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CLAUSURAN EL CORREO POR CASO “MUY GRAVE” DE ANTRAX
Asedio del enemigo invisible

Cada vez más edificios, más complejos y más barrios de Washington DC pasan a ser �zonas de exclusión� neutralizadas por el ántrax. Ayer le tocó a la totalidad del sistema de correos.

Página/12
en Estados Unidos
Por Gabriel A. Uriarte
Desde Washington DC

Washington DC está sitiada. Y no de forma figurada. Ayer el total del sistema de correos en la capital de Estados Unidos fue clausurado luego de que se confirmara de que el empleado postal internado anteayer no sólo tenía ántrax, sino que había contraído la variante más letal, la “de inhalación”, y estaba en condición “muy grave”. Este hombre, cuya identidad todavía no fue revelada, no había abierto ninguno de los “sobres sospechosos” que inundaron la capital norteamericana, y ni siquiera estuvo en contacto con el sobre en cuestión por demasiado tiempo. Así, muchos de los argumentos con los que el gobierno intenta calmar a la población probaron ser inválidos: a) el ántrax no estuvo “contenido” en el sobre ni en el lugar donde éste fue abierto, b) tan sólo tocar ese sobre fue suficiente para causar una infección, y c) el tipo de infección fue la más mortífera posible. Pero no parecía que las autoridades hayan mentido deliberadamente: ayer estaban tan sorprendidos como cualquiera. Los líderes del Congreso reconsideraron su decisión de reabrir sus oficinas esta semana y decidieron que mantendrán solamente el edificio del Capitolio en funcionamiento: el resto de los edificios, donde están las oficinas de todos los congresistas, seguirán clausurados por “al menos unos días”.
Las autoridades municipales tampoco mostraron estar muy preparadas para lo ocurrido ayer. Tanto era así que se vieron forzadas a hacer un llamamiento público por televisión para que los más de 2000 empleados postales bajo riesgo fueran al hospital en Judiciary Square para ser examinados. A las cinco de la tarde, la escena en este hospital del Departamento de Salud de Washington sólo podía describirse como siniestra. Dado que el correo y la alcaldía de la ciudad no querían aumentar el clima de pánico entre los habitantes, no estaban preparados para siquiera realizar llamados de emergencia y ordenar a los empleados postales que se hicieran exámenes. Así, la mayoría se enteró literalmente por TV de que era bastante posible que estuvieran infectados con ántrax y que debían acudir al hospital lo antes posible si querían evitar la suerte de su colega internado.
“No me llamó nadie, ni el Departamento de Salud ni nadie, nadie me advirtió sobre el ántrax”, se quejó uno de los que salían del hospital con la obligatoria bolsa de cápsulas del antibiótico Cipro. Muchos, la gran mayoría, vinieron con sus familias, y no sólo por el apoyo moral. “¿Cómo sé que mi familia no fue infectada con algo que yo pude traer del trabajo?”, preguntó una mujer. La respuesta es que no hay forma de saberlo, y por tanto lo más seguro es testear a las familias. Así, la gente que se amontonaba frente a las puertas del edificio número 1 de Judiciary Square era probablemente más del doble de los 2000 empleados propiamente dichos que habían sido convocados. Las autoridades no quisieron revelar el número de personas que estaban siendo testeadas, pero todo indicaba que era enorme. A las cinco de la tarde, por ejemplo, entraba un promedio de una persona por minuto; una hora después, eran tres personas por minuto. En la sala de espera había 48 personas, cuando hace media hora sólo había 22.
Estos números permiten vislumbrar uno de los efectos más destructivos pero menos notados del ántrax. Es cierto, como repiten expertos y funcionarios consultados en los medios, que el número relativo de gente expuesta es pequeña (28 en Washington hasta ahora) y que la cantidad de infecciones es menor aún (tres en todo el país, incluyendo el cartero en DC). Pero para confirmar estas cifras hay que testear a números muchísimo mayores de gente en peligro, gente que obviamente no puede trabajar mucho mientras se realizan los múltiples exámenes necesarios para determinar con certeza la presencia de ántrax. Solamente en el edificio Hart del Senado (uno de tres edificios de la Cámara alta) se realizaron más de 2100 exámenes luego de que el lunes pasado se descubriera la primera carta ántrax en la oficina del jefe de la bancada demócrata, Tom Daschle. Ahora que aparecieron más cartas y más muestras de ántrax en la Cámara de Representantes y la central de correo de todo el Capitolio, probablemente haya que revisar a una gran parte del personal en el complejo del Capitolio, cifra que podría llegar a las 10.000 personas. Y ayer los exámenes se extendieron a todo el personal postal de la capital, más de 2000 personas. Así, las cartas-ántrax pueden causar decenas de miles de exámenes si se colocan en lugares correctos donde el potencial de infección se multiplica varias veces, como el correo, pero también, para citar un ejemplo, una estación de tren o subte.
Algunos analistas seguramente argumentarán en los próximos días que estos números son pequeños comparados con la población total de la capital. Pero, si se quiere usar cálculos proporcionales, el número es muchísimo mayor si se toma como base el personal del gobierno, y se torna casi total en sectores bastante importantes como el correo y el poder legislativo. Es muy probable que efectivamente el número final de infecciones y gente expuesta sea mucho menor al de los exámenes, pero eso no impide que en los próximos días un sector muy significativo del gobierno de Estados Unidos estará fuera de acción. Y nada de esto toma en cuenta el efecto en el ánimo de la burocracia que cada vez más de sus colegas tengan que examinarse por ántrax y sufrir los fuertes efectos secundarios del Cipro, como descompostura o fatiga. Justo en frente del hospital donde empleados postales y paramédicos seguían ingresando hasta bien entrada la noche se puede ver un cartel que, claramente, ya no era sólo para los turistas: “Descubra Washington DC”.

Claves
- Un tercer caso de ántrax en Estados Unidos, de la variedad “respiratoria” (la más letal), paralizó al sistema de correos de Washington, cuyos empleados fueron convocados por tevé a someterse a análisis clínicos.
- Helicópteros de las fuerzas norteamericanas sobrevolaron por primera vez la capital afgana de Kabul, a la que atacaron (pág. 13).
- El Pentágono está satisfecho por los resultados de las operaciones de tierra con fuerzas especiales (pág. 13).
- En Medio Oriente, el premier israelí Ariel Sharon prometió a Colin Powell una retirada de las ciudades palestinas ocupadas por el ejército.

 

 

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