El
juego de la libertad
Por
Robert Cox *
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Todo
ha cambiado, dicen, desde el apocalipsis del 11 de setiembre. Apocalipsis
es, sin duda, una palabra resonante. Se me ocurrió en medio de
la noche, cuando trataba de resumir en una sola palabra los hechos de
ese día. Pero apocalipsis no se ajusta al caso. El horror de ese
día no fue el preludio del armagedón. Fue la lógica,
aunque previamente inimaginable, intensificación del terrorismo.
Inimaginable porque ¿quién hubiera podido presagiar que
seres humanos pudiesen ser capaces de una malevolencia tan horrenda, de
denegar nuestro vínculo común de humanidad? De no haber
sido por esa falta de imaginación, pudo haberse anticipado y, tal
vez, prevenido.
Imagínense un día cálido y soleado en Washington
DC. El primer ministro de Israel está de visita y va a reunirse
con el presidente. A las 11 de la mañana, el líder de una
desconocida secta musulmana y varios de sus secuaces irrumpen con pistolas
y machetes en las oficinas de Bnai Brith, una organización
asistencial judía. Otros tres miembros del grupo ocupan el Centro
Islámico capitalino. Dos fanáticos más invaden el
Ayuntamiento de Washington, asesinando en el proceso al reportero de una
radioemisora. En total, en tres edificios los terroristas toman a 134
personas de rehenes a punta de pistola, las obligan a tirarse al piso
y amenazan con matarlas si no se responde a sus exigencias.
Ese escenario ha sido extraído de un discurso que la fallecida
Katharine Graham dirigió ante la Unión de Habla Inglesa,
como parte de la Conferencia Churchill, el 6 de diciembre de 1985. El
tema era El terrorismo y los medios de información
y describía un ataque terrorista que, de hecho, ocurrió
aquí, en Washington, el 9 de marzo de 1977, el día en que
el primer ministro Yitzhak Rabin se reunía con el presidente Jimmy
Carter. Los musulmanes hanafi finalmente se rindieron y no hubo más
muertos. La señora Graham pasó a definir el terrorismo de
manera sucinta: Es la violencia contra inocentes, a fin de lograr
objetivos por lo general políticos.
Esa definición es tan válida hoy, como otros comentarios
de la señora Graham, especialmente cuando dijo: Creo que
el daño de restringir la cobertura de noticias excede, con mucho,
los males de difundir información errónea o perjudicial.
Creo que lo que está en juego es la libertad misma, la libertad
que Churchill defendió con memorable elocuencia y heroica firmeza.
Si los terroristas logran privarnos de la libertad, su victoria será
mucho mayor que la que esperaban y mucho peor de lo que nosotros jamás
temíamos. Que eso jamás suceda.
Es el terrorismo, la violencia contra inocentes para lograr poder político
y denegar la libertad, precisamente contra lo que la Sociedad Interamericana
de Prensa ha estado luchando desde su creación, hace 57 años.
El hijo de Katherine Graham, Donald, recordó la última ocasión
en que la SIP se reunió en Washington hace 32 años. Y dijo,
generosamente, que quienes hemos vivido y trabajado en América
latina hemos pasado por momentos muchos más difíciles y
peligrosos. En algunas ocasiones los periodistas intercambian historias
de peligro y dificultades. En los días tenebrosos de la guerra
sucia en Argentina, cuando yo era director del Buenos Aires Herald, los
periodistas que llegaban de visita me decían con frecuencia que
se sentían en cierta medida fuera de lugar, porque no se enfrentaban
a las amenazas que eran el pan nuestro de cada día.
Pues bien. Ahora estamos todos en la misma barca. El terrorismo es, en
verdad, virulentamente global. Es un irónico cambio que algunos
latinoamericanos digan ahora que se sienten más seguros en sus
países que en Estados Unidos.
Pero la verdad es que nadie está más seguro en ninguna parte.
Esa certeza debería, y estoy seguro de que así será,
acercarnos más en nuestra defensa de la libertad a través
del continente. El precio que losperiodistas han pagado por defender la
libertad es elevado. En cada una de nuestras reuniones recibimos una nueva
cifra de muertos. Desde nuestra Asamblea General de 2000, 18 periodistas
han sido asesinados en siete países, 10 de ellos en Colombia. La
SIP está contraatacando con dos iniciativas que yo me propongo
continuar con todo mi vigor. La Comisión de Impunidad y el proyecto
de Periodistas en Riesgo. La primera está llevando a los asesinos
ante la Justicia; la segunda buscará la manera de frenar los continuos
asesinatos de los mensajeros.
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Ex director del Buenos Aires Herald, editor de The Post & Courrier,
Charleston. Tomado de su discurso de asunción, la semana pasada,
de la presidencia de la Sociedad Interamericana de Prensa.
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