor, teniendo
en cuenta el tipo de música no-masiva que hacen y el estado crítico
de la economía en Argentina y cómo repercute eso en los
bolsillos de su potencial público. Sabemos que nuestra música
no es para mayorías, que tenemos que ir construyendo de a poco
nuestra búsqueda, le dice Saba a Página/12, un rato
después de la primera presentación del disco que ella y
Nora firmaron, titulado Sonideras. Hoy y el próximo domingo continuarán
con estos shows de piano x 2, esta vez en la Casona del Teatro.
El dúo Lilian-Nora nació a comienzos de 1997, cuando ambas
habían logrado cierta maduración en sus proyectos propios
y ya tenían un nombre dentro del profuso panorama de la música
folklórica, de proyección, fusión o como guste llamársele.
Ellas prefieren definir lo que hacen como Música a dos pianos:
un rico cóctel rítmico que incluye un poco del background
indudablemente folklórico de Lilian y de ahí puede dispararse
hacia el free-jazz con gusto a bossa nova y música contemporánea
de su compañera Nora. Si me escucha un folklorista diría
que no hago folklore, porque mi música tiene distintos condimentos.
Pero siento que puedo manejar la chacarera a la perfección,
aclara Lilian, bonaerense, nacida en la pequeña ciudad de Benito
Juárez hace 40 años.
¿Cómo resuelven el aspecto económico del proyecto,
dado que el perfil de la música que hacen poco tiene de comercial?
Lilian Saba: Vivimos de la docencia. Que te conozcan haciendo esta
música es como barrer una escalera de abajo para arriba. Sin embargo,
después de remar en el asfalto tanto tiempo, aunque sea nos tienen
de nombre. Lo digo por los que vendrán y por los que han sido.
¿A quiénes se refiere?
L.S.: A Eduardo Lagos, Manolo Juárez o Waldo de los Ríos,
cuyas grabaciones jamás se volvieron a editar. Dino Saluzzi, por
dar otro ejemplo, graba solo gracias a que puede hacerlo en el exterior.
Nora Sarmoria: De todas maneras, la clave del éxito está
en el interior del alma. En el hecho de expresar lo que uno siente, cuando
lo siente y como lo siente. Y de no transar con uno mismo, porque en definitiva
esto es algo inútil que te lleva a la infelicidad. Nos importaría
muy poco llenar un Vélez: sabemos que hay mucha gente que no se
adecua a nuestra música, pero nos conforma pensar que la misma
carece de todo tipo de especulación. Simplemente, entregamos lo
que somos.
La música que hacen es básicamente instrumental ¿alguna
vez se plantearon agregar cantantes?
N.S.: El canto, en el dúo, es como un instrumento más
que complementa el conjunto. Yo si canto, es simplemente para acompañar
el piano. Sin embargo, alguna vez ha cantado con nosotros Liliana Herrero
como invitada.
¿Cuál es la música argentina de hoy que más
le gusta?
N.S.: Me gusta mucho lo que hacen Dino Saluzzi y Quique Sinesi.
En este tipo de ensambles, aparecen críticas por parte de
ciertos puristas ¿Se han enfrentado con alguno?
L.S.: Es cierto que pasa eso, pero el público que nos viene
es muy abierto. Lo importante es que uno, sea o no purista, se abra para
recibir lo que el músico propone. Creo que hay que descartar el
preconcepto de querer que salga así. De todos modos,
ningún purista jamás me ha dicho nada de frente. Otra cosa,
si el folklore es una música dinámica, el nuestro tiene
más que ver con él que el que hacen algunos tradicionalistas.
Se habla mucho de conceptos y de encasillamientos, pero habría
que ver lo que es realmente el folklore. A mí me encanta escuchar
del genuino, pero busco otra cosa, tengo otra información.
N.S.: La clave para descubrirlo es la base rítmica. Cada
folklore se diferencia de otro por su ritmo. De otro modo, no hay sorpresa.
¿Como resultó el proceso para congeniar vuestras individualidades
musicales?
L.S.: Nos unen cuestiones musicales y extramusicales. Si no fuera
por la amistad y el afecto que nos unen jamás hubiésemos
llegado a armar algo.
¿Cómo definen el repertorio? ¿Debaten mucho
al respecto?
L.S.: Se da naturalmente, hay un 50 por ciento de temas de Nora
y otro tanto mío. Tenemos estilos distintos en el modo de abordar
la misma música, pero esto nos da ganancias porque, a pesar de
que cada una tiene su mambo, la otra incorpora su estética. Creo
que, en vez de generar confusión, este rasgo nos enriquece.
De sus pianos sale una mezcla de bossa nova con jazz y folklore
¿se les ocurre una fórmula posible para definirla?
N.S.: No hacemos música para definir. Tiene que ver con búsquedas,
con lenguajes que estamos estudiando. La definición la da el oyente.
Por fuera del proyecto en conjunto, Nora Sarmoria y Lilian Saba tienen
su propia historia con grabaciones editadas, shows dentro y fuera del
país y diversas colaboraciones con varios colegas ilustres. Lilian
acredita tres discos como solista Lilian Saba (1993), Camino Abierto (1997)
y La Bienvenida (1999), además de haber realizado junto a Hernán
Ríos el espectáculo Locos por el Piano y de
acompañar a diversos músicos de calidad comprobada como
Raúl Carnota, Laura Albarracín y Chany Suárez. Pero
tal vez lo más notable de su corta carrera haya sido la producción
del Homenaje a Cuchi Leguizamón, ocurrido este año en el
Centro Cultural Borges. Fue una comunión. Nadie fue más
que nadie pese a que había gente más reconocida que otra.
Fue el mejor de los homenajes para el Cuchi. Nora, que también
editó tres discos como solista, es más internacionalista.
Recorrió su música por varios países de Europa Bélgica,
Dinamarca, Noruega, Alemania y Estonia y también participó
en el Festival de Jazz de La Habana-Varadero en 1997. Mi objetivo
siempre fue viajar. Conocer distintas culturas me enriqueció personalmente
y logré saber cómo funcionaba esta música en otros
contextos, en lugares donde prácticamente no se conoce. Lo que
hago tiene un lenguaje adaptable a otras culturas y es positivo que pueda
demostrarlo.
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